Invitación divina VI
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May 12, 2019 11:25 UTC
  • Invitación divina VI

ParsToday/El rezo es una oportunidad única para hablar con el Creador. Entre las formas de adorar a Dios ninguna como el rezo para enlazar el alma del hombre con el mar infinito de las bendiciones divinas, que sacia el alma de los hombres y es el origen para acceder a las virtudes divinas.

La invitación divina genera prosperidad y algarabía para los que aman a Dios y han aceptado su invitación a este banquete divino. Deseando que su ayuno y oraciones sea aceptado queridos devotos oyentes juntos recitemos el rezo del séptimo día de Ramadán.

¡Dios mío! ayúdame en este día a realizar el ayuno y la oración, y aléjame en este día de los errores y pecados. Agráciame en este día con el continuo recuerdo de Ti a través del éxito que Tú me brindas. ¡Oh, Guía de los extraviados!

El rezo es una oportunidad única para hablar con el Creador. Entre las formas de adorar a Dios ninguna como el rezo para enlazar el alma del hombre con el mar infinito de las bendiciones divinas, que sacia el alma de los hombres y es el origen para acceder a las virtudes divinas.

El momento iluminado del rezo es una oportunidad que Dios, misericordioso, nos ha otorgado para hablar con nuestro creador único. En esta buena ocasión separamos nuestra alma y corazón de la naturaleza y vida terrenal para atender la grandeza de Dios, al que dirigimos nuestras palabras.

El rezo en realidad es una muestra de la más alta devoción a Dios. Los hombres por medio de las palabras adoran a su creador. El Enviado del Islam, el profeta Mohammad (p), en una bella alocución, amén de presentar al rezo como la más importante adoración, decía que es la columna de la religión. También indicó que el Día de la Resurrección, entre las acciones que serán tomadas en cuenta para librar al hombre del castigo el rezo se considera la primera acción. Si el hombre realizó correctamente su rezo, se estudiarán sus otras acciones, en caso contrario, el resto de acciones será rechazado.

Sin embargo, recordar que el rezo aceptado por Dios tiene sus propias particularidades. La limpieza tanto corporal como en el vestido y atender el lugar y los derechos de los demás; respetar el tiempo del rezo y adoración y la concentración absoluta en Dios, son prácticas necesarias para un buen rezo.

Por tanto, el rezo, como uno de los importantes rituales religiosos, desempeña un papel central en el crecimiento y elevación del ser humano y se considera uno de los más importantes índices de las religiones divinas.

Un punto importante, según los sublimes, es que si durante el rezo el creyente solo menciona a Dios de lengua para fuera mientras que su alma está en otro lugar, este acto se considera pleno de hipocresía y dualismo. El Imam Sadeq (P) al respecto dijo: Dios se dirige a tales oradores así: Ahora vienes a mí con astucia y engaño? Juro por mi grandeza y dignidad que te quitaré mi dulce recuerdo y no dejaré que te beneficies de la adoración y te prohíbo que te me acerques.

El sagrado Corán recuerda que el rezo, impide al hombre dirigirse hacia lo impuro, reduciendo así, las ocasiones de cometer actos reprobables. Por ello, los ulemas y sabios religiosos consideran el rezo, como una garantía firme para enfrentar los deseos carnales y como una gran reserva para fortalecer la fe y la voluntad.

En realidad, el rezo y sus prácticas, como la limpieza y ablución, establecen buenos hábitos de comportamiento. Por tanto, cada vez que se le dé mayor importancia al rezo y sus costumbres, el efecto será más profundo en purificar el alma.

Según el sagrado Corán, en la sura José se lee: El ánimo del ser humano, siempre lo hace malo y feo.

Los ulemas recomiendan rezar todas las madrugadas a fin de preparar al hombre para que evite durante el resto del día las malas acciones y pecados. Luego, a la hora de acostarse también aconseja rezar para evaluar nuestros actos, pues, si son negativos, reprocharlos y prometer no repetirlos y si el hombre es bendecido con éxitos, estimular nuestro ánimo. También, siempre debemos hacer esta súplica, la misma que el profeta de Dios elevaba en sus oraciones al Señor:

¡Dios Mío! no me dejes solo un solo momento, considera todos mis asuntos y con tu ayuda que abra un camino entre los hombres que al fin lo dirija a ti.

Con una historia respecto a una tribu que olvidó a Dios y el consiguiente castigo del Señor, continuamos el programa de hoy.

Un día Jesucristo y sus apóstoles llegaron a un pueblo y entendieron que todos los aldeanos habían muerto. El hazrat Jesús (P) dijo que este pasaje indicaba que los aldeanos habían sido castigados por la fuerza divina. Si ellos hubieran muerto gradualmente hubieran sido enterrados juntos, pero los cadáveres no habían sido enterrados, eso quería decir que el castigo había sido general. Los apóstoles dijeron: ¡Oh! espíritu de Dios, pide a tu Señor que revivan los muertos y entonces les preguntaremos el motivo de su castigo para así obtener una lección. Entonces, Jesús pidió a su Señor que reviviera a los muertos. Dios bendijo a Jesús con el poder de revivir a los muertos. Jesús les llamó y ellos revivieron. Jesús les dijo; ¡Qué vergüenza, porque han sido castigados? Entre ellos, uno respondió así: ¡Oh Jesús!, cuatro cosas nos involucró en estos problemas, primero, adoramos a Taqut y lo seguimos; segundo, nos embelesó el mundo terrenal y no teníamos miedo de Dios; tercero, teníamos mucha esperanza y, el último, nos dedicamos a la diversión y a la negligencia de este mundo. Jesús le preguntó: ¿Cuánto fue su interés por este mundo? El hombre contestó: Como el interés de un hijo por su madre, cuando el mundo nos favorecía estábamos alegres y éramos felices y si nos abandonaba estábamos tan triste que hasta llorábamos. Jesús, entonces preguntó: ¿Cómo es que acabaron así? El hombre dijo: Pasamos una noche cometiendo pecados y a la mañana siguiente fuimos sometidos al castigo divino. Jesús dijo: Cuando fueron castigados, qué dijeron y qué pensaban decirle a la fuerza divina. El hombre, entonces, replicó: Le pensábamos pedir que nos regrese al mundo para que hagamos buenos actos. Pero, no nos creyó y los ángeles nos contestaron que estábamos mintiendo. Jesús, dirigiéndose a sus apóstoles les aconsejó: Amigos de Dios, comer panes secos y dormir en medio de virutas es mejor si se desea salir libre de castigo en este mundo y el otro.

En la era actual tener en cuenta las figuras ilustres del Islam y sus recomendaciones morales será útil para prevenir el pecado en cualquier tiempo, especialmente, durante este mes bondadoso. En realidad la felicidad del hombre se obtendrá si seguimos los pasos de los profetas divinos y atendemos las palabras y actos de los ulemas y gnósticos que en la dirección de las enseñanzas de los profetas instan a los devotos a meditar y pensar.

Uno de los grandes ulemas, en el campo de la interpretación del Corán y sobre moralidad islámica, es el ayatolá Abdulah Yavadi Amoli, quien ha otorgado un aporte valioso en este camino. Él sobre el misterio de la ablución dijo que el profeta del Islam después del rezo de madrugada se sentaba en la mezquita para responder las preguntas de la gente. Cierto día, un hombre preguntó sobre los asuntos de la ablución. El amado enviado de Dios, en respuesta, señaló que el rito de lavarse el rostro, las manos y los pies tiene misterios; lavarse el rostro significa decir: ¡Dios mío! cada pecado que he cometido con este rostro lo lavo, ya que quiero adorarte con un rostro puro y prosternarme con la frente purificada; el lavado de las manos en la ablución es como decir: !Dios mío! lavo las culpas y purifico mis manos de los pecados que he cometido. Asimismo, la unción de la cabeza en el rito de la ablución significa: ¡Dios Mío! purifica mi cabeza de cualquier pasión que tenga y limpia mi cabeza de falsas ilusiones; mientras la unción de los pies quiere decir: ¡Dios mío! no me dejes ir por malos caminos y límpiame de todos los pecados que he cometido en mi andar.

Que solo los purificados tocan. (La aleya 79 de sura Acontecimiento)

El ayatolá Yavadi Amoli, considerando esta aleya, dijo que solo los purificados encontrarán la verdad. La verdad de prácticas de adoraciones, como la ablución, el rezo y el ayuno. Si alguien quiere pronunciar el nombre bondadoso de Dios, tiene que purificar su boca. Eso es una parte del misterio de la ablución. Si sentimos que no estamos aprovechando del beneficio del rezo y la adoración es porque no conocemos estos misterios. Los que disfrutan de la adoración no la sustituyan con nada.