Nov 04, 2019 15:10 UTC

ParsToday - El 4 de noviembre es el aniversario del exilio del Imam Jomeini en 1964, el aniversario del martirio de 65 estudiantes en 1979, y el aniversario de la toma del “nido de espionaje” (embajada) de EE.UU. en Teherán en 1979. El "Día de Alá" del 4 de noviembre refleja las posiciones del pueblo iraní frente a la Arrogancia global, encabezada por EE.UU.

El ayatolá seyed Ali Jamenei, Líder Supremo de la Revolución Islámica de Irán, en declaraciones con motivo del 4 de noviembre, denominado "Día Nacional de la Lucha contra la Arrogancia", consideró los tres sucesos del 4 de noviembre de los años 1964 y 1979 como signos del profundo y constante desafío entre la nación iraní y EE.UU.
 
Un estudio sobre las raíces de los tres citados acontecimientos demuestra el profundo reto entre Teherán y Washington. Durante más de seis décadas, los estadounidenses han recurrido a todo tipo de actos provocadores y hostiles contra Irán.
 
Desde el punto de vista de la cultura política, la "arrogancia" significa la hegemonía, la colonización y la explotación cultural, política y económica de los pueblos por parte de una minoría opresora y especuladora, lo que puede presionar, oprimir y explotar a las naciones. Básicamente, toda opresión contra los pueblos no es más que la especulación, y ese es el caso de las potencias arrogantes que, lo único que les importa son sus propios intereses materiales y sus objetivos hegemónicos.
 
La historia política de Irán demuestra que antes del triunfo de la Revolución y durante los años en que la dictadura de los Pahlavíes gobernaba Irán, los estadounidenses saqueaban el país. También en los apasionados días de la Revolución, los peones del gobierno norteamericano se pusieron del lado de los agentes del régimen para reprimir de cualquier forma posible el movimiento islámico y el movimiento anti-arrogancia del pueblo. Pero a pesar de todos los complots, la Revolución Islámica dio sus frutos. Con la victoria de la Revolución Islámica, comenzó una nueva época de hostilidad por parte de EE.UU. Algunos meses después del triunfo de la Revolución, la embajada de EE.UU. en Teherán se convirtió en el "centro de espionaje y organización de los opositores a la revolución".
 
En su primera reacción a la toma de la embajada de su país, el entonces presidente de EE.UU. Jimmy Carter impuso sanciones económicas contra Irán y congeló los activos iraníes en los bancos estadounidenses y los bancos extranjeros establecidos en el país norteño, y luego decidió cortar las relaciones diplomáticas con Irán.
 
Como reacción, el Imam Jomeini, líder de la Revolución, declaró: "Si Carter en su vida ha hecho algo bueno a favor de los oprimidos, eso es, el corte de relaciones diplomáticas. Nosotros consideramos esta medida de Washington como una buena noticia, ya que apunta a que la Casa Blanca ya no se hace ilusiones respecto a Irán. En repetidas ocasiones, he advertido que nuestra relación con gobiernos como el de Estados Unidos es como la relación de un pueblo oprimido con potencias hegemónicas”.
 
Poco después de la toma de la embajada estadounidense en Teherán, salió a la luz otra gran conspiración de Washington contra Teherán.
 
Los norteamericanos dieron luz verde a Sadam Husein, el criminal, para invadir Irán, lo que abonó el terreno para el ataque del régimen baasista iraquí al país persa. Con el apoyo de Estados Unidos y algunos regímenes en la región, se impuso una guerra contra Irán que duró ocho años.
 
Medidas tales como la subversión suave desde dentro, el uso de la fuerza militar, amenazas y sanciones para cambiar el sistema de la República Islámica, destacan entre los elementos que forman parte del fundamento intelectual de los funcionarios estadounidenses en su mirada hacia Irán. La persistencia de las políticas hostiles de Washington contra la nación iraní no deja lugar al optimismo. La memoria histórica del pueblo persa no ha olvidado nada significativo en la historia contemporánea.
 
Desde hace años y desde la toma de su embajada por parte de los “estudiantes musulmanes seguidores de la línea del Imam Jomeini”, Estados Unidos adoptó amplias medidas políticas y militares; desplegó su flota militar en el Golfo Pérsico y se expresó listo para atacar Irán en cualquier momento, pero todos estos escenarios fallaron.
 
El fracaso del ataque militar estadounidense en el desierto de Tabas en Irán, el fracaso del golpe de Estado llamado “Niqab” (“máscara”en español), el intento por aislar a Irán en las escenas internacionales y colocar a Irán en la lista del “eje del mal”, fueron algunas de las medidas hostiles y agresivas de EE.UU. contra Irán después de la victoria de la Revolución Islámica.
 
El líder supremo de la Revolución, el ayatolá Jamenei, dice al respecto: "Algunas personas creen que la hostilidad que realizan en nuestra contra es porque hemos desafiado y hemos instigado a todo el mundo; pero esto no es cierto, no fuimos nosotros los que iniciamos la pelea, sino que fueron ellos (los estadounidenses), al difamar, al imponer sanciones y al dar refugio a los enemigos de la nación iraní".
 
Estados Unidos, incluso apoyó los actos sediciosos y los disturbios callejeros en Irán. La hostilidad norteamericana contra Irán no es una novedad; este asunto histórico ya ha quedado claro para todo el mundo.
 
En este sentido, se puede referir a un artículo de John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, publicado en agosto de 2017, en el National Review, donde al destacar la necesidad de que EE.UU. lance una campaña global contra Irán, escribe: “El gobierno, a través del Consejo de Seguridad Nacional, debería desarrollar un plan táctico en el que se valga de todos los medios diplomáticos disponibles para apoyar nuestra decisión, incluyendo lo que nosotros  recomendamos a otros países; pero Estados Unidos debería liderar este proceso; esto requiere de mucho tiempo y esfuerzo y de la cooperación de todas las embajadas de EE.UU. en todo el mundo y de las autoridades en Washington”.
Los movimientos revolucionarios y la resistencia del pueblo iraní después de la victoria de la Revolución ante las tramas de Washington pusieron de relieve que la nación iraní no sucumbirá a la coerción y el chantaje de EE.UU. y no permitirá que ellos vuelvan a dominar a Irán como en el pasado.
Algunos teóricos políticos, como Zbigniew Brzezinski, se han referido a la resistencia de Irán a la hegemonía estadounidense como "una constante amenaza para los intereses occidentales en la región".
A su vez, el filósofo francés Michel Foucault ve este fenómeno como la realización del espíritu colectivo de una nación que, con su líder irreconciliable, cree en el rechazo al dominio del Occidente y de cualquier país extranjero sobre los destinos de Irán.
Según el Dr. Johnson, el despertar islámico ha crecido considerablemente en todo el mundo afectando la influencia y los intereses occidentales; el despertar islámico es una fuerza dinámica, influyente y entusiasmada, capaz de luchar contra los intereses del Occidente en todo el mundo islámico; la comunidad musulmana ya ha abandonado ese estado de debilidad convirtiéndose en una potencia.
Está a la vista de todos que la hostilidad estadounidense se debe la defensa de Irán de los oprimidos contra los opresores y el mantenerse fiel a los principios e ideales de la Revolución contra la Arrogancia mundial.
 
El paso del tiempo también demostró que Irán no se ha desviado de los valores revolucionarios y no va a ceder a los intimidadores, al tiempo que también hace uso de métodos modernos,eficaces y apropiados para insistir en principios inalterables como combatir a la Arrogancia
 
La nación iraní está decidida a mantener en su futura historia, la lucha contra la opresión y la Arrogancia.
 
El gobierno de EE.UU., como el país más poderoso del mundo, está haciendo todo lo posible para devorar los recursos materiales de los países bajo su dominio. Estados Unidos es el enemigo número uno de los pueblos privados y oprimidos del mundo. Washington no tiene ningún escrúpulo para cometer cualquier crimen para mantener su dominio político, económico, cultural y militar sobre el mundo.
 
Estos hechos reflejan la actitud de los gobernantes estadounidenses hacia otras naciones, la cual conducen a cualquier  tipo de relación para lograr sus objetivos específicos de dominación.
 

 

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