Ago 03, 2020 08:06 UTC
  • 14ª  aniversario de la guerra de 33 días; objetivos de Israel, motivos de su derrota y las consecuencias (2)

ParsToday- El 12 de julio de 2006, el régimen israelí comenzó una guerra contra el Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), que terminó 33 días después, el 14 de agosto, con la derrota de la entidad sionista.

Con motivo del 14ª aniversario de esta guerra, la semana pasada abordamos los objetivos que seguía Israel en esa contienda, así como las causas de su derrota en la misma.  Ahora, nos vamos a enfocar en las consecuencias estratégicas de este fracaso.
 
Las repercusiones estratégicas de la guerra de 2006 se puede analizar en tres niveles:  A nivel interior, a nivel regional y a nivel extrarregional.
 
 
A nivel interno: Hezbolá y la estructura del poder en El Líbano
 
 
Con la "Guerra de Julio" (en árabe, Harb Tamuz), Israel buscaba destruir a Hezbolá y alterar la composición demográfica del sur de El Líbano. Musa Qusayr, un combatiente de Hezbolá, dice lo siguiente sobre el objetivo del régimen sionista en la guerra de 33 días contra El Líbano: "Israel y EE.UU. convinieron después del año 2000 en que Hezbolá debería ser eliminado de El Líbano. Lo asemejaron a una serpiente con su cabeza en Teherán, su cuerpo en Siria y su cola en El Líbano, por ende el lugar más adecuado para dañar a esta serpiente era su cola, ya que la cercanía de El Líbano a Israel, suponía una amenaza más grande para ellos".
 
 
La victoria de Hezbolá en esa guerra lo cambió todo drásticamente. Su posición en el interior de El Líbano cambió, y su triunfo otorgó autoestima al pueblo libanés.
 
 
Los libaneses confiaron en el poderío de Hezbolá para defender las fronteras del país, lo que quedó probado en las segundas elecciones parlamentarias libanesas después de la guerra de 2006.
 
 
Si bien los opositores internos a Hezbolá, con el pleno apoyo de los adversarios extranjeros, especialmente Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, intentaron empañar la imagen de este partido-milicia en los comicios de mayo de 2018, la Coalición de la Resistencia obtuvo una mayoría absoluta en el Parlamento al obtener 68 de los 128 escaños.
 
 
Los opositores a Hezbolá, que perdieron esas elecciones, se aprovecharon de las protestas internas desde octubre de 2019 para tratar de reducir el peso de Hezbolá y de la Resistencia en la estructura del poder de El Líbano.
 
 
Pero finalmente y con el apoyo de la Coalición de la Resistencia, el gabinete de Hassan Diab se formó en enero de 2020, marcando otra derrota política para los opositores a Hezbolá.
 
 
Sin lugar a dudas, estos éxitos políticos son el resultado y logro de la victoria en la guerra de 33 días y del fortalecimiento del papel defensivo de Hezbolá en El Líbano.
 
 
Consecuencias de la guerra de 33 días a nivel regional
 
 
Las implicaciones más importantes de la guerra de 2006 ocurrieron a nivel de la región de Asia Occidental. El primer resultado de esa contienda fue la derrota de la leyenda de la invencibilidad del Ejército israelí ante los ejércitos árabes.
 
 
Desde 1948 hasta los Acuerdos de Camp David en 1978, el régimen sionista libró cuatro guerras contra los Estados árabes en 1948, 1956, 1967 y 1973, saliendo victorioso de casi todas ellas, lo que causó desesperación en el mundo árabe llevando a algunos países árabes a transigir con Tel Aviv.
 
 
La entidad sionista tuvo tres guerras con El Líbano: 1982, 2000 y 2006. En la guerra de 1982, que duró tres años, inicialmente logró una victoria relativa, pero finalmente y con la consolidación de las fuerzas de Hezbolá, se vio obligado a retirarse de la mayoría de las zonas ocupadas y tampoco logró sacar a Siria de El Líbano.
 
 
La guerra de 2000 fue el comienzo de la derrota de Israel en la guerra con los árabes. El 25 de mayo de 2000, los combatientes de Hezbolá lograron forzar al régimen sionista a retirar sus tropas del sur libanés.
 
 
Este retiro humillante, que tuvo lugar después de 22 años de la ocupación del sur de El Líbano, abonó el terreno para grandes cambios en la región de Asia Occidental.
 
 
La guerra del año 2006 complementó la gran victoria de Hezbolá del 2000 contra el régimen ocupador de Al-Quds (Jerusalén). En ese conflicto, no solo la invencibilidad del Ejército israelí se convirtió oficialmente en una idea falsa, sino que también fueron sacados a la luz los puntos débiles del régimen.
 
 
El segundo resultado estratégico de la guerra de 2006 fue que después de la misma, el régimen sionista nunca se atrevió a lanzar una nueva ofensiva contra Hezbolá.
 
 
De hecho, el régimen sionista llegó a la conclusión de que enfrentaba con un rival militarmente poderoso, un actor político intransigente y un actor con ideología y perspicacia.
 
 
El tercer resultado estratégico de esa guerra en la región de Asia Occidental fue el fortalecimiento del Eje de la Resistencia en esta zona. Hezbolá expandió la geografía de su actividad y su misión desde 2011. En Siria, jugó un papel significativo y constructivo en la lucha contra el terrorismo.
 
 
Ello otorgó peso y una destacada posición a los grupos de resistencia, especialmente a Hezbolá, en Asia Occidental, lo que derivó en serios cambios en el equilibrio de poder en la región.
 
 
El Eje de la Resistencia es testigo de la proliferación de los actores y el claro crecimiento de su posición regional. El poderío militar de los grupos de la Resistencia en Asia Occidental ha aumentado tanto que fallaron completamente los planes separatistas de las potencias occidentales y del régimen sionista, en países como Irak y Siria, a través del grupo terrorista EIIL (Daesh, siglas en inglés).
 
 
Desde 2006, el Eje de la Resistencia ha ido convirtiéndose en uno de los actores más influyentes de Asia Occidental, mientras que se suponía que se crearía el Gran Medio Oriente eliminando a la Resistencia. Hoy por hoy, un Medio Oriente "sin el Eje de la Resistencia" es inconcebible.
 
Consecuencias extrarregionales de la guerra de 2006
 
 
Una de las secuelas más importantes de la guerra de 2006 a nivel extrarregional fue la anulación y, en cierto modo, el nacimiento sin vida del proyecto del nuevo Oriente Medio, promovido por EE.UU.
 
 
En 2006, cuando las bombas israelíes caían sobre el pueblo de Beirut, la entonces secretaria de Estado norteamericana Condoleezza Rice defendió esa acción de Tel Aviv diciendo con plena autoconfianza que "éste es el dolor del parto del nuevo Medio Oriente".
 
 
Transcurridos 14 años de esa guerra, se puede decir que la primera versión del nuevo Medio Oriente falló en 2006, y hoy en día somos testigos de la nueva versión al fortalecerse el Eje de la Resistencia y al debilitarse el eje de transigencia en Asia Occidental, y presenciamos el fracaso de las políticas de EE.UU. en esta región, sobre todo en Siria e Irak, donde ya se están escuchando los murmullos de "El Medio Oriente sin Estados Unidos".
 
En el nuevo Medio Oriente, se han formado nuevas alianzas, entre cuyas características más importantes destacan: la brecha dentro del eje de transigencia; la revelación del complot árabe-israelí; el fin de las relaciones secretas de países árabes con el régimen sionista y, sobre todo, la gestación geopolítica de la Resistencia. Indudablemente, el punto de inicio de estos cambios fue la derrota de Israel en la guerra de 33 días.
 
Otro punto a destacar es que la guerra de 33 días fue la derrota simultánea de Israel y Estados Unidos, toda vez que estalló por orden directa de Washington.
 
 
Otra vez, Musa Qusayr, un combatiente de Hezbolá, comenta que "tras la disputa de Hezbolá con el régimen sionista sobre el canje de prisioneros, el primer ministro israelí Ehud Olmert lanzó una ofensiva a gran escala contra El Líbano por orden directa del entonces presidente estadounidense George W. Bush".
 
 
La verdad es que hoy en día, la posición de EE.UU. en la región de Asia Occidental está en declive, lo que se inició con la guerra de 33 días.

 

P/FE/JP

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