Jun 26, 2019 08:04 UTC

ParsToday-Tras cuatro décadas de la vida de la República Islámica de Irán y en vísperas del inicio de la nueva etapa del movimiento dinámico de este sistema de gobierno, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, emitió una declaración importante bajo el título de “El Segundo Paso de la Revolución”.

En las seis partes anteriores de este programa, hicimos un repaso al texto de esta declaración expresando sus puntos de vista sobre el pasado y el futuro de la revolución. Ahora, de aquí en adelante vamos a analizar esta declaración por su importancia, sensibilidad e influencia, de una manera más profunda y con más detalles.

 El comunicado titulado “El segundo paso de la Revolución” es importante porque traza el brillante camino de la República Islámica hacia la creación de la civilización islámica y finalmente su entrega al Imam Mahdi (que Dios acelere su llegada), el Esperado Salvador Guiado. Al explicar cómo se concretaría una causa tan elevada, este documento se refiere al camino con muchos altibajos de los últimos 40 años, recorrido pese a todas las dificultades y con el apoyo popular, convirtiendo a la República Islámica, de una planta joven en un árbol robusto. Al explicar los rasgos de la Revolución Islámica, el Líder iraní recuerda logros valiosos de la misma a la generación joven y dice que esta última debe continuar el futuro camino del sistema de gobierno islámico y le ofrece valiosas recomendaciones al respecto.

 

Como se mencionó, el comunicado del ayatolá Jamenei tiene como tema el brillante pasado de la Revolución Islámica y trazar el curso de su progreso en el futuro. Sin embargo, antes que nada, hay que saber qué es revolución para luego analizar las características de la Revolución Islámica y su diferencia con otras.

 

Revolución significa transformación y cambio de la situación. Se han ofrecido definiciones distintas de la revolución que, en resumen, quieren decir esfuerzo popular para derribar al gobierno con el fin de realizar cambios fundamentales en las instituciones y la estructura política y social del país con el objetivo de impulsar las metas y las aspiraciones revolucionarias. Según esta definición, muchos de los movimientos de protesta y revueltas no pueden denominarse revolución, ya que a menudo son limitados, superficiales y sin un plan y objetivo concretos. Y, en algunos casos, los golpes de Estado se consideran levantamientos armados de un pequeño grupo para hacerse con el poder.  Desde luego, en este contexto, también son importantes los factores y terrenos de la revolución. Un movimiento ocurre cuando la gente esté descontenta por el statu quo y la corrupción y la incompetencia del gobierno. Pero, el descontento por el statu quo no es suficiente por sí solo, sino que la gente debe tener aspiraciones y objetivos superiores en su mente para que los mismos puedan conducir a la revolución hacia un estado favorable. Otra condición para que ocurra una revolución es la disponibilidad del pueblo para sacrificio, además de tener una moral revolucionaria y la autoconfianza. Y, por último, es necesario que haya una institución o una persona poderosa, prudente y apoyado por el pueblo para poder unificar, organizar y dirigir a las fuerzas revolucionarias para así llevar a la revolución hacia la victoria. Muchas de las revoluciones que no han triunfado ha sido por su falta de uno o algunos de estos

 factores.

Pocas revoluciones como la de Irán han tenido los rasgos de una verdadera revolución, ni sus factores de su surgimiento han sido tan extensos y poderosos. El pueblo iraní estaba muy descontento por las políticas y las medidas económicas, sociales, culturales y militares del régimen corrupto de Pahlavi y, basándose en su cultura islámica y la orientación del Imam Jomeini (que Dios lo bendiga), reclamaba un gobierno islámico. También en la práctica, los iraníes demostraron que estaban dispuestos a sacrificarse para alcanzar este objetivo y por eso apoyaron al Imam Jomeini como un líder honesto, valiente, piadoso y previsor. Estos factores estaban listos, lo que permitió el triunfo de la Revolución Islámica, pese al duro rechazo de Estados Unidos y de otros gobiernos occidentales, así como de los gobiernos títeres de la región, convirtiéndose en el origen de importantes acontecimientos dentro y fuera del país.

 

Las revoluciones se pueden catalogar en varios tipos, conforme sus objetivos y aspiraciones, tales como la Revolución Francesa que tenía como causa el afán por la libertad, y la Revolución Rusa que se forjó basándose en el pensamiento marxista.  Pero el movimiento popular persa que alcanzó la victoria en 1979 fue la primera revolución que optó por aspiraciones divinas e islámicas. Dicho de otra forma, un movimiento con fines materiales no es solo para satisfacer las demandas mundanas, sino que toma en cuenta también los valores mundiales, públicos y espirituales. El Imam Jomeini fundador de la República Islámica explica esta diferencia de la siguiente manera: “Hay diferencia entre la Revolución Islámica iraní y las otras revoluciones del mundo. Estas últimas, sin excepción algunas, no sucedieron por la fe o por Dios. La Revolución iraní fue desde el principio por Dios, siguiendo el lema de Dios es Grande y así será hasta el final”. Por tal motivo, la Revolución Islámica, además de tomar en cuenta las reclamaciones económicas, sociales y políticas tales como la libertad, el bienestar, la independencia, la seguridad etc., también presta especial atención a las demandas espirituales y religiosas y considera muy importante su cumplimiento. Por esta razón, en las últimas 4 décadas, se han realizado múltiples esfuerzos para diseminar y profundizar las creencias y los valores religiosos en la sociedad, con resultados considerables.

 

Las aspiraciones islámicas del pueblo iraní mantienen un lazo inquebrantable con la naturaleza humana, ya que son públicas e inmortales, puesto que estos elevados valores siempre han sido sagrados e importantes para el hombre.  Al respecto en el comunicado “El segundo paso de la Revolución” se lee lo siguiente: “De toda cosa se puede esperar que le llegue su fecha de caducidad, pero los principios universales de esta revolución religiosa hacen excepción y nunca perderán su validez, por estar profundamente arraigados en la naturaleza humana, sea cual sea la época. La libertad, la moral, la espiritualidad, la justicia, la independencia, la dignidad, la razón y la fraternidad no son exclusivas de una sola generación o sociedad, de modo que brillen en un período y decaigan en el siguiente. Es imposible imaginar a un pueblo que se hastíe de esos beneficiosos ideales. Si en algún momento hay hastío, es por haberse desviado los responsables de esos valores sagrados en lugar de preservarlos.”

 

La grandeza y la importancia de las aspiraciones de la Revolución Islámica son tal que no se puede esperar que algunas de ellas se cumplan con facilidad y de inmediato. Por ejemplo, ningún país o sistema de gobierno ha podido hasta la fecha establecer una verdadera justicia en la sociedad. Asimismo, la ética y la espiritualidad progresan de manera gradual en la sociedad y no se puede imaginar un final para la perfección ética y espiritual del ser humano o de una sociedad. Pero, tal como el Líder ha reiterado en muchas ocasiones, la República Islámica está dando pasos para extender la justicia, la espiritualidad, la ética y las otras aspiraciones sagradas del hombre y, en este camino, no escatima esfuerzo.

 

Descubriendo el secreto de la permanencia de los valores de la Revolución Islámica, uno se topa con otros dos puntos. El primero es por qué muchos musulmanes e incluso no musulmanes apoyan a esta revolución popular e incluso la han tomado como un modelo. Esto es importante, si se tiene en cuenta la amplia propaganda tendenciosa e infundada de distintos medios opositores a la Revolución contra sus valores, propaganda que fue lanzada incluso antes de la victoria del movimiento popular de Irán hace ya 40 años.

 

El segundo punto derivado del carácter islámico de las aspiraciones revolucionarias de Irán es la lealtad del pueblo musulmán persa a las mismas tras 40 años. Durante este tiempo, ellos sufrieron muchas dificultades; los medios de comunicación opositores siempre han intentado convencer al pueblo iraní de que sus consignas revolucionarias han sido incorrectas, pero la gente sigue respaldando a su revolución. Al respecto, el ayatolá Jamenei dice en su comunicado “El segundo paso de Revolución”: “Entre todas las naciones que sufren la opresión, pocas se esfuerzan por lanzar una revolución; y entre las naciones que se han alzado y lo han hecho, pocas han perseverado hasta el final, salvaguardando sus valores revolucionarios, no yendo la mayoría más allá de un simple cambio de Gobierno. La gloriosa Revolución de la nación iraní, que es la mayor y más popular revolución de la era contemporánea, es la única que ha persistido durante cuarenta años de dignidad sin traicionar sus valores. Esta Revolución ha preservado su dignidad frente a todo tipo de tentaciones que parecían irresistibles, y ahora entra en su segunda fase, la de la autorrealización y la construcción civilizatoria”.  Esto sucede mientras las metas de otras revoluciones o no se materializaron o bien se lograron con mucha demora y de una forma defectuosa. A modo de ejemplo, durante decenas de años después de la revolución francesa aún estuvo en el poder un gobierno despótico monárquico y no hubo ninguna de las libertades que buscaba la gente; tampoco la revolución comunista rusa pudo satisfacer las exigencias políticas y económicas del pueblo.

 

Queridos amigos en el próximo programa seguiremos abundando en el comunicado del ayatolá Jamenei con motivo del 40 aniversario de la Revolución Islámica.

 

 P/FE/NL