Cumbre de Liga Árabe en Túnez; más allá de desavenencias
Pars Today – La cumbre de los Jefes de Estado de la Liga Árabe concluyó el pasado domingo en Túnez, pero fue un fracaso.
Esta fue la tercera vez que Túnez albergó la cumbre de los jefes de Estado de la Liga Árabe; antes lo hizo en 1979 y 2004. La 30.ª cumbre que tuvo lugar en el país norteafricano demostró más que nunca que el mundo árabe enfrenta dos complicados desafíos internos.
El primer reto fue la fuerte diferencia de opiniones entre algunos miembros de la Liga Árabe respecto a los actuales problemas que afectan al mundo árabe. Uno de los principales indicadores del institucionalismo es la adopción de políticas comunes por parte de los miembros de cada institución. Pero la cumbre puso de relieve que los integrantes de la Liga Árabe no solo no tienen puntos de vista comunes sobre asuntos regionales, sino que también estos puntos de vista son totalmente contradictorios.
Por eso, cuando el secretario general de la Liga Árabe acusó a Turquía e Irán de intervención en el mundo árabe, el emir de Catar, Sheij Tamim Bin Hamad, abandonó la cumbre.
El Gobierno catarí ha denunciado reiteradas veces que Arabia Saudí se inmiscuye en los asuntos internos de los países árabes de la zona y es el principal responsable de las tensiones actuales en las relaciones de los Estados árabes y de la violencia y la crisis humanitaria en países como Yemen.
El dirigente catarí abandonó la cumbre de Túnez en condiciones en que, por un lado, no pronunció su discurso en el evento y, por el otro, ésta fue la primera vez que Tamim Bin Hamad y el rey saudí, Salman Bin Abdelaziz, asistían a una reunión conjunta. Dicho de otra forma, el emir de Catar abandonó la cumbre de Túnez pese a la presencia del monarca saudí, lo que envió a este último el mensaje de que el mundo árabe está entrando en una nueva etapa, en la que los gobernantes de otros países ya no obedecerán las políticas de Riad.
Otro importante reto interno del actual mundo árabe que sobresalió en la cumbre de ayer domingo fue que hay un gran conflicto entre la declarada política y la que se está ejerciendo por parte de la mayoría de las naciones árabes. En el evento, todos los líderes árabes compartieron la misma opinión sobre el Golán y Al Quds (Jerusalén) y se opusieron a la decisión de Trump de reconocer esos altos como territorio israelí. Pero en la declaración final de la cumbre que hubiera podido servir como una medida práctica ante los movimientos de Trump contra la integridad territorial de los países árabes, no se anunció ningún plan vinculante para los miembros de la organización panárabe.
Condenar las medidas de Trump y del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu a través de declaraciones políticas no solo no ayudará a recuperar los territorios árabes ocupados por Israel, sino que incluso persuaden a EE.UU. y el régimen sionista para que repitan semejantes actos. Lo importante es que, en la cumbre, pese a que se defendió la soberanía siria sobre el Golán, ese país no fue invitado al evento.
Otro punto al respecto es que ciertos gobernantes árabes en sus discursos solo hicieron breves referencias a la cuestión palestina, y aquellos que hablaron de este tema tampoco aludieron a la Gran Marcha del Retorno en Gaza y a los crímenes que Israel ha cometido contra los palestinos en el último año.
Otro asunto es que el fugitivo expresidente yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi, estuvo presente en la cumbre, pero no habló de la guerra de la coalición saudí contra su país, la cual ha provocado la mayor catástrofe humanitaria en el mundo, toda vez que él mismo combate junto a esa coalición contra el pueblo yemení.
Los desafíos internos y las fuertes paradojas de enfoque entre los países árabes que caracterizaron la cumbre de ayer del bloque árabe, demostraron que las condiciones actuales del mundo árabe van más allá de las tensiones entre los países y amenazan con convertirse en una crisis.
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