Islamofobia en el Occidente 12
Oct 06, 2017 09:38 UTC
La ciudad alemana de Munster entre el 11 y el 13 de septiembre fue anfitriona de unos 3000 representantes de diversas religiones para participar en un diálogo interreligioso centrado en la paz.
Este diálogo es una de las estrategias importantes para reconocer las religiones, resolver las disputas y enfatizar los puntos en común en el turbulento e inquietante mundo de hoy. El enfoque de todas las religiones es invitar al bien y evitar el mal. El bien y el mal son dos palabras clave de todas las religiones y casi todas las religiones celestiales y no celestiales comparten este punto. Sin embargo, cada religión, de acuerdo con sus enseñanzas, tiene diferentes maneras de reconocer el bien y el mal y de invitar a sus seguidores a realizar buenas acciones y a evitar las malas. Los libros celestiales antes del Islam habían prometido la aparición de un profeta llamado Mohamad (saludos sean para él y sus descendientes) y, de hecho, el Hazrat Mohamad invitó al pueblo al Islam a abrazar una religión completa entre todas las religiones celestiales. Dios envió a los profetas para guiar a la humanidad e invitarla a las buenas acciones ya que la vida humana no se limita a este mundo pues el hombre tiene vida eterna en el otro mundo. ¿Cuál es la posición del hombre en ese mundo? Sus acciones en este mundo determinan el estatus del hombre en el mundo inmortal. Los profetas tenían ese mismo propósito común y, considerando las capacidades humanas del mismo período, transmitieron el mensaje divino a los hombres. El Profeta del Islam completó las enseñanzas de los profetas antes de él. Aquí, no queremos profundizar sobre este asunto, sino esta introducción tiene como objetivo presentar un breve resumen de las enseñanzas del Islam y de otras religiones. Ninguna de las enseñanzas de las religiones celestiales o no celestiales dice que debe usare el extremismo y la violencia para imponer sus creencias a los demás. Hay personas que citan alguna de las enseñanzas religiosas para involucrase en actos extremistas y violentos solo para legitimar sus pensamientos y acciones entre los seguidores de otras religiones.
Por supuesto, hay una excepción en este sentido y se refiere al Islam. La palabra Islam es un término que provoca fobia común en los medios occidentales y la literatura política. En ninguna otra religión no se crean tales temores, pero sobre el Islam se han creado grandes motivos políticos para la islamofobia. La islamofobia es un concepto que se refiere al miedo, prejuicios y discriminación irracional contra el islam y los musulmanes. El tema de la islamofobia se basa en que el mundo musulmán en general y los musulmanes que viven en los países occidentales son en particular una fuente de amenaza para los occidentales, la cultura y la civilización. En general, la islamofobia implica que el Islam no tiene ninguna afinidad con las otras religiones y culturas, es una religión violenta, fanática e intolerante y la civilización islámica está en un nivel inferior a la civilización occidental y más que una religión es una ideología política. Como resultado, los musulmanes siempre se consideran amenazas para los valores nacionales y la cultura occidental. Los gobiernos y los medios de comunicación occidentales, para documentar y promover esta falsa creencia sobre las enseñanzas justa y pacífica del Islam, también promueven los actos violentos y criminales de los grupos takfiríes y terroristas, como EIIL (Daesh), relacionándolos con el Islam. Existen grandes propósitos en la creación de la Islamofobia en las sociedades occidentales y del mundo, en general. Desafortunadamente, en las conferencias interreligiosas organizadas por los gobiernos occidentales, antes de que el propósito sea intercambiar opiniones y eliminar las creencias irreales y erróneas de las religiones, es más un lugar para promover los conceptos erróneos de los gobiernos occidentales sobre el Islam y difundir estas falsas ideas ampliamente entre los representantes de otras religiones celestiales.
La conferencia interreligiosa en Munster, Alemania, no estuvo lejos de este gran daño. La canciller alemana Ángela Merkel pronunció el discurso de apertura de la reunión. "Las religiones son las garantes de la paz y, por esta razón, no puede justificarse la guerra y la violencia en nombre de una religión", dijo la líder alemana sin mencionar el papel de Occidente en el crecimiento del extremismo y el terrorismo en el mundo. Muchas corrientes extremistas a nivel global están tratando de legitimar sus actos criminales recurriendo a la religión. Pero estas corrientes extremistas no se forman en el vacío. El terreno para la activación de las corrientes extremistas y terroristas es proporcionado por aquellos que, contrariamente a sus afirmaciones, no se adhieren a los principios éticos y humanitarios e incluso al derecho internacional. La inestabilidad y la inseguridad que existen en muchos países islámicos es resultado de las políticas de los gobiernos occidentales. El Occidente tiene un papel importante en la destrucción de la imagen del Islam o en presentarlo como una religión extremista y violenta en las sociedades occidentales y en el mundo. Los medios occidentales, fácil y pasivamente dejan pasar los casos en que los musulmanes son víctimas del extremismo y la violencia, pero donde los criminales de Daesh y Al-Qaeda, en nombre del Islam, llevan a cabo crímenes y todo tipo de actos violentos, lo cubren extensamente. La reacción de los gobiernos occidentales a la masacre de los musulmanes rohingyas en Myanmar es un ejemplo vivo del comportamiento dual de los gobiernos y medios de comunicación occidentales. El silencio de los gobiernos y gigantes medios de comunicación en Occidente ante la comunidad rohingya en Myanmar retrata el doble estándar de Occidente ante el genocidio, el apartheid, el extremismo y el terrorismo. Los rohingyas, un grupo de musulmanes oprimidos, indefensos e inocentes, enfrentan en este momento la quema de sus casas, violación de mujeres, matanza de niños, crucifixión de hombres, quema de personas vivas y además el gobierno les niega el derecho a ciudadanía. Los gobiernos occidentales ni siquiera están dispuestos a criticar o pedir a la líder 'de facto' de Myanmar, Aung San Suu Kyi, ganadora del Premio Nobel de la Paz 1991, detener el asesinato de los musulmanes Rohingya. ¿Si en vez de los musulmanes rohingyas hubieran sido cristianos o judíos los que se enfrentan con tales crímenes, los gobiernos occidentales habrían tenido la misma reacción? ¿Le darían un Premio Nobel de la Paz?