Merkel y Sánchez acuerdan reforzar el eje antixenófobo en la UE
Ambos mandatarios acordaron impulsar un aumento de los fondos europeos para Marruecos, el país clave para controlar la presión migratoria sobre el sur de España
“Ha llegado un punto en que decir que un inmigrante es un ser humano es criticado en algunos sectores”, dijo sábado Angela Merkel, medio en broma medio en serio, durante la reunión con Pedro Sánchez en Sanlúcar de Barrameda, centrada en la inmigración. Preocupados por el giro xenófobo de parte de la opinión pública europea y de varios Gobiernos, Merkel y Sánchez pactaron reforzar el eje antirracista que promueven con Francia y Portugal. Su sintonía fue total en un viaje muy simbólico de la canciller a Doñana. Ambos además acordaron impulsar más fondos para ayudar a Marruecos a controlar sus fronteras.
El acuerdo evidente entre Merkel y Sánchez en el tema clave de la Unión Europea, la política migratoria, no se queda solo en gestos. Hay dinero detrás. La canciller hizo una visita de fin de semana completo con su marido a Doñana, donde veranea el presidente, en plena polémica por la llegada de migrantes a las costas de Andalucía —casi el triple que el año pasado, hasta convertir a España en el país que más recibe, superando a Italia, según datos de Acnur— y ambos acordaron impulsar un notable aumento de los fondos europeos para Marruecos, el país clave para controlar la presión migratoria sobre el sur de España. Merkel y Sánchez no quisieron concretar cantidades, pero el acuerdo, del que Alemania sería el principal financiador, llegaría hasta 130 millones de euros y contaría con el apoyo de Francia, según fuentes del Gobierno.
“Estamos tratando de desbloquear fondos europeos para dar más medios a Marruecos”, señaló Sánchez. “Marruecos es un socio clave con el que no solo hablamos de inmigración. También queremos aumentar la cooperación económica. Alemania hará su aporte. Actuamos de manera coordinada con España. Estoy muy contenta de que compartamos con España el mismo enfoque sobre una política migratoria común”, remató Merkel.
Todos los caminos en este momento conducen a Marruecos. El giro de la política italiana, con un Gobierno abiertamente xenófobo que ha decidido cerrar los puertos para los barcos de las ONG que rescatan migrantes en el Mediterráneo, está desplazando la presión desde Libia hacia Marruecos y desde allí hacia España. Merkel, visiblemente satisfecha del discurso europeísta de Sánchez, se mostró muy dispuesta a ayudarle en todo lo que necesite.
El dinero llegaría a Marruecos a través del fondo fiduciario de emergencia para los países africanos. Marruecos se queja de que solo recibe 35 millones de euros de ese fondo mientras otros países como Turquía o Libia han recibido mucho más. Marruecos está a la cola de los que más reciben. Alemania y España están de acuerdo en aumentar esa partida a 130 millones hasta colocarlo entre los primeros, ya que es el que más presión tiene ahora. La última palabra la tiene la Comisión Europea, pero con el respaldo de Alemania y Francia, principales financiadores, parece muy probable que se logre ampliar en breve.
Merkel y Sánchez están en el reducido grupo de presidentes, con el francés y el portugués, que no se ha entregado al discurso duro sobre inmigración. Pero ambos sufren presiones internas por ello. Es un asunto tan crítico que nadie garantiza que la opinión pública alemana o española no den un giro en los próximos años y acaben como la italiana. Por eso ambos se necesitan y se unen contra la ola xenófoba.
La UE “tiene unos valores claros y uno de ellos es la defensa de la dignidad humana y tomar en serio los derechos humanos, por eso luchamos de forma radical contra el racismo”, insistió Merkel. Pero ella tiene problemas serios dentro de su propio Gobierno para mantener su discurso sobre política migratoria. Y Sánchez recibe ahora presiones muy fuertes tanto del PP como de Ciudadanos por lo que consideran una posición demasiado blanda. “Pido al PP que no haga oposición al Estado en temas como la inmigración o la política de acercamiento de presos, porque entran en contradicciones con lo que ellos mismos hicieron. Le he ofrecido un pacto de Estado al PP sobre inmigración”, recordó el presidente.
Sánchez no quiere contestar con dureza a Pablo Casado para no colocar el foco en un debate negativo sobre la inmigración, como ha sucedido en otros países con consecuencias políticas nefastas, explican en su entorno. Pero si sigue creciendo la ola de la oposición en este asunto tal vez tenga que hacerlo, rematan.
Pese a pertenecer a familias políticas diferentes, Merkel y Sánchez mostraron una gran cercanía. “Este es un Gobierno europeísta y Europa necesita del liderazgo de Alemania. España quiere ser parte activa de este debate. Aquí hay un europeísmo a prueba de cualquier retroceso”, insistió Sánchez.
“Todos obtenemos ventajas de la libre circulación en la UE, así que todos debemos repartirnos de manera justa a los inmigrantes. Aún no hemos hallado la solución. El sistema de Dublín [que obliga a los refugiados a permanecer en el país donde piden asilo] no funciona”, admitió Merkel.
La cumbre informal del 20 de septiembre, bajo presidencia austriaca, un país con la extrema derecha presente en el Gobierno, se adivina tormentosa. Merkel y Sánchez afianzaron en Doñana el grupo de antixenófobos, pero están en minoría.