Ene 08, 2020 06:45 UTC

Haj Kamal roció su cara con la mano, sonrió y preguntó con una cara sorprendida: “¿mi opinión sobre Haj Qasem? Pues, no hace falta opinar; en 1997 fue designado como el jefe de las Fuerzas Quds del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) por orden del Líder supremo.

Muchos de los combatientes de la División 41 de Saralá se pusieron molestos, ya que creían que no verían mucho a Haj Qasem, pero los chicos más cercanos a él estaban seguros de que su carácter no iba a cambiar. Y así fue. Nos reuníamos con Haj Qasem dos o tres veces al año. Nadie lo olvidó durante estos años. Todos los combatientes veteranos son buenos; no quieren minimizar el valor de sus compañeros de armas, pero Haj Qasem era diferente de los demás”.
Haj Kamal es uno de los combatientes veteranos de la División 41 de Saralá, nacido en la provincia de Kermán; un amigo cercano del general Soleimani.
Estos días, muchos de los combatientes veteranos sienten nostalgia por los frentes de guerra y hablan de sus antiguos compañeros de armas. Como si, tras el martirio del general Soleimani, se repitiera para todo el mundo los días de la Revolución y de la defensa sagrada. Los corazones duelen y les hierve la sangre. Como si las vidas se hubieran inyectado de nuevo a las venas del Islam y todos estuvieran preparados para defender el Islam.
 
Dos veces al año, Haj Qasem organizaba en su casa actos religiosos por los mártires de Karbala (donde cayó mártir el Imam Husein), así como ceremonias por el aniversario del fallecimiento de Fátima az-Zahra (la paz sea con ella), hija del Profeta del Islam y por el mes de ayuno de Ramadán. Este tipo de actos jugaba, de hecho, el papel de asamblea general de los muchachos de la época de la guerra (con Irak).
Mohammad Sharif Shahmoradi, comandante del batallón 420 de la División 41 de Saralá, y combatiente minusválido del periodo de la Defensa Sagrada, es uno de los compañeros de Haj Qasem que se conmovió al escuchar la noticia de su martirio el viernes 3 de enero.
Shahmoradi dice: “El pasado mes de Ramadán fue cuando nos reunimos por la última vez con Haj Qasem, quien nos habló de Nahj al-Balagha (una célebre recopilación de sermones, cartas, exégesis coránica y narraciones del Imam Ali) y nos recordó las enseñanzas morales. También habló un poco sobre la guerra de Siria e Irak, pero con mucha discreción y sin mencionar los detalles. Luego, como siempre, los combatientes veteranos charlaron entre sí y regresamos a casa. Solíamos ver a Haj Qasem dos veces al año, pero ahora sentimos que nos hemos quedado huérfanos”.
 
Quizás mucha gente conoce a Haj Qasem por sus sacrificios militares, pero además, este mártir disfrutaba de una elevada personalidad cultural. El comandante mártir era muy activo en el ámbito cultural, especialmente en lo que se refiere a mantener viva la memoria de los mártires. Fue pionero en las actividades culturales, tanto que se puede decir que ha sido uno de los comandantes más culturales del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica. Siempre era considerado como un refugio para los corazones afligidos de los hijos y familias de los mártires.
La historia del general Soleimani es una historia de amor. Dio sentido al amor dándole dirección. Amaba los corazones afligidos y rotos. Todo el mundo sabía que nada más entrar Haj Qasem en la reunión de las familias de los mártires, el orden se perturbaba, ya que los hijos de la familia corrían para sentarse a su lado como si hubieran visto a su padre.
Era tan amable que los niños, que antes estaban sentados callados en un lado, ya no escuchaban a los mayores y no los podías encontrar en el lugar donde estaban. Aquel día sucedió lo mismo. Aunque el comandante Soleimani entró desde el final de la sala y se sentó calladito en una silla, uno de los niños lo vio y con el grito infantil de “¡Hola, Haj Qasem!”, toda la sala quedó llena de salavat (saludos al profeta del Islam). Tanto que nadie ya no podía oír lo que decía el orador. Al ver esta situación, el orador pidió al comandante que se colocara ante la tribuna. Nadie podía controlar a los niños, ya que les encantaba charlar y tomarse fotos con él.  La verdad es que todas las familias de los mártires estaban acostumbradas a reunirse así con el comandante, sin ninguna formalidad; solo querían hablar con él para desahogarse.  El comandante organizaba encuentros con las familias de los mártires los días de fiesta para alegrar a los hijos de los defensores mártires de los santuarios sagrados (ubicados en Siria e Irak). Todos sabían bien esto.
 
En la ceremonia de la conmemoración del mártir Soleimani, Fatemé Yafari, esposa del mártir Ansari, dijo: “Estamos reunidos esta noche como si una gran familia hubiera perdido a su padre. Quizás así nuestros corazones se inquieten un poco. Nosotros entendemos bien el dolor uno del otro y el dolor de nuestros hijos. Si bien el martirio era deseo del general Soleimani, nuestros hijos volvieron a lloraron; los más pequeños agarraron el chador (velo islámico) de sus madres y  lloraron, y los mayores apretaron más firme las botas de combate”.
En la cultura islámica, atender a huérfanos es una condición para entrar al paraíso, mientras que oprimirlos, violar sus derechos y apropiarse de sus bienes provoca castigo divino. El cariño y la atención favorecen el crecimiento de cada ser humano. Sin duda, tal exigencia es más intensa en los niños. Los padres son las mejores personas para eliminar este vacío tratando con cariño a sus hijos. El que queda privado de esta bendición cuando niño, es sediento de cariño y caricia.
 
Haj Qasem, como si fuera un psicólogo hábil, se esforzaba por cubrir las necesidades de los huérfanos, particularmente los hijos de los mártires; los abrazaba, les daba de comer con su propia mano y los acariciaba; y se ponía contento al ver por un momento la sonrisa del hijo del mártir. Era tan cariñoso que incluso una vez durante la oración diaria, tomó una flor que le dio un hijo del mártir.
Haj Qasem no solo era la figura iraní más popular según todos los sondeos, sino que también formaba parte de las personalidades más populares en la región, por lo que era objeto de ira de los enemigos más malvados de las naciones. Este valiente comandante había optado por la yihad o guerra santa. Según el Imam Ali (saludos de Dios a él): “La yihad es una de las puertas del paraíso, que Dios ha abierto a sus sirvientes especiales”. Soleimani neutralizó reiteradas veces los complots de EE.UU e Israel en El Líbano, Palestina, Irak y Siria. En Irak, contribuyó a la unidad entre los chiíes y el acercamiento a los kurdos y parte de la población sunita, lo que tuvo como resultado la estabilización de la situación política en Irak, contra la voluntad de las fuerzas de ocupación. El general Soleimani siguió enfocado en esta importante tarea también en las últimas semanas.
 
Otro golpe importante que los enemigos nunca olvidarán, fue la eliminación del grupo terrorista EIIL (Daesh, siglas en árabe) en Irak y Siria. El comandante Soleimani estaba en medio del campo de batalla, donde nunca se puso el uniforme militar, toda vez que su principal papel era lograr la movilización popular en la región. Ahora, en el siglo XXI y cientos de kilómetros más lejos de las fronteras de Irán, jóvenes creyentes, comprometidos y revolucionarios para proteger la seguridad del país, se encuentran combatiendo al enemigo para neutralizan sus planes.
Estos días pasan y aumenta nuestro sufrimiento por la pérdida del general Soleimani. Un sufrimiento apasionado y profundo. Pero de cada gota de su sangre, crece se vuelve fértil un árbol, y el espíritu de despertar y conciencia envuelve a la sociedad. Desde ya, el niño del mártir grita: “El mundo debe saber que si nos han quitado a Qasem Soleimani, nosotros, los niños, nos criaremos como él. Sepan que soy un Qasem Soleimani”.
 
P/FE/RH 

 

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