Irán es un firme defensor de un mundo libre de armas de destrucción masiva
(last modified Wed, 02 Jul 2025 02:58:52 GMT )
Jul 02, 2025 02:58 UTC
  • Seyed Abás Araqchi, Ministro de Asuntos Exteriores de Irán
    Seyed Abás Araqchi, Ministro de Asuntos Exteriores de Irán

Pars Today - El ministro de Asuntos Exteriores de Irán afirmó que: La República Islámica de Irán, como la mayor víctima de las armas químicas en la historia contemporánea y también como un firme defensor de un mundo libre de armas de destrucción masiva y promotor de Oriente Medio libre de armas nucleares, ha sido siempre pionero de la lucha contra este tipo de armas.

Según Pars Today, citando a la Dirección General de Información y Relaciones con la Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, "Seyed Abás Araqchi en un mensaje", rindió homenaje al trigésimo octavo aniversario del horrendo crimen de guerra del ataque químico del régimen baazista de Saddam contra la ciudad oprimida e indefensa de Sardasht, así como al Día Nacional de Lucha contra las Armas Químicas y Biológicas.

El texto del mensaje del ministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica de Irán con motivo del aniversario del bombardeo químico de Sardasht y el Día Nacional de Lucha contra las Armas Químicas y Biológicas es el siguiente:

En el nombre de Dios, el Todopoderoso, el Misericordioso

Conmemoramos simultáneamente el trigésimo octavo aniversario del horrendo crimen de guerra representado por el ataque químico del régimen baazista de Saddam contra la ciudad oprimida e indefensa de Sardasht, así como, el Día Nacional de Lucha contra las Armas Químicas y Biológicas, en un momento en que nuestro país sufre la agresión criminal del régimen sionista y de Estados Unidos, en la que han fallecido y resultado heridos numerosos civiles, entre ellos mujeres y niños, científicos, académicos y también valientes comandantes de nuestra querida patria. En esta ocasión, enviamos nuestras bendiciones a los puros y nobles espíritus de todos los mártires de la nación.

Treinta y ocho años han pasado desde aquel día triste, considerado uno de los más amargos durante el período de la Defensa Sagrada. Fueron días en los que el régimen baazista de Irak, con la ayuda directa o el pleno consentimiento de países occidentales como Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Francia, utilizó sin piedad armas químicas contra personas inocentes. La mancha de esta terrible atrocidad permanecerá para siempre en la frente de sus responsables y patrocinadores.

Sardasht fue la primera ciudad habitada del mundo que, el 7 de Tir del año 1366 (calendario solar), fue blanco de un crimen de guerra mediante ataques químicos por parte del régimen baazista de Saddam. El olor a gas mostaza aún puede percibirse en la memoria colectiva de sus habitantes. Es una ciudad cuyos niños, antes de aprender el alfabeto, leían la siniestra palabra "muerte" en el rostro lleno de llagas de sus madres.

Sardasht se convirtió en la Hiroshima del Oriente Medio. La historia no debe olvidar que aquellas nubes químicas que cubrieron el cielo de Sardasht provenían de fábricas pertenecientes a países europeos que se decían defensores de los derechos humanos.

A lo largo de la historia, la antigua tierra de Irán, cuna de civilización y cultura, de humanidad y ética, con una postura firme y un pecho rebosante de gloria y orgullo nacionales, ha sido testigo de heridas y dolores cuya cicatrización es difícil, casi imposible. Dolores engendrados por el aliento frío y envenenado de las armas químicas. La pura tierra de esta patria, en un silencio lleno de gritos, narra un sufrimiento grabado en el cuerpo de miles de hijos inocentes. Sardasht, al igual que el glorioso pueblo de Irán, es un ciprés que se inclinó, pero no se quebró.

La tragedia mortal del ataque químico contra Sardasht, como símbolo del uso de armas químicas contra civiles y zonas residenciales en la historia contemporánea, y la reciente agresión brutal del régimen sionista contra áreas pobladas, hospitales, centros educativos y personas no combatientes acompañada por el silencio mortal y el apoyo de los países occidentales, ha vuelto a demostrar claramente la opresión del gran y heroico pueblo de Irán, grabando en las páginas de la historia una evidencia manifiesta del fracaso de las falsas pretensiones de quienes se dicen defensores de los derechos humanos y salvadores autoproclamados del derecho internacional.  

La resistencia de Sardasht no es solo un evento histórico, sino un modelo a seguir para todos aquellos pueblos que no se doblegan ante la opresión.

El crimen del bombardeo químico de Sardasht, llevado a cabo mediante el uso de armas prohibidas, con el apoyo directo de ciertas potencias mundiales en la provisión de armamento químico a Saddam y el silencio de las organizaciones internacionales, no solo arrebató la vida de cientos de inocentes, sino que, condenó a miles a vivir con dolores y sufrimientos mortales hasta el final de sus días.  

Fue una experiencia amarga que sirvió como un fuerte recordatorio para la conciencia internacional y aceleró las negociaciones y la posterior adopción de la Convención sobre Armas Químicas en 1993. Esta convención se debe al pueblo pacífico de Irán y al clamor de justicia de sus ciudadanos, especialmente al pueblo oprimido de Sardasht.

Testimonios creíbles y pruebas documentales concluyentes indican que algunos gobiernos occidentales, especialmente Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania, ayudaron al régimen de Saddam al proporcionarle los materiales químicos, la tecnología y el equipo necesario para utilizar armas químicas contra el pueblo iraní. Ese apoyo y el repugnante silencio de la comunidad internacional dieron mayor impunidad al régimen de Saddam, animándolo a continuar con sus crímenes y violaciones al derecho internacional.

Hoy en día, el embargo de medicamentos y la prohibición del acceso libre a equipos médicos necesarios para tratar a las víctimas de ataques químicos por parte de Estados Unidos y otros países occidentales, constituye una continuación y prolongación de aquel mismo crimen de guerra.

En los últimos días, hemos sido testigos del asesinato de mujeres y niños, ciudadanos inocentes, profesores universitarios, científicos nucleares y altos funcionarios militares y gubernamentales de Irán, a manos de los terroristas más hábiles y perversos de toda la historia, ubicados en Tel Aviv. En este contexto, las mismas potencias occidentales toman partido del agresor y de hecho respaldan sus acciones agresivas y las violaciones al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.

Al mismo tiempo, los ataques del régimen sionista contra las infraestructuras básicas de nuestro país, incluidas las instalaciones de producción de sustancias químicas industriales, podrían provocar una catástrofe humanitaria y ambiental que, lamentablemente enfrenta el silencio cómplice y apoyo tanto implícito como explícito por parte de algunos países occidentales.

En este contexto, la República Islámica de Irán ha convocado a una reunión de emergencia del Consejo Ejecutivo de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), con el fin de examinar y condenar estos ataques inhumanos contra las infraestructuras esenciales del país, incluidas las instalaciones químicas industriales.

La República Islámica de Irán, como la mayor víctima de armas químicas en la historia contemporánea, es un firme defensor de un mundo libre de armas de destrucción masiva y el iniciador de la propuesta de un Oriente Medio, libre de armas nucleares. Siempre ha estado a la vanguardia en la lucha contra este tipo de armas. Irán nunca ha dejado de reivindicar los derechos de las víctimas de ataques químicos, y considera que la aplicación de la justicia es una condición esencial para evitar que tragedias como el bombardeo químico de Sardasht vuelvan a ocurrir.  

Esperamos que, gracias al esfuerzo colectivo y la voluntad común, llegue un día en que ningún ser humano sea víctima de armas de destrucción masiva, y la paz y la amistad sustituyan a la guerra y la violencia.

Una vez más, rindo homenaje a la paciencia, resistencia, solidaridad, unidad y valentía del pueblo iraní frente a la reciente agresión del régimen sionista y Estados Unidos. Asimismo, expreso mi más profundo respeto hacia todos los iraníes y especialmente hacia las fuerzas armadas del país, que dieron una respuesta digna y decidida a los agresores.