Dic 02, 2017 07:51 UTC

Ya había pasado un año que Masumeh Abad, detenida en la prisión iraquí de Abu Ghraib, no había podido ver el sol.

Pasaba su tiempo en una celda de 2 por 3 metros sobre una manta vieja donde superaba con dificultad los inviernos fríos y los veranos calientes. La puerta de su celda sólo se abría para interrogarla. Fue un año en el que estuvo desinformada de todo, de Irán e incluso de sus seres queridos. ¿Acaso el cielo aún era azul y el sol seguía brillando? se preguntaba. Un soldado iraquí golpeó fuertemente la pared de la celda y la abrió y, Masumeh Abad con una mirada perdida y con una voz áspera dijo: el sol, el sol,… y las mujeres iraníes que se encontraban en la prisión se enteraron de que aún brillaba el sol.  

Sus pies no tenían ya fuerza para caminar; y el ruido de sus  zapatillas retumbaba en el suelo, se trataba de una resistencia que había durado un año, pero estaba previsto que continuara. Tras unos minutos, las mujeres se sentaron en una habitación con un techo de celosía, donde después de mucho tiempo pudieron ver el sol nuevamente. Masumeh Abad, con solo 20 años, era el símbolo de la resistencia y la paciencia. Pero, hoy con casi 50 años de edad sigue motivada y es una trabajadora incansable que sigue luchando por sus ideales. En la época de la guerra luchaba con los enemigos y defendía a su país y, hoy en día, trabaja para desarrollar al Irán Islámico.

En octubre de 1980, después de que el ejército de Saddam Husein, expresidente iraquí, atacara Irán, Masumeh Abad fue  capturada en la ciudad de Abadan durante una guerra cruel e injusta por parte de los soldados del régimen de Saddam. Masumeh nació en 1962 en la ciudad de Abadan. Cuando tenía 17 años comenzó la guerra y ella como una enfermera dedicada a su trabajo curaba a los heridos de la guerra. Pero poco después, fue capturada por el enemigo por tres largos años donde contaba ansiosa los segundos para volver a su patria y también volver a ver a su hermosa hija. Después de esa larga espera esta valiente heroína, fue excarcelada de las bases iraquíes y regresó a su país donde no podía contener las lágrimas por la alegría de volver a ver a sus compatriotas. Ahora, ella como alguien que ha pasado muchos años en el cautiverio y donde también resultó herida durante la guerra, vive junto con su esposo y con sus tres hijas y, sigue con sus actividades sociales.

La Dra. Masumeh Abad perdió a su hermano en la guerra sin embargo, pese a su tristeza continuó sus estudios de medicina y, logró conseguir el doctorado en 2011 en la carrera de la Salud Reproductiva en la Universidad de Shahid Beheshti en Irán. Esta dama es autora de varias obras tales como “La época de las puertas cerradas”, “La narración de la victoria”, “Las aves de papel” (que trata de sus recuerdos en cautiverio) y también “¿Cómo funciona mi cuerpo?” (10 volúmenes). Otra de las obras de esta exitosa dama persa es titulada “Del embrión hasta el nacimiento”, en la cual trata sobre las necesidades de una madre embarazada, su estado físico y su alimentación semanal. Actualmente, la Dra. Abad, se dedica al tratamiento de los enfermos en los centros hospitalarios. 

Gracias a la resistencia y la paciencia de esta heroína iraní como prisionera de guerra en las cárceles de Al-Rashid, Abu Ghraib y Anbar en Irak durante los años 1980-84 y, también por su papel como docente en la universidad y, por ser la representante del líder en el Hospital de Naymi-yeh y, por todas sus otras actividades sociales y culturales, la galardonaron en el primer Foro de la Fundación de las Señales de Sacrificio y Esfuerzo con la estatua de la Erudición de la Mujer Iraní. En su expediente laboral está registrado que es integrante del Consejo de la Ciudad de Teherán, la jefa del Comité de Salud Urbana y también la jefa de la reunión consultiva de mujeres metropolitanas y de las mujeres de capitales de las provincias. La Dra. Abad se preocupa para formar al grupo de mujeres del Consejo de Ciudad y, cree que es imprescindible mantener una mirada especial y profesional en el área de la mujer. Dado que el tema de la mujer en la sociedad está vinculado con el asunto de llevar el velo y la castidad, ella opina: “Si se pone en marcha el grupo de mujeres, será posible presentar mejores soluciones para garantizar la seguridad moral y social”.

En una entrevista ella se presentó como integrante del Consejo de la Ciudad de Teherán. Tiene un Master en Obstetricia de la Universidad de Ciencias Médicas de Irán. También es doctora en la Salud Reproductiva y, doctorada en la carrera de Embriología en Londres. Ella nos contó cómo fue capturada y señaló: “Cuando empezó la guerra, el gobernador de la ciudad de Abadan me nombró como su representante en la Organización de Bienestar Estatal. Por la situación de guerra en la que vivíamos y por la salida de muchos de los habitantes de la ciudad, había niños abandonados. Y mi objetivo fue entregar a estos niños a la Guardería de la ciudad de Shiraz. Logré el objetivo y los entregué a la Guardería, pero, al regreso me di cuenta que en el entorno de la ciudad la situación parecía extraña y no era normal. Aún desconocía que las fuerzas del enemigo habían asediado la ciudad. De repente, se produjo una explosión cerca de nuestro coche por lo cual nos vimos obligados a detenernos. En aquel momento, nos dimos cuenta de que los iraquíes nos estaban acechando y, a mí y a otra chica que me acompañaba nos capturaron. Después de que nos detuvieron, nos encontramos con muchos otros iraníes que al igual que nosotras habían sido capturados. Cuando me interrogaron, encontraron a carta del gobernador en la cual me había nombrado como la representante. Lo interesante, fue que informaron vía telefónica a Bagdad de que habían detenido a las “generales persas”. Por lo que se preocuparon mucho de que no huyéramos.

Está dama persa y sus amigas pensaban en que, según las normas internacionales y por ser mujeres y civiles, los iraquíes les dejarían libres muy pronto. Pero, desconocían que las iban a trasladar a las terroríficas cárceles de seguridad y, las ocultarían durante dos años de la Cruz Roja. La Dra. Masumeh Abad nos cuenta sobre sus recuerdos en cautiverio: “Cada seis meses nos llevaban para tomar sol por 15 o veinte minutos, eso era el mejor momento durante nuestro cautiverio. Mientras tanto, durante esos minutos, intentábamos hablar entre nosotras y hacer ruidos, llamar la atención de otros presos iraníes, para que supieran que nosotras como representes de las mujeres persas estábamos junto a ellos sufriendo el dolor del cautiverio y que en todo caso no les habíamos dejado solos en ninguno de escenarios de la guerra. Sin embargo, los soldados iraquíes con brutalidad nos impedían que habláramos y, nosotras no les hacíamos casos y seguíamos hablando. Además, en las paredes del cuarto donde tomábamos sol, escribíamos mensaje y explicábamos nuestra situación para que los demás supieran de nuestro destino”. 

Los iraquíes trasladaron ilegalmente a Masumeh y a sus compañeras a la presión de Al-Rashid. Ella añade: “Fuimos cautivas de la guerra y, ellos deberían habernos trasladado al campo de cautiverio. De hecho, la presión de Al-Rashid, donde estuvimos los dos primeros años, fue la cárcel de los detenidos políticos del régimen Bath de Irak. Al leer las escrituras en las paredes uno se podía imaginar la historia de muchos de los soldados iraníes, sobre todo, se encontraban algunas notas sobre el martirio del ayatolá Sadr y su hermana Bent Al-Hoda; o bien se veían en las paredes las últimas palabras de un condenado que estaba previsto fuese ejecutado al día siguiente solo por reclamar justica. Algunos también habían escrito su testamento en las paredes.

Finalmente, al cabo de dos años decidimos salvarnos a cualquier precio. Quizá la huelga de hambre fue la última solución. Los primeros días no creían que fuera en serio nuestra huelga de hambre, pero, tras 19 días cuando caímos en coma, fueron obligados a trasladarnos al hospital. Nos internaron un mes en el hospital por la fuerte hemorragia estomacal e intestinal y, después nos volvieron a trasladar al campo de Mosul, donde estuvimos durante dos años en cárceles para prisioneros.

Finalmente la Dra. Abad junto con otras cuatro chicas iraníes fueron repatriadas el 29 de febrero de 1984 a Irán. Después de su vuelta retomó sus actividades sociales-culturales y, por responsabilidad y la necesidad de la sociedad comenzó a trabajar en el área de la salud. 

En cuanto al progreso de la mujer después de la victoria de la Revolución Islámica, la Dra. Abad dice lo siguiente: “Antes de la Revolución, la mujer sufría de una clase de pobreza cultural, la cual se arraigaba en unas políticas erróneas para mantener alejada a la mujer del centro de la sociedad. Pero, después de la victoria de la Revolución Islámica y al publicarse el mensaje de liberación del Imam Jomeini (Que descanse en paz), en el cual atribuyó a las mujeres como los principales brazos en la victoria de Revolución, fue eliminadas dichas políticas erróneas y, fue devuelta la identidad y el verdadero valor a la mujer en nuestra sociedad. El pensamiento del Imam Jomeini sobre la mujer sigue con fuerza en pie después de la revolución y, pese a las negativas propagandas de los enemigos se fue fortaleciendo. De modo que no exageramos al decir que es incomparable el crecimiento que ha tenido la mujer de nuestra sociedad en todos los escenarios culturales con las épocas anteriores. La entrada de las chicas en las universidades es tan solo un pequeño ejemplo al respecto”. 

También le hemos preguntado a la Dra. Abad sobre la familia y, ella dice lo siguiente: “Para mí, la familia es el origen de muchos avances personales y sociales y en este proceso el rol de la mujer como el eje principal de la familia es sustancial. Pero, esto no quiere decir que la mujer por su significativo y efectivo papel en la sociedad, deje sus otros deberes sociales. Sino que, es de esperar que la mujer sepa evaluar conscientemente la situación con el fin de establecer un equilibrio entre estos dos roles”.

Esta dama trabajadora hace hincapié en que ha sabido clasificar los roles y, por eso, nunca le ha surgido algún problema para llevar a cabos sus deberes. Además, aprecia mucho la presencia y la compañía de su familia, en especial la de su esposo y, subraya que él, le ayuda bastante.

“Sin la ayuda de mi esposo, no habría logrado el éxito y, le debo mi avance a las bendiciones divinas y al trabajo y la colaboración de mi marido”. Esta dama persa no sólo ha triunfado en la sociedad, sino que también en su hogar es una persona exitosa. Tiene tres hijas, dos de ellas están estudiando medicina y desean ser igual que su madre, unas personas exitosas para la sociedad y para el pueblo de Irán.