El segundo paso de la Revolución 13
Ago 07, 2019 08:05 UTC
ParsToday- En el comunicado titulado “El segundo paso de la Revolución”, emitido por el Líder de la Revolución islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, con motivo del 40 aniversario de la victoria de la Revolución Islámica de Irán, se ha enfatizado en la extensión de la espiritualidad en la sociedad.
Esta revolución se formó en nombre del Islam y bajo el lema de la expansión de los altos valores de esta gran religión divina,por tanto, era normal que después de la victoria, especial atenci se preste especial atención a la moralidad y la espiritualidad.
La espiritualidad se refiere a las creencias y acciones humanas trascendentales, como creer en un único Creador, las fuerzas sobrenaturales y la verdadera esencia de los asuntos materiales. Las creencias espirituales van más allá del materialismo y hacen que el hombre experimente felicidad y tranquilidad sostenible y verdadera que son mucho mejor que las alegrías fugaces materiales. La moralidad es parte y resultado de la espiritualidad e incluye un conjunto de buenos rasgos que se adhiere de forma permanente en el hombre. En simples palabras, el Líder persa define la espiritualidad y la moralidad de este modo: “La espiritualidad se traduce en fortalecer valores espirituales, como la sinceridad, el sacrificio, la confianza y la fe en uno mismo y en la sociedad, mientras que la moralidad significa respetar virtudes, como la bondad, el perdón, la dadivosidad, la honradez, la valentía, la modestia y la autoconfianza, entre otros buenos talantes”.
Las religiones divinas, sobre todo el Islam, siempre animan a la espiritualidad y la moralidad en su camino correcto. Por esta misma razón, un verdadero musulmán debe esforzarse por mantener sus virtudes y conservar la moralidad y espiritualidad, por ende, la República Islámica de Irán considera su deber allanar el terreno para este movimiento espiritual.
La espiritualidad y la moralidad brindan espíritu a la vida humana y la preserva ante la invasión del mundo material y los vicios morales. Quien se siente cerca de su Creador y considera al otro mundo como el lugar de residencia eterna se esfuerza por ser decente y una buena persona e intenta atraer la satisfacción divina para llegar al paraíso.
Como afirma el ayatolá Jamenei: “La espiritualidad y la moralidad orientan todos los movimientos y todas las actividades del individuo y de la comunidad, además de ser una necesidad primordial de toda sociedad. La presencia de estos dos factores transforma la vida en un paraíso, pese a las necesidades materiales, mientras que su ausencia convierte la vida en un infierno, pese a la riqueza material existente”.
En el comunicado “El segundo paso de la Revolución”, el Líder específica: “Mientras en una sociedad se desarrollen más la conciencia moral y la inteligencia espiritual, mayores serán los logros que se consigan”.
La Revolución Islámica de Irán alzó la bandera de la espiritualidad, la moralidad en un momento en que el mundo del Occidente se alejaba a toda velocidad de estas virtudes espirituales. Mantener una mirada material respecto a todo, atender los lujos mundanos, el consumismo, la amplia extensión de las relaciones sexuales ilegitimas, la adicción a diferentes tipos de drogas y el alcohol, el dramático aumento de la violencia y el crimen, así como el saqueo de los recursos de las naciones oprimidas, la guerra y la masacre, todo indica la caída de la espiritualidad y la moralidad en el Occidente.
El ayatolá Jamenei, en su comunicado, considera el desarrollo de la espiritualidad como uno de los logros de este gran movimiento popular. Al respecto, escribe: “La Revolución Islámica ha elevado de forma espectacular los criterios de espiritualidad y moral en el espacio público”.
Esto, mientras que antes de la Revolución Islámica de Irán, el régimen Pahlavi recurría a cualquier acto para extender la corrupción y aislar la religión y la moralidad, lo cual demuestra aún más la importancia del milagro de la Revolución y su líder, el difunto Imam Jomeini (que en paz descanse) en la evolución espiritual de la gente. En este sentido, el ayatolá Jamenei afirma: “A pesar de que la propaganda de la corrupción y el libertinaje durante la era de los Pahlavi había asestado duros golpes a esa fe, llevando hasta el interior de las vidas de la población de clase media y especialmente de los jóvenes el lodazal de la contaminación moral occidental, el planteamiento de devoción y moral de la República Islámica atrajo a los corazones bien dispuestos y luminosos, especialmente de la juventud, y transformó el espacio haciéndolo favorable para la religión y la moral”.
No obstante, el Líder de Irán no olvida el papel influyente del fundador de la República Islámica de Irán al respecto y en su comunicado enfatiza: “Este venturoso fenómeno fue impulsado más que nada por el comportamiento y modo de vida del Imam Jomeini, fundador de la República Islámica, tanto durante la etapa de la lucha como después del triunfo de la Revolución. Aquella persona espiritual, mística y piadosa se colocó a la cabeza de un país cuyo pueblo estaba dotado de una fe profundamente arraigada”.
El punto importante es que los gobiernos no pueden obligar al pueblo a ser fiel y espiritualista o infiel y materialista. Lo que ellos hacen es preparar el terreno para la tendencia del pueblo hacia la cultura y ciertas creencias. De modo que, en el Occidente, la gente se dirige hacia el laicismo y el materialismo. La República Islámica de Irán se siente responsable para animar a la gente a dirigirse hacia los altos valores humanos y divinos, la espiritualidad y la moralidad.
En el comunicado “El segundo paso de la Revolución” también leemos: “La espiritualidad y la moralidad, sin embargo, tampoco se alcanzan a través de decretos o ejerciendo una fuerza mayor por parte de los gobiernos. Las autoridades deben, desde un principio, desarrollar estas virtudes por sí mismas y luego allanar el camino para su divulgación en la sociedad, y ayudar a las entidades sociales en este sentido. Deben combatir con lógica a los entes e individuos que tratan de apartar a la sociedad de la espiritualidad y la moralidad”.
La preparación del terreno para profundizar la cultura religiosa y las virtudes morales por la República Islámica de Irán durante los últimos 40 años ha influido en la sociedad iraní. Las mezquitas, como la principal base de la divulgación de la cultura islámica y coránica, ha tenido avances multilaterales. En el periodo de la Revolución Islámica de Irán se aclaró la importancia de los lugares sagrados, como las mezquitas, en el despertar y la organización del pueblo, de modo que, sobre su importancia, el Imam Jomeini afirmó: “Las mezquitas son trincheras, guardad las trincheras”, pidió el artífice de la Revolución iraní.
Después de la revolución, el número de mezquitas se triplicó, y los rezos colectivos y las congregaciones de duelo se llevaban a cabo con la presencia de miles de personas entusiastas. También se realizaban ceremonias de recitación del Corán y oraciones en estos lugares sagrados, que se consideran, en los dichos religiosos, como “casas de Dios en la Tierra”.
En Irán, las mezquitas no se utilizan solamente para celebrar el rezo colectivo y otros actos de adoración, sino que acogen diversas actividades culturales, sociales y políticas. Una de las actividades que se realizan cada año en las mezquitas es el Etekaf, en el que las personas permanecen orando algunos días en las mezquitas. Lo interesante es que esta ceremonia no solo se celebra cada año mucho mejor que el año anterior, sino que la mayoría de los participantes son jóvenes.
Una de las manifestaciones más importantes y singulares de las mezquitas fue el entrenamiento y el envío de jóvenes apasionados desde estas bases de la revolución a los campos de batalla para luchar contra el ejército invasor del dictador iraquí Sadam. Se puede decir que el auge del milagro espiritual de la Revolución Islámica ha sido marcado por estos jóvenes fieles, revolucionarios, devotos y valientes. Detrás del frente y en momentos de su descanso se dedicaban a rezar y recitar el Corán, y en momento de la lucha aprovechaban de este espíritu y, confiando en Dios, lucharon con valentía, y estaban listos para sacrificar su vida en el camino de la defensa de su patria.
De esta forma, después de más de treinta años, los mártires de la Defensa Sagrada siguen siendo un patrón para la nueva generación de jóvenes revolucionarios. Por otro lado, el pueblo de Irán, con un espíritu incansable, durante los ocho años de la guerra impuesta por Sadam a Irán no solo soportó las dificultades, sino que también envió muchas ayudas a los frentes para mostrar su solidaridad con sus hijos.
En este sentido, en el comunicado “El segundo paso de la Revolución”, el Líder de Irán escribe: “Los esfuerzos de los jóvenes en campos tan difíciles como la Sagrada Defensa, acompañados con rezos y oraciones y con un espíritu de fraternidad y sacrificio, hicieron revivir las corrientes del surgimiento del Islam a ojos de todos. Padres, madres y esposas aceptaban, por sentido del deber religioso, desprenderse de sus seres queridos, que se precipitaban hacia los diferentes frentes del Yihad, y cuando se encontraban con sus cuerpos sangrientos o heridos recibían la catástrofe con agradecimientos a Dios”.
P/NA/NL
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