En este programa seguimos abordando la ignorancia de los gobiernos antiislámicos occidentales sobre el asesinato de musulmanes en Myanmar.
Los musulmanes en todos los países del mundo, ya sea de mayoría o minoría, viven pacíficamente junto a los seguidores de otras religiones. Esta vida pacífica y reconciliadora continúa en muchos países del mundo. Pero la ola de islamofobia de las últimas dos décadas se ha extendido a muchas partes del mundo. Gran Bretaña, Estados Unidos y otros países occidentales, por diversas razones, después de la victoria de la Revolución Islámica de Irán y, más intensamente después del fin de la Guerra Fría y el colapso de los regímenes comunistas, intentaron mostrar una cara extremista y violenta de las enseñanzas justas y pacificas del Islam. Así, la islamofobia, y tras de esta, una política de antiislámica en el marco de objetivos a largo plazo, fueron promovidas para justificar las políticas de los gobiernos occidentales en los países islámicos. El Occidente, con el colapso del bloque oriental, necesitaba un enemigo para avanzar sus objetivos de largo plazo en los países islámicos, por lo que la islamofobia y el anti-Islam fueron la base de su política de hostilidad. Esta política de los gobiernos occidentales en otras partes del mundo también ha tenido efectos devastadores en la vida de los musulmanes, especialmente de las minorías. Hoy en día, los musulmanes rohingyas son asesinados en Myanmar sólo por profesar su religión.
Si la minoría musulmana rohingya tuviera una religión distinta del Islam, seguramente, habría sido distinta la reacción de los gobiernos occidentales y de las organizaciones humanitarias. Aunque el reciente asesinato de musulmanes en Myanmar y el desplazamiento de decenas de miles de ellos, contrario al pasado, ha provocado una ola de solidaridad de diferentes países del mundo. Sin embargo, la ola de simpatía no ha ido más allá y el gobierno de Myanmar y la figura ilustre en este gobierno, Aung San Suu Kyi, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 1991 no han sido criticados oficialmente por ningún gobierno u organización internacional, especialmente, de los gobiernos occidentales. Incluso algunos estadistas, en una reunión con Aung San Suu Kyi, de alguna manera, han tratado de dirigir la reciente masacre de musulmanes, a una situación provocada por esta misma etnia rohingya.
El primer ministro indio, Narendra Modi, después de conversaciones con Aung San Suu Kyi, apoyó las posiciones del Gobierno de Myanmar contra los musulmanes rohingyas. El Gobierno birmano afirma que el ataque de un grupo rebelde rohingya a la policía, el 26 de agosto pasado, es la razón del enfrentamiento contra esta minoría musulmana. Según estadísticas oficiales, más de 400 rohingyas han sido asesinados recientemente. Por supuesto, según estadísticas no oficiales, el número de muertes supera el millar. Algunos informes indican que el ejército birmano ha quemado cadáveres de muchos musulmanes para eliminar las huellas de un crimen masivo.
Como los musulmanes rohingyas carecen de cualquier documento de identidad, no se puede tener un balance real de los asesinatos. El Gobierno de Myanmar no reconoce a la minoría musulmana como sus ciudadanos, por eso, en la práctica, los rohingyas carecen de derechos de ciudadanía. Los budistas de Myanmar afirman que los musulmanes son extranjeros y, por tanto, consideran legítimo y permisible cualquier comportamiento inhumano y discriminatorio contra esta etnia islámica. No hay datos precisos sobre la población musulmana de Myanmar, pero se estima en 1,1 millón de personas. Casi todos los musulmanes rohingyas viven en la provincia de Rajine, sita en la costa occidental de Myanmar. Rajine es una de las provincias más desfavorecidas de Myanmar, donde la mayoría de los musulmanes rohingyas viven en campamentos y no tienen derecho a salir de esta zona sin el permiso del Gobierno central. Según documentos históricos, los musulmanes rohingyas se han establecido en Myanmar desde el siglo XII. La mayoría de los musulmanes rohingyas emigraron en busca de trabajo a Myamar hace cientos de años, entre 1824 y 1948, durante la dominación británica de la península india, en ese entonces Myanmar era conocido como Birmania y era una capital provincial de La India bajo dominación de británica, por lo que la inmigración de los musulmanes rohingya era considerado un desplazamiento interno. En 1947, Myanmar dejó el dominio colonial de Gran Bretaña y se declaró independiente. En Myanmar había y hay muchos anti musulmanes entre los budistas. Después de la independencia de Myanmar, la inmensa mayoría de los musulmanes quedaron despojados de la ciudadanía de Myanmar, y el gobierno de Myanmar los consideraba inmigrantes que habán llegado de forma "ilegal" desde La India y Bangladés durante la dominación británica. Aunque a los musulmanes rohingyas se les dieron inicialmente tarjetas de identidad e incluso la ciudadanía por lo que algunos también llegaron al parlamento, el golpe militar cambió todo en 1962. A partir de ese momento, todos los ciudadanos debían tener una tarjeta de identificación nacional, mientras que a los rohingyas solo se les daban tarjetas que los describía como extranjeros.
En los últimos años, la ola de islamofobia y anti-Islam en Occidente, se han extendido a Myanmar entre los budistas extremistas y, más que nunca, los musulmanes han sido objeto de ataques racistas y violentos. Sin embargo, en los recientes asesinatos de musulmanes de Myanmar, el Gobierno de Myanmar participa oficialmente. Anteriormente, el ejército de este país asiático era el único observador del violento comportamiento de los budistas contra los musulmanes. Ahora, con el pretexto de contener a grupos extremistas musulmanes, los militares están involucrados en las masacres de los rohingyas. Aldeanos musulmanes que lograron escapar de la provincia de Rajine y entraron en Bangladés, han denunciado que soldados birmanos queman sus casas y matan a los musulmanes. Según el Observatorio de Derechos Humanos, las imágenes tomadas de satélite de los pueblos pertenecientes a la minoría rohingya corroboran la destrucción y quemas del 99 % de esa región. El periódico británico The Guardian informó que miles de personas en la provincia de Rajine o en la frontera entre Myanmar y Bangladés están muriendo de hambre, privadas de necesidades básicas como medicinas y agua potable.
Muchos pensaron que terminado el golpe de Estado del gobierno militar en Myanmar, con la llegada de Aung San Suu Kyi, la figura ilustre e internacional y Premio Nobel de la Paz, terminaría el comportamiento racista contra los musulmanes Rohingya. Pero no sólo no ocurrió esto, sino que los rohingyas se enfrentan a una política de destrucción total por parte del ejército birmano. Aung San Suu Kyi no sólo no ha respondido a las críticas por su falta de acción ante la masacre de los musulmanes rohingyas, sino que ha vinculado a los trabajadores de ayuda internacional con los terroristas en su país. El Gobierno de Myanmar, por esta misma razón, ha bloqueado la entrega de ayudas humanitarias de organismos, como las Naciones Unidas, a miles de musulmanes rohingyas. Aunque hay movimientos en los medios de comunicación y los países islámicos para evitar el asesinato y la expulsión de los musulmanes en Myanmar, mientras no haya una resolución internacional seria para presionar al Gobierno de Myanmar, es poco probable que las autoridades birmanas detengan el arresto y la deportación de los musulmanes en Myanmar. A pesar de las advertencias de las Naciones Unidas sobre la gravedad de la situación de los musulmanes Rohingya, no hay indicios de que los gobiernos occidentales patrocinadores de Aung San Suu Kyi traten de ir más allá de las críticas al Gobierno de Myanmar.