Oct 22, 2020 06:05 UTC

ParsToday - Tras la retirada de EE.UU. del acuerdo nuclear iraní, de nombre oficial Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés), en el marco de la campaña de máxima presión, Washington comenzó a imponer las sanciones más duras y extensas contra Irán.

La administración del presidente norteamericano Donal Trump afirma que, de esta forma, obligará a Teherán a ceder a sus 12 demandas, planteadas por el secretario de Estado Mike Pompeo en mayo de 2018.
 
 
 
Pompeo, anunció entonces una lista de 12 demandas a Irán como condición previa para las negociaciones de Washington con Teherán, lo que, por supuesto, fue ridiculizado por muchos analistas y medios de comunicación.
 
 
 
En este contexto, Pompeo pidió el cese total del programa nuclear de Irán, el cese y restricciones al programa de misiles y el fin de las medidas regionales de Irán. De hecho, Pompeo quería que Irán se doblegase por completo ante el país norteño.
 
 
 
Sin embargo, la resistencia ejemplar del pueblo iraní a estas sanciones ha llevado a la Administración Trump a la desesperación; a tomar medidas provocadoras como colocar al Cuerpo de Guardianes de Revolucionaria Islámica (CGRI) en la lista de organizaciones terroristas; a asesinar al general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds del GCRI; a sancionar a funcionarios de alto rango iraníes y a imponer, de vez en cuando, sanciones a bancos, empresas y nuevas personas físicas y jurídicas bajo distintos pretextos.
 
 
 
El controvertido presidente estadounidense Donald Trump cree que al decretar las sanciones más severas contra Irán, sin precedentes en la historia, obligará a Teherán a sentarse a la mesa de negociaciones y llegar a un nuevo acuerdo nuclear con él.
 
 
 
Empero, un vistazo a los 40 años de confrontación entre Irán y Estados Unidos, pone de relieve que la nación persa nunca ha cedido a la presión de Washington.
 
 
 
Entretanto, EE.UU. es muy consciente del poder militar disuasorio de Irán y sabe que debe pagar un alto precio por cualquier aventurerismo militar contra este país. Por eso, busca lograr sus objetivos antiraníes ejerciendo el poder semi-duro, es decir, el poder económico, en forma de las sanciones más severas contra Irán.
 
 
 
Una mirada a la tendencia al alza de las sanciones antiraníes de Washington durante los últimos dos años y algunos meses demuestra que las mismas no se limitan a aspectos económico, comercial y bancario.
 
 
 
En la actualidad, EE.UU. ha impuesto sanciones a personas físicas y jurídicas en todos los aspectos vinculados a Irán, incluyendo el político, el judicial, el de derechos humanos, el cibernético, el nuclear, etc., y de vez en cuando anuncia nuevas penalizaciones.
 
 
 
El senador demócrata estadounidense Chris Murphy ha criticado las políticas extremistas de Trump hacia Irán, diciendo que solo lo han fortalecido. Murphy tuiteó que "la política de Trump con respecto a Irán no ha hecho nada más que hacerlo más fuerte y hacer más débil a EE.UU.”.
 
 
 
Uno de los aspectos más importantes de la campaña de sanciones del Gobierno de Trump contra Irán ha sido sus continuos esfuerzos para extender el embargo de armas a este país durante el último año y medio, que, desde luego, han chocado con sucesivos fracasos.
 
 
 
Antes de que el embargo en cuestión terminara el pasado 18 de octubre en virtud de la Resolución 2231 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), que endosó el JCPOA de 2015, la Administración Trump afirmó que, según el mismo documento, aún era un participante del pacto nuclear iraní, por lo que se reintroducirían, a partir del 20 de septiembre, las sanciones internacionales contra Irán al vencer un plazo de un mes, en el marco del llamado mecanismo “snapback”, o el mecanismo de reanudación automática para restablecer todas las sanciones de las Naciones Unidas anteriores al año 2015 contra Irán.
 
 
 
Desde luego, este controvertido alegato de la Administración Trump chocó con el rechazo global, por lo que Washington intentó consolidar esta falsa afirmación anunciando nuevas sanciones contra Teherán y, en este sentido, el 21 de septiembre decretó sanciones contra 27 individuos e instituciones relacionadas con el programa nuclear y balístico de Irán. Según la orden ejecutiva de Trump, se congelarán los activos de los involucrados en el suministro, venta o transferencia de armas convencionales a Irán. Además, aquellos que brinden capacitación técnica y financiera en esta área, también están sujetos a sanciones. A su vez, el secretario de Estado Mike Pompeo advirtió que cualquier comercio de armas con Irán enfrentaría castigos punitivos estadounidenses.
 
 
 
Sorprendentemente, Pompeo anunció que el presidente venezolano Nicolás Maduro también sería sancionado por fortalecer los lazos con Irán.
 
 
 
Ya se esperaba que Washington establecería nuevas sanciones, particularmente en los sectores de defensa, armamento y nuclear de Irán, para mantener su prestigio y afianzar su alegato ilegal sobre el regreso de las sanciones internacionales contra Irán. Este esfuerzo de Washington es para salir del aislamiento internacional, provocado por las políticas unilaterales y coercitivas de la Administración Trump.
 
 
 
Ni el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) ni la mayoría de sus 5 miembros permanentes y 10 no permanentes, incluidos los rivales y los socios de EE.UU., aceptaron la afirmación de Washington sobre el restablecimiento de las sanciones de la ONU contra Irán, incluyendo el embargo de armas, lo que obligó a la Administración Trump a declarar de manera unilateral que las sanciones volverían a entrar en vigor a partir del 20 de septiembre.
 
 
 
Washington argumentó que la restauración de las sanciones de la ONU contra Irán no requería consenso entre los miembros del Consejo de Seguridad.
 
 
 
Desde luego, EE.UU. procedió a buscar excusas porque incluso sus socios europeos no estaban dispuestos a apoyarlo.
 
 
 
Elliott Abrams, nuevo enviado especial de EE.UU. para Irán, admitió que Washington estaba decepcionado con los países europeos en lo referente a mantener el embargo de armas a Irán.
 
 
 
Al mismo tiempo, Washington ha adoptado un enfoque amenazante, alertando que cualquier país que no cumpla con este embargo, no tendría derecho a comerciar con EE.UU. La amenaza tiene como objetivo disuadir a los fabricantes de armas y equipos militares o de equipos nucleares de hacer negocios con Irán.
 
 
 
De hecho, buena parte de las nuevas sanciones estadounidenses está destinada a evitar que empresas y países extranjeros vendan o compren armas a Irán.
 
 
 
La vocera del Departamento de Estado norteamericano, Morgan Ortega, precisó al respecto que cualquier país que quiera hacer negocios con EE.UU. debe cumplir con las sanciones contra la República Islámica.
 
 
 
Eric Brewer, subdirector del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en EE.UU., describió la orden ejecutiva de Trump para imponer nuevas sanciones a Irán como "una farsa" y dijo: "Parece ser que las nuevas penalizaciones van destinadas fundamentalmente a personas u organizaciones anteriormente sancionadas, además de que estas sanciones hubieran podido imponerse sin la necesidad de restablecer las sanciones contra Irán y de acuerdo con las órdenes ejecutivas existentes".
 
 
 
Pese a este nuevo esfuerzo de Washington, el fuerte rechazo de Rusia y China al nuevo movimiento antiraní de la Casa Blanca indica que ellas no hacen caso a las amenazas de sanciones de Estados Unidos. Washington afirma que Moscú y Pekín quieren vender armas a Irán después del fin del embargo de armas, que acabó el 18 de octubre.
 
 
 
Refiriéndose a los recientes comentarios del Secretario de Estado Pompeo de que Washington impedirá la venta de armas rusas y chinas a Teherán, Kurk Dorsey, profesor de ciencias políticas en la Universidad de New Hampshire, dijo: “No sé cómo EE.UU. puede hacer eso. ... Ningún país se preocupa más por estas amenazas”.
 
 
 
De hecho, esta afirmación es para sugerir que Teherán depende de importaciones de armas, mientras que, en los últimos 40 años por enfrentar todo tipo de embargo de armas, Irán ha considerado que el remedio es lograr la autosuficiencia interna y ha podido dar grandes pasos en el desarrollo y la fabricación de una variedad de armas e incluso en estos momentos cuenta con un notable potencial para exportar toda clase de armas.
 
 
 
Mientras tanto, también en el sector nuclear, la nación persa ha fabricado todo tipo de equipos nucleares, sobre todo centrifugadoras avanzadas, demostrando que las sanciones contra este sector son una herramienta ineficaz para bloquear el progreso nuclear del país.
 
 
 
Consecuentemente, las nuevas medidas restrictivas de EE.UU. no han agregado nada nuevo a las sanciones anteriores ni podrán obstaculizar los impresionantes avances en los sectores nuclear y de armas de Irán.
 
 

 

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