Ocho millones de alumnos vuelven al colegio con miedo
Sep 07, 2020 12:59 UTC
Varias CCAA retrasan la vuelta y renuncian a que todos los alumnos estén presencialmente en clase. Celaá ha dejado en manos de los centros la adaptación del temario no impartido desde marzo
Más de ocho millones de alumnos comienzan a partir de esta semana un curso escolar en el que no podrán darse abrazos, ni jugar al balón, ni compartir el bocadillo. Tras medio año sin pisar un aula, los padres volverán a llevar estos días a sus hijos al colegio con incertidumbre y temor al contagio por Covid-19, ha reportado El Mundo.
Los directores de los centros han trabajado a contrarreloj en la última semana para separar los espacios, dividir comedores, duplicar las entradas y distribuir los horarios. Todas las asociaciones de familias y de profesores denuncian al unísono la «tardanza» y la «falta de liderazgo» del Gobierno y de las CCAA.
Porque el pasado día 27, a tan sólo tres semanas de la vuelta a las aulas, el Ejecutivo se limitó a modificar mínimamente el protocolo de junio, pensado más para un escenario de nueva normalidad que para una segunda ola.
Ahora ha establecido que los niños lleven mascarilla desde los seis años y que los grupos burbuja lleguen hasta los ocho años, en vez de hasta los 12, como inicialmente se preveía.
Pero el curso comienza sin tests o PCR masivas, sin enfermeros, sin un protocolo común de absentismo, sin una bajada de ratios en toda España (aunque se contratarán a 40.000 profesores) y sin un plan B de educación online por si los alumnos tienen que volver a estudiar en casa como en marzo, una posibilidad que la ministra Isabel Celaá descarta.
Es más, en la Conferencia de Presidentes del viernes, Pedro Sánchez pactó con las CCAA que éstas no puedan decidir por su cuenta el cierre generalizado de sus escuelas y tengan que consultar a las demás. Un nuevo confinamiento está, de momento, descartado, y sólo se clausurará un colegio cuando haya una transmisión «descontrolada». En el caso de que esto ocurra, el Gobierno estudia permisos retribuidos para los padres de niños en cuarentena, una exigencia de regiones como Cataluña que ha servido a Podemos para presionar nuevamente a Sánchez.
A la izquierda y derecha del Ejecutivo hay malestar porque no se han cumplido al 100% ninguno de los dos objetivos esenciales que se había marcado para septiembre: el comienzo de curso en los plazos previstos y la presencialidad.
Por un lado, Asturias, Madrid, Murcia, la Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares, Canarias y el País Vasco han tenido que retrasar o escalonar el regreso a clase porque no les da tiempo.
Por otro lado, a pesar de que Celaá descartó su idea inicial de que hubiera turnos rotatorios para que unos alumnos estudiaran en el colegio y otros en casa, esta posibilidad finalmente se ha permitido. Madrid, La Rioja, la Comunidad Valenciana o Murcia son regiones que contemplan la semipresencialidad en alguna de sus etapas.
Las diferencias entre CCAA son muy significativas y todas han coincidido en la necesidad de buscar más «criterios comunes», sin conseguirlo. Hasta el Defensor del Pueblo ha tenido que intervenir para instar a los gobiernos central y autonómicos a ponerse de acuerdo.
Y es que el sentir de la comunidad educativa es que las administraciones «se han ido pasando la pelota» unas a otras y, al final, el grueso de la tarea ha recaído en los colegios. La ministra, por ejemplo, ha dejado en manos de cada centro decidir cómo se adapta el programa de estudios para recuperar todos los contenidos no enseñados durante el curso pasado.
Lo que más preocupa ahora no es tanto lo académico como las garantías sanitarias en el regreso. Son tantas las familias que han manifestado su intención de no llevar a sus hijos a la escuela que la Fiscalía ha tenido que coordinar una actuación común: perseguirá aquellos casos que no tengan «una justificación clara y terminante». Celaá ha amenazado a los padres insumisos: «Se tomarán medidas si es preciso».
El curso va a estar lleno de desencuentros, tensión y sobresaltos. La nueva ley educativa que se debatirá en el Congreso añadirá más leña al fuego de la confrontación política y traerá pocas soluciones prácticas, ya que se redactó antes de que la pandemia transformara la escuela.
N/FSH/C