ESTADOS UNIDOS E IRÁN: FUERZAS ENCONTRADAS
Irán ha venido asumiendo una actitud soberana frente a unas políticas estadounidenses sumamente drásticas e injustas, basadas en el chantaje y orientadas a conseguir un sometimiento total.
Estados Unidos, más que abandonar el Plan de Acción Integral Conjunto, violentó un tratado al que se llegó luego de una década de arduas e intensas negociaciones.
Es que no hablamos de un acuerdo al que surgió de manera fortuita o de afán, sino de un proceso del cual el propio Estados Unidos fueron arte y parte.
Un atropello que no sólo va en contra del criterio de los propios aliados europeos, que favorecen la conservación del Pacto, sino que desconoce el cumplimiento absoluto de lo convenido por parte de Irán, como lo ha ratificado en incontables ocasiones la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Con tal actitud, Estados Unidos no sólo adoptó una disposición unilateral dañina para la paz regional y que atenta contra la estabilidad mundial, sino que minó su propia credibilidad como nación seria en asuntos internacionales.
Estados Unidos se ha caracterizado a los largo del tiempo por la falta de respeto hacia la jurisprudencia y los acuerdos internacionales, si no le son directamente favorables, o si van en contravía de sus intereses financieros, económicos y geopolíticos.
Así ha sido siempre y por eso su historia es una sucesión de invasiones a países que intentan construir el futuro de forma autónoma y de injerencias en los asuntos internos de las naciones cuyos gobiernos no se doblegan ante sus mandatos.
Pero en ese concierto de incumplimientos, amenazas y abusos, seguramente, el gobierno de Donald Trump ha llevado a niveles extremos la peligrosa maniobra.
Si bien Trump anunció desde la campaña presidencial y en los inicios de su mandato que no inmiscuiría a Estados Unidos en nuevas guerras y que sus tropas abandonarían países como Irak y Afganistán, la realidad ha sido bien distinta.
No es para menos. La actual Administración estadounidense tiene en las entrañas a personajes bastante proclives a la guerra, poderosos halcones que defienden los grandiosos intereses del complejo industrial militar, como Bolton, el asesor de Seguridad, Pompeo, el secretario de Estado, y Patrick Shanahan, el secretario de Defensa.
Del mismo modo que tiene adentro y alrededor los garantes de los intereses sionistas, como Bolton y el propio yerno de Trump, Jared Kushner, declarados enemigos de Irán, que ven en la nación persa un obstáculo para el dominio regional.
A Estados Unidos le resulta cada vez más difícil ocultar la situación de crisis que afrontan como superpotencia única mundial en lo económico y lo financiero, e incluso en lo militar.
Situación complicada que, claro está, viene de varios años atrás, pero que en la presidencia de Trump se han agudizado, mediante la adopción de políticas temerarias, a veces improvisadas, a veces arrogantes.
Un frente de guerra tecnológico y comercial con China, tensiones con Rusia, asedios a Irán y Venezuela, amenazas a México y Cuba, chantajes y presiones a Europa, en fin.
Medidas y ataques que pueden ser un búmeran y que en todo caso están presionando a la configuración de coaliciones de todo tipo, y que probablemente desembocarán en la consolidación de un importante y vigoroso eje que les permita a los pueblos amenazados contrarrestar las nocivas acciones en auge.
Nuevas alianzas son necesarias, así como la creación de nuevas estructuras de comercio y de mecanismos de intercambio y almacenamiento de valor, que permitan la sustitución del dólar y la liberación del sistema Swift, los recurrentes artilugios de intimidación y extorsión de Estados Unidos.
Como dice la frase popular, no se tropieza dos veces con la misma piedra. Los dirigentes de Irán tienen claro que Estados Unidos no es un país digno de confianza. Hace poco tendía una mano, mientras con la otra firmaba el mantenimiento e incremento de las sanciones.
Tanto Estados Unidos, como Israel y Arabia Saudita, son países con gobiernos de extrema derecha que son más débiles de lo que aparentan y con problemas a su interior. Una circunstancia que, precisamente, los hace más azarosos y aventurados.
Trump tiene enfrente unas elecciones y el panorama no se le presenta claro. El gobierno de Netanyahu está carcomido por la corrupción y a su partido, el Likud, le surge de sus bases una nueva y activa derecha. La casa de Saúd cubre con represión la falsa solidez.
Todos estos elementos inciden en la política estadounidense para el Oriente Medio, y son determinantes para el mantenimiento del ambiente de zozobra regional y de las intimidaciones contra Irán.
La presión, desde luego, afecta la cotidianidad y el desarrollo normal del país persa. No ha elegido Irán ni su gobierno ese camino. Lo ha dispuesto el afán de dominación de fuerzas extranjeras calculadoras y ambiciosas.
No obstante, esas funestas medidas también le dan fuerza a la cohesión de un pueblo milenario, culto e inteligente, con un profundo sentido de autodeterminación y dignidad, que sabe con claridad cuál es el propósito de Estados Unidos y sus aliados, y adonde conducen a los pueblos sus planes imperiales.
Por: Juan Alberto Sánchez Marín. Periodista y director de cine y televisión colombiano
(Especial para la Voz en español de ParsToday de RII)
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