Músico japonés: Irán es mi segundo hogar
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Kazune Iwasaki, músico y profesor de música japonés
Pars Today - Kazune Iwasaki, músico y profesor de música japonés, ha dedicado años de su vida en aprender la música tradicional iraní y a enseñarla en Japón.
Kazune Iwasaki, intérprete japonés de santur, es una de las figuras más destacadas en la introducción de la música iraní a la sociedad japonesa. Según Pars Today, Iwasaki, quien conoció el santur a través de uno de sus maestros iraníes, quedó tan fascinado por el instrumento que decidió viajar a Irán para profundizar en su conocimiento. Iwasaki vivió y estudió en Irán durante muchos años y domina el persa. Actualmente dirige una escuela de música en Japón llamada Pardis y presenta el santur al público oriental y occidental mediante conciertos y colaboraciones en proyectos internacionales.
“La Gran Época” ha hablado de aspectos de su vida en una entrevista exclusiva con este músico japonés.
¿Cómo conoció el santur y fue lo que le llamó su atención?
Estudiaba etnomusicología en la Universidad de Música de Osaka. Una de nuestras profesoras era iraní y tocaba el santur. El objetivo de este curso era introducir a los estudiantes a la música no occidental. Al elegir este curso, conocí el santur por primera vez y me fascinó de inmediato. Puede parecer extraño, pero mi interés por el santur es infundado. A veces amamos algo con intensidad sin encontrarle una razón clara. Para mí, el santur fue como un rayo que me impactó de repente. La atmósfera que creaba este instrumento me fascinó por completo.
¿Qué factores te llevaron a viajar a Irán para aprender a tocar el santur en profundidad?
Después de graduarse en la Universidad de Osaka, iba a trabajar en una empresa dedicada a sistemas de sonido para salas de conciertos. Dos semanas antes de empezar a trabajar, hice un viaje de diez días a Irán, que fue mi primera experiencia en el país. Este viaje cambió por completo mi perspectiva. La cultura, el estilo de vida de la gente y escuchar música tradicional iraní en espacios públicos como hoteles y restaurantes fueron una experiencia nueva e impactante para mí. Por otro lado, mi tesis trataba sobre la música tradicional iraní y la obra del maestro Javad Marouf, y pensé que sería una pena escribir sobre ella sin conocer Irán. Este recorrido marcó un antes y un después en mi vida. A lo largo de él, exploré las ciudades de Shiraz, Yazd, Isfahán y Qom.
¿Cómo fue vivir y estudiar en Irán? ¿Qué desafíos y recuerdos tienes de esa época?
Viajé a Irán de joven, lo cual tuvo un gran impacto en mi experiencia de vida allí, y por eso considero a Irán mi segundo hogar. Sin embargo, empezar mi vida en Irán no fue fácil. Pensé que podría ingresar fácilmente a la Universidad de Teherán y estudiar música, pero todo fue más complicado de lo que imaginaba. Uno de los profesores me dijo que tendría dificultades sin saber persa. Al principio, pensé que podría aprender algo imitando o simplemente escuchando, pero pronto me di cuenta de que tenía que aprender persa desde el principio. En aquel entonces, solo conocía el alfabeto y algunas frases sencillas. Sin embargo, la amabilidad de la gente y la ayuda que me brindaron me motivaron aún más.
¿Afectaron las diferencias culturales entre Irán y Japón a tu comprensión de la música?
Durante mis estudios en Irán, me esforcé por tocar como los músicos iraníes. Dado que los iraníes conocen esta música desde la infancia, también intenté aplicar el mismo método imitando de cerca a los maestros. Pero al regresar a Japón, decidí incorporar mi identidad japonesa a mi música. El resultado de este esfuerzo fueron actuaciones como el concierto "Silk Road", que se formó con el acompañamiento de músicos de diferentes culturas. También interpreté la parte del santur en la música de películas como el documental Shunga o el anime Spice and Wolf. En estas obras, intenté preservar la atmósfera del santur iraní en el ambiente cultural de Japón y lograr una fusión original.
¿Tiene algún recuerdo especial de su tiempo en la Universidad de Teherán que le haya quedado grabado?
Llevaba una grabadora a cada sesión y la dejaba junto al profesor para poder escucharla muchas veces en casa después, porque me costaba entender sus palabras. Una de sus palabras en las últimas sesiones siempre ha permanecido en mi mente: “La música iraní no es algo que se pueda aprender con lógica o como las matemáticas. Esta música no se puede enseñar sólo como un sistema académico árido”. En aquel momento, no entendía el significado de esta frase, pero más tarde la comprendí plenamente. La música iraní se ha transmitido de generación en generación y tiene un espíritu vibrante y dinámico.
¿Intenta combinar la música iraní con elementos de la música japonesa?
Aunque el santur es un instrumento iraní, evoca una sensación nostálgica en el oído japonés. Quizás las similitudes con el koto sean la razón de esta sensación. Como japonés, la lealtad a mis raíces es importante para mí. Aunque aprendí música iraní en Irán, me gustaría reflejar más mi identidad en mis obras futuras. Muchos artistas iraníes interpretan música tradicional de forma excelente, pero yo quiero crear algo especial. Alguien que ha escuchado música desde su infancia en Japón y luego aprendió el santur en Irán puede crear música que sea una combinación única de estos dos mundos. Me gustaría crear obras con mi propia firma.
¿Tiene algún proyecto futuro que ayude a dar a conocer la música iraní a nivel mundial?
Próximamente se estrenará un documental sobre el kabuki, un teatro tradicional japonés, en el que he interpretado fragmentos de música iraní con el santur. Aunque la película es japonesa, la atmósfera de la música será iraní.
¿Conclusión?
Mis raíces japonesas, junto con vivir en Irán y aprender música iraní, me enseñaron que experimentar diferentes culturas manteniendo la propia identidad puede brindar libertad; una libertad que lleva a la innovación y a la creación de obras únicas.