Manos extranjeras en protestas buscan desestabilizar desde dentro Irak y Líbano
(last modified Sun, 17 Nov 2019 07:29:29 GMT )
Nov 17, 2019 07:29 UTC

ParsToday-  Entrevistador (E): Estimados oyentes saludos desde Teherán, esta vez, el analista en temas políticos Juan Alberto Sánchez Marin (JASM) nos atiende desde Colombia para abordar los recientes acontecimientos en Irak y El Líbano.

En contexto, desde principios de octubre, El Líbano es escenario de masivas protestas por la precaria situación económica y la subida de los impuestos. Ante la continuación de las manifestaciones, el primer ministro libanés, Saad Hariri, presentó su renuncia y la de todo el Gobierno. Pese a que el Gobierno libanés, presidido por Michel Aoun, ha aprobado una serie de reformas, siguen las protestas.

En Irak también se han registrado protestas populares por demandas populares, incluso el primer ministro ha planteado varias reformas para responder al pedido de los manifestantes, pero estos siguen saliendo a las calles, Luis Alberto ¿Qué nos puede comentar al respecto?

JASM: El gran riesgo de esta situación es que ambos países sean conducidos al desastre. Que luego de unas manifestaciones en contra de la corrupción, las dificultades económicas y una serie de molestias sociales, todo sea manipulado, mal enfocado, y los países vayan a dar a la devastación.

Han sido obligados a renunciar, tanto el primer ministro libanés, Saad al-Hariri, como el premier iraquí Adil Abdul-Mahdi, en acontecimientos que se han precipitado sumamente rápido.

El presidente Michel Aoun, no obstante, continúa recibiendo el apoyo de buena parte de la población, que más bien ve en él a alguien que está haciendo esfuerzos para enfrentar una corrupción que lleva años enraizada.

Se está presionando en El Líbano la pronta formación de un nuevo gobierno, que satisfaga las demandas de los manifestantes, pero en realidad se está tratando de configurar un gobierno sin la presencia de Hezbolá.

Desde su renuncia, Hariri plantea la formación de un gabinete favorable a Washington, que amenaza con la adopción de medidas económicas contra el país, como las de presión financiera que ya ha venido efectuando.

Hezbolá, por su parte, ha hecho explícita su intención de participar aún más activamente en el próximo gobierno, en representación de una parte importante de la sociedad libanesa.

Algo similar ocurre en Irak, un gobierno que le ha resultado incómodo a EE.UU., Israel y Arabia Saudita, y que han recurrido al mecanismo de infiltrar las protestas de la población, ocasionando sucesos muy violentos.

En conclusión, creo que los riesgos de ambos países son grandes, donde una escalada de la violencia no va a beneficiar a ninguno de los pueblos, y, en cambio, sí podría ser muy conveniente para algunos intereses foráneos.

E: Ahora ¿qué opina de la denuncian de ambos Gobiernos, sobre intentos para abusar de las manifestaciones, y que apuntan a EEUU?

JASM: Hace unos dos meses, Israel adelantó ataques aéreos contra tres países: Siria, Irak y El Líbano. ¿Fueron maniobras casuales? Desde luego que no. Hay quienes vieron en ellas intentos de Netanyahu por brindar una imagen de fuerte en una contienda electoral difícil y ataque que lo acusaban de débil.

 

Pero es más que eso. Al igual que hace casi quince años, como hace casi cinco años, y como hace unos meses, se trata de operaciones de desestabilización dirigidas contra países que configuran un eje de poder contrario a los intereses de control político y económico de Estados Unidos.

Esos tres países, en sus gobiernos u otras fuerzas determinantes de poder internas, además, son defensores inequívocos de la causa palestina y son cercanos a Rusia, y, especialmente, a Irán, que a su vez constituye el obstáculo más importante para los afanes de dominación regional del eje Israel, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Así que no sólo son varios los interesados en provocar una alteración política y social en El Líbano e Irak, sino que son demasiados y variados los móviles, las motivaciones para hacerlo.

No les funcionaron a Estados Unidos y sus aliados los planes de cambio de gobierno y de fragmentación de Siria mediante la invasión y la guerra frontal. No le ha funcionado a la monarquía saudita la despreciable guerra contra Yemen.

Y son manidas y están probadas las estrategias utilizadas por Estados Unidos para acentuar y conducir los descontentos hacia la violencia, manipular las inconformidades de los pueblos e infiltrar las protestas.

A través de este tipo de artilugios, otros ponen los muertos. Mecanismos de destrucción en los que actúan, codo a codo, organismos de inteligencia internacionales, como la CIA y el MOSSAD, con apartados nacionales de represión o sabotaje, según lo que convenga; agencias de cooperación y humanitarias con líderes o autoridades a sueldo; asesores externos con grupos locales debidamente adiestrados.

Hablemos de El Líbano. Esta no es la primera vez que el premier libanés, Saad Hariri, renuncia a su cargo. A finales de 2017, el ex primer ministro fue secuestrado en un hotel en Riad, torturado por un asesor cercano al príncipe heredero Muhamad bin Salman, y obligado a renunciar al cargo, tal como lo denunció a mediados de este año la relatora especial de Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales.

Este tampoco es el primer intento de desestabilización del país desde adentro.

Recordemos el asesinato del también ex primer ministro Rafik Hariri, precisamente, el padre de Saad,  en 2005, con serios indicios de que se trató de una acción llevada a cabo por el servicio de inteligencia israelí, el Mosad.

Está la llamada “Revolución de los Cedros”, desencadenada, entre otras causas, a raíz de aquel asesinato, y que se enmarca dentro de las mal llamadas “Primaveras árabes”, las cuales, si bien en algunos casos y en sus comienzos pudieron tener un contenido válido y popular, todas terminaron siendo manipuladas y no siendo más que estrategias injerencistas arregladas desde Estados Unidos.

No olvidemos tampoco que hace cuatro o casi cinco años, también se presentaron esas protestas masivas, tanto en El Líbano, como en Irak.

Los pretextos, parecidos: en Irak, una corrupción enquistada en el gobierno, en el Ejército y en todas las instituciones; en El Líbano, las basuras, y, en realidad, también la enorme corrupción. Y, en esencia, inconformidades manipuladas desde afuera.

Es decir, los antecedentes de lo que pasa en El Líbano y en Irak son claros, repetidos y muy parecidos.

Ahora bien, en El Líbano, el centro del objetivo es golpear a la fuerza rebelde Hezbolá, el poderoso movimiento de resistencia que constituye un freno para las esos propósitos imperiales de Estados Unidos y de contrapeso para Israel. Y el mecanismo óptimo no son otros que la desestabilización del país y la gestación de una confrontación interna.

En abril de este año, la estación de televisión libanesa, Al-Jadeed, y el portal Geopolitics Alert, revelaron que el Secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, habría entregado, al presidente libanés Michael Aoun, un documento estadounidense-israelí con el detalle de los planes para generar una guerra civil en el Líbano con operaciones encubiertas de falsa bandera y una posible invasión israelí.

Según el documento, los EE.UU. invertirían 200 millones de dólares en las Fuerzas de Seguridad Interna (ISF) con el pretexto de mantener la paz, pero en realidad para crear división y un conflicto sectario.

En el caso de Iraq, además, vaya casualidad, las revueltas comienzan poco después de que el gobierno le solicita al gobierno estadounidense que retire las tropas de su territorio. Pero, además, a pocos días de que el gobierno local denunciara ante diferentes instancias que los estadounidenses evacuaban a los terroristas liberados de Siria hacia Irak.

Para finalizar, me parece importante señalar, en relación con el manejo mediático, como la gran prensa occidental manipula el tema, con un despliegue enorme que desvirtúa el sentido y exigencias de las marchas, y trata de acallar las voces que ofrecen otras perspectivas del tema de fondo y de las reivindicaciones exigidas. Twitter, por ejemplo, suspendió de repente y sin explicación todas las cuentas de la cadena libanesa Al Manar.

Así que no me cabe duda de que en el desarrollo y curso de los recientes eventos en El Líbano y en Irak intervienen varias, poderosas y activas manos foráneas.

E/NL