¿Será el Golfo Pérsico la tumba de EE.UU.?
(last modified Sun, 28 Jul 2019 11:00:00 GMT )
Jul 28, 2019 11:00 UTC
  • ¿Será el Golfo Pérsico la tumba de EE.UU.?

Las bases del gran Próximo Oriente se establecieron en el Pacto del Quincey (1.945) siguiendo la doctrina de los acuerdos franco- británicos Sykes-Picot de 1.916 que favorecían la división regional del poder en zonas de influencia y sustentada en el trípode EEUU-Egipto-Arabia Saudí.

Dicha doctrina consistía en la pervivencia endémica en Egipto de gobiernos militares autocráticos pro-occidentales, lo que aseguraba la supervivencia del Estado de Israel (1.948) y proporcionaba a la Marina de EEUU de un acceso privilegiado al Canal de Suez, atajo crucial para el acceso directo a los Emiratos Árabes, Irak y Afganistán, quedando como firme bastión de los intereses geopolíticos de EEUU en la zona, máxime tras la caída del Sha de Persia en 1980.

El otro pilar del acuerdo consistía en el acceso privilegiado de EEUU al petróleo de Arabia Saudí a cambio de preservar su régimen autocrático y favorecer la difusión del wahabismo (doctrina fundada por Mohamed Abdel Wahab a mediados del siglo XVIII con el objetivo de convertirse en una visión atractiva del islam y exportable al resto de países árabes), con lo que la teocracia saudí se convirtió en una potencia regional que proporcionaba a EEUU la llave del dominio energético al tiempo que servía de muro de contención de las corrientes socialistas y panarabistas. Finalmente, tras la Guerra de los Seis Días (1.967), el puzzle geoestratégico de Oriente Medio-Próximo se completó con la instauración de regímenes autocráticos y pro-occidentales en los países circundantes a Israel ( Libia, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Irak e Irán), quedando los palestinos confinados en los guetos de Cisjordania y Gaza.

 

La teoría del “caos constructivo”

La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski (1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización) y originar un caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). Así, el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”, para lo cual ,EEUU se serviría de los grupos takfiríes (especie de hidra cuya cabeza primigenia sería Al Qaeda), para mediante sus acciones terroristas destruir la imagen pacífica del Islam e impedir el enaltecimiento político del mundo musulmán quedando Irán como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de EE.UU.

 

El Plan de EE.UU. para la Partición de Siria e Irak

Tras la inanidad de la Administración Obama, la Cuarta Rama del Gobierno de EEUU (verdadero poder en la sombra que controla ya la Administración Trump), volvió a recurrir al holograma del ataque con armas químicas por parte del Ejército sirio para perpetrar un ataque mediático contra la base aérea siria de Al-Shairat, ataque que en realidad sería un aviso a Rusia, Siria e Irán de que deberán contar con EEUU en la búsqueda de un acuerdo internacional que se plasmaría en la Conferencia de Ginebra II sobre Siria (que será aplazada “sine die” por EEUU hasta que se equilibre la situación militar y que se englobaría en un escenario de solución global a los contenciosos existentes en Oriente Medio (Siria, Palestina, Irak e Irán).

Las premisas de la Administración Trump serían la defenestración de Al Asad y la posterior partición de Siria en tres partes. Así tendremos la Siria alawita, protectorado ruso que abarcaría desde la costa mediterránea hasta Alepo, el Kurdistán sirio tutelado por EEUU y la zona sunita del sur sirio que se englobaría en el nuevo Sunistán sirio-iraquí, lo que unido a la división de Irak consagraría el triunfo de los esfuerzos de Israel para la balcanización de Siria e Irak. Asimismo, la OTAN asumirá próximamente el papel de gendarme en los países árabes del arco mediterráneo con el objetivo inequívoco de establecer un anillo de seguridad que impida la salida anual de cerca de 150.000 personas rumbo a Europa. especialmente desde Libia, Estado fallido en el que el llamado Gobierno de Unidad Nacional sería impotente para controlar la anarquía reinante con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior.

Respecto a Irak, el Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo que ejercería de contrapeso al wahabismo saudí y que gravitaría en la órbita de influencia de Irán, lo que convertiría Irán en gran potencia regional en clara pugna con sus enemigos acérrimos (Israel y Arabia Saudí).

 

¿Será el Golfo Pérsico la tumba de E.UU.?

Irán adquirió una dimensión de potencia regional gracias a la política errática de Estados Unidos en Iraq, (fruto de la miopía política de la Administración Busch obsesionada con el Eje del Mal ) al eliminar a sus rivales ideológicos, los radicales talibanes suníes y a Sadam Husein con el subsiguiente vacío de poder en la zona, por lo que ha reafirmado su derecho inalienable a la nuclearización, pero tras la elección de Hasan Rowhani como nuevo Presidente electo de Irán se abrió un escenario nuevo y una oportunidad para la resolución del contencioso nuclear EEUU-Israel-Irán. Así, sería factible retomar el acuerdo de cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo y permitiría la llegada del gas iraní a la Unión Europea relativizando de paso la importancia estratégica de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP) así como el papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores de crudo a Occidente, con lo que Obama se granjeaba la enemistad de Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Árabes e Israel.

En consecuencia, el Congreso y Senado de EEUU aprobaron una declaración preparada por el senador republicano Lindsey Graham y el democráta Robert Menéndez que señalaba con rotundidad que “si Israel se ve obligado a defenderse y emprender una acción (contra Irán), EEUU estará a su lado para apoyarlo de forma militar y diplomáticamente”, previsiblemente, lo que conllevará el aumento de la presión del lobby pro-israelí de EEUU ( AIPAC) para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos. En consecuencia, el Senado de EE.UU. renovó de forma unánime hasta el 2.026 la Ley de Sanciones contra Irán (ISA por sus siglas en inglés) y tras el lanzamiento de un nuevo misil balístico por Irán, Trump ha ampliado las sanciones contra varias empresas iraníes relacionadas con los misiles balísticos sin violar el Acuerdo Nuclear firmado entre el G+5 e Irán en 2.015 , conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés), aunque todo ello tan sólo serían simples fuegos de artificio para distraer la atención del maquiavélico Plan esbozado por la Alianza anglo-judía en 1960.

Siria sería tan sólo el cebo para atraer tanto a Rusia como a China e Irán y tras desencadenar una concatenación de conflictos locales (Yemen, Qatar, Gaza y Líbano), desembocar en un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años con el objetivo inequívoco de implementar el Gran Israel (“ Eretz Israel”). Dicha guerra será un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia e involucrará a ambas superpotencias teniendo como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).

Por:GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ-Analista

Las opiniones y conclusiones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de ParsToday en español.

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