Dic 10, 2020 09:16 UTC

ParsToday – Tras el insulto de la revista francesa "Charlie Hebdo" al Profeta del Islam Muhammad (saludos de Dios a él y a sus descendientes), las autoridades y algunos medios galos y ciertos gobiernos occidentales expresaron su apoyo a este feo acto bajo el pretexto de respaldar la libertad de expresión.

Estas posiciones ilógicas han suscitado serias dudas en las mentes de los pueblos acerca de la realidad de la libertad en el Occidente.
 
Se puede mencionar numerosos casos que demuestran el doble discurso de los gobiernos occidentales con respecto a la libertad. Uno de estos casos que cuestionó la libertad de expresión en el Occidente, es la prohibición de poner en duda el Holocausto.
 
En su reciente mensaje a los jóvenes franceses, el Líder de la Revolución Islámica iraní, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, desafió la supuesta libertad de expresión en el Occidente refiriéndose a la misma contradicción abierta. El Líder escribe en dicha carta: "¿Por qué es un crimen plantear dudas sobre el Holocausto?" "¿Por qué debe una persona que escriba estas dudas ser encarcelada mientras que se permite insultar al profeta?"
 
Pero, ¿qué es el Holocausto, al que los líderes occidentales se muestran tan sensibles?
 
Según afirman los sionistas, seis millones de judíos fueron masacrados por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, con métodos tan aterradores como asfixiar en cámaras de gas o meterlos en los hornos crematorios.
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, los sionistas, con estos alegatos, que los medios projudíos repetían constantemente, mostraban una imagen de comunidad oprimida creando la sensación de que la comunidad internacional debería compensar el antisemitismo, especialmente el Holocausto, para los judíos.
 
El resultado de esta operación psicológica fue que en 1948, las Naciones Unidas dio luz verde al establecimiento del régimen sionista en los territorios palestinos para que los judíos dispersos pudieran establecerse allá.
 
En otras palabras, el pueblo palestino fue castigado por los crímenes de la Alemania nazi, y su tierra fue usurpada por los sionistas.
 
De hecho, este acto ridículo, inhumano e ilógico es una de las sátiras políticas más amargas de la historia.
 
Al abusar del sospechoso cuento del Holocausto, los judíos, además de ocupar Palestina, lograron otros objetivos, de los cuales uno de los más importantes ha sido recibir indemnización de Alemania, que hasta ahora ha alcanzado más de 90 mil millones de dólares y que aún continúa. Por esta razón, la matanza de los judíos también se llama la "industria del Holocausto".
 
Pero algunos historiadores y pensadores conocidos como "revisionistas", han investigado y obtenido información sobre el Holocausto, como cualquier otro evento histórico, estudios que refutan algunos de los alegatos de los sionistas al respecto.
 
Algunos historiadores han examinado pruebas de que, aunque Adolf Hitler, líder de la Alemania nazi, era antisemita, no solo no ordenó la masacre de los judíos, sino que los líderes sionistas mantenían vínculos con él pidiéndole, entre otras demandas, el envío de los judíos a Palestina.
 
Por otra parte, hay serias dudas sobre el número de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.
 
El autor e investigador húngaro Louis Marschalko escribe en su libro “Los conquistadores del mundo: los verdaderos criminales de guerra”, "la suposición de que el número de bajas judías fue entre cinco y seis millones de personas, es completamente infundada. El número máximo de las víctimas concebibles no excedería de uno a un millón y medio, ya que básicamente no había más judíos disponibles para Hitler o Himmler (uno de los principales líderes de la Alemania nazi) ".
 
Marschalko continúa señalando que aunque un número de judíos murieron en la Segunda Guerra Mundial, esta cantidad no fue de ninguna manera comparable al número de cristianos muertos en esa guerra, aunque ambos casos son deplorables.
 
Los sionistas afirman que durante el Holocausto, un gran número de judíos fueron gaseados en los campos de concentración. Pero numerosos investigadores han refutado esta afirmación basándose en pruebas creíbles. Pocas personas como el profesor Robert Faurisson han investigado este asunto.
 
Dice que ha hecho estudios sobre cámaras de gas durante 14 años y ha visitado durante ese tiempo cuatro lugares que se decía que eran cámaras de gas para masacrar a los judíos.
 
Faurisson describe así el resultado de su investigación: "Durante años, busqué en vano a un solo sobreviviente de la guerra que hubiera visto las cámaras de gas con sus propios ojos; hubiera yo estado contento incluso con una sola prueba, pero nunca la encontré. En cambio, lo que encontré, fueron muchísimos documentos falsos. Después de eso, enfrenté el silencio, el acoso, la hostilidad, insultos y, finalmente, golpizas y juicios”.
 
Él y otros investigadores, como el pensador francés Roger Garaudy, presentan muchas pruebas de que la matanza de los judíos en cámaras de gas era imposible.
 
Igualmente, los historiadores y expertos que han visitado los campos de concentración judíos también admiten no haber encontrado evidencias sobre el alegato de la cremación de cuerpos de los judíos en hornos.
 
Lo único que han encontrado estos investigadores es la cremación de los cadáveres de quienes murieron de tifoidea, práctica que entonces era común en todos los países para prevenir el contagio de la enfermedad a otros.
 
 Pero queda sin responder la pregunta de ¿por qué los gobiernos occidentales no permiten que se publiquen los resultados de investigaciones científicas que arrojan dudas sobre algunos aspectos del Holocausto, y por qué han impuesto sanciones a comentarios sobre este misterioso evento?
 
No cabe duda de que el sionismo global tiene una gran influencia sobre los gobiernos europeos y EE.UU., de modo que los dignatarios de cada uno de estos países consideran como obligación expresar abiertamente su apoyo al régimen sionista y a sus intereses y trabajar por garantizarlos.
 
El dominio económico, propagandístico y político de los dirigentes sionistas sobre los gobiernos occidentales ha llevado a estos últimos a definir sus posiciones y políticas completamente en línea con los intereses de Israel.
 
Por tal motivo, no toleran críticas al Holocausto, aunque estén basadas en investigaciones científicas, documentos históricos y evidencias irrefutables, y en ese sentido están dispuestos a aceptar el estigma de bloquear la libertad de expresión para satisfacer a un país extranjero.
 
En la misma línea, Francia aprobó una ley en 1990 que criminaliza el cuestionamiento del Holocausto y lo castiga. En muchos países europeos también se ha aprobado una ley similar.
 
Francia ha ido aún más lejos, prohibiendo críticas y rechazo a la peligrosa ideología del sionismo, inaceptable incluso para muchos judíos.
 
Hasta ahora, varios académicos independientes que se han atrevido a criticar el Holocausto, han sido juzgados y condenados. Entre ellos destacan Roger Garaudy, Robert Faurisson, Ernst Zündel, David Irving, Siegfred Werbeck y John Gudenus.
 
Algunos otros investigadores que han puesto en tela de juicio el mito del Holocausto han perdido sus cargos y han sido amenazados e incluso golpeados.
 
El ayatolá Jamenei critica esta injusticia y el doble discurso del Occidente sobre la libertad de expresión y dice: Si en esos países alguien protesta por el mito del Holocausto y dice: "No estoy de acuerdo” ¡Lo llevan a la cárcel y lo condenan por un imaginario incidente histórico! Pero suponiendo que no fuera imaginario sino real; muy bien, ¿es un crimen negar un evento histórico real? Si algo no esta probado para alguien y si éste lo niega o incluso lo cuestiona, ¿hay que meterlo a la cárcel?"
 
Al comparar el comportamiento de los gobiernos occidentales, especialmente de Francia, con respecto a un evento histórico, y el insulto al Profeta del Islam, se puede descubrir fácilmente que la defensa de los funcionarios occidentales en apoyo a este acto desvergonzado es, de hecho, para avivar la islamofobia.
 
El Líder de la Revolución afirma al respecto: “En la actualidad, en los países europeos que afirman ser civilizados, si alguien niega el Holocausto, los tribunales lo condenan; mientras que si insultan abiertamente al Profeta del Islam, este gran hombre de toda la historia, profanando las santidades de mil quinientos millones de musulmanes, nadie tiene derecho a protestar contra los profanadores”.
 
 
 
P/FE/JP

 

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