¿Es Estados Unidos una democracia o una república de multimillonarios?
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Pars Today – Mientras que hace un siglo apenas el 0,25 % de los fondos electorales en EE. UU. provenía de los bolsillos de las 100 personas más adineradas, hoy en día, un dólar de cada 13 gastados en campañas federales sale directamente de las cuentas de los multimillonarios; una transformación que el Washington Post ha calificado como la «toma de la política estadounidense por parte de los milmillonarios».
(last modified 2025-11-27T11:51:17+00:00 )
Nov 27, 2025 11:43 UTC
  • ¿Es Estados Unidos una democracia o una república de multimillonarios?

Pars Today – Mientras que hace un siglo apenas el 0,25 % de los fondos electorales en EE. UU. provenía de los bolsillos de las 100 personas más adineradas, hoy en día, un dólar de cada 13 gastados en campañas federales sale directamente de las cuentas de los multimillonarios; una transformación que el Washington Post ha calificado como la «toma de la política estadounidense por parte de los milmillonarios».

En años recientes, Estados Unidos ha sido testigo de profundas metamorfosis en su estructura de poder político; cambios en los que los superricos han adquirido un papel protagónico. Un artículo del Washington Post titulado «Cómo los multimillonarios se apoderaron de la política estadounidense» examina este fenómeno y, basándose en estadísticas precisas, demuestra cómo la concentración de la riqueza en manos de una pequeña minoría desafía la democracia norteamericana. El texto, fundamentado en datos electorales y económicos, retrata un sistema político donde la influencia financiera ensombrece no solo los comicios, sino también la formulación de políticas e incluso los nombramientos gubernamentales.

Según los datos del rotativo, los cien estadounidenses más opulentos financiaron solo el 0,25 % del total de los gastos electorales federales en el año 2000, es decir, unos 46 millones de dólares. Sin embargo, en 2024, esta cifra se disparó al 7,5 %, superando los 1100 millones de dólares.

El promedio de las donaciones anuales de este grupo entre 2000 y 2010 rondaba los 21 millones de dólares, pero en la última década, dicha cifra creció constantemente hasta alcanzar su cúspide en 2024. Este incremento supera con creces el crecimiento general de los electorales y denota la creciente dependencia de los partidos respecto a los magnates. De hecho, uno de cada 13 dólares desembolsados en las elecciones es financiado por los estadounidenses más acaudalados. Esta influencia no es meramente monetaria, sino ideológica y estructural. En 2024, más del 80 % de las contribuciones de los cien más ricos se destinaron a republicanos o grupos conservadores; un cambio notable respecto a 2020, cuando los multimillonarios del sector tecnológico y financiero aportaron 186 millones de dólares más a los demócratas. Elon Musk, el hombre más rico del mundo, donó por sí solo 294 millones de dólares a Trump y a los republicanos durante las presidenciales, asegurando a cambio su paquete salarial de un billón de dólares en Tesla.

Las estadísticas revelan que esta injerencia tiene sus raíces en cambios estructurales. Desde 2010, fallos judiciales como el de «Citizens United contra la Comisión de Elecciones Federales» permitieron a sindicatos y corporaciones gastar sin límites, convirtiendo a los Super PACs en herramientas poderosas. Como resultado, desde 2015, al menos 44 multimillonarios o sus cónyuges han accedido a cargos estatales o federales.

En la ceremonia de investidura del segundo mandato de Trump, estuvieron presentes 17 milmillonarios con activos superiores al billón de dólares, entre ellos Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Bernard Arnault, Tim Cook y Rupert Murdoch. Asimismo, el gabinete de Trump, con un patrimonio neto de 7500 millones de dólares, es el más rico en la historia de EE. UU. e incluye a varios magnates. Desde una perspectiva histórica, esta situación evoca la «Edad Dorada» (Gilded Age), época en la que la riqueza se concentraba en una minoría.

Hoy en día, 902 multimillonarios estadounidenses poseen más de 6,7 billones de dólares en activos, el doble de la cantidad ajustada por inflación de hace una década. Esta concentración es fruto de la revolución tecnológica, el aumento de los salarios de los directores ejecutivos y la reducción de impuestos bajo ambos partidos. Trump prometió en 2016 luchar contra las élites, pero en su segundo mandato, los plutócratas han ganado una influencia patente en la Casa Blanca.

El resultado de esta tendencia es el desmoronamiento de la confianza pública en las instituciones legales de Estados Unidos. Una encuesta del Washington Post-Ipsos en 2024 mostró que la mayoría considera «muy negativo» el aumento del gasto de los multimillonarios en las elecciones, y solo el 12 % aprueba su impacto positivo. Esta situación empuja a la democracia estadounidense hacia una oligarquía. La influencia de los magnates en la política no solo hace que las elecciones en EE. UU. sean más costosas y desiguales, sino que moldea las políticas a favor de una pequeña minoría. En 2024, Trump recaudó de los ricos 15 veces más dinero que en 2016, y Kamala Harris tres veces más que Hillary Clinton en 2016. Si esta tendencia no se detiene con reformas fundamentales, como la imposición de límites a los Super PACs, Estados Unidos se convertirá cada vez más en una «República de multimillonarios».