May 14, 2020 04:56 UTC

ParsToday - En las religiones divinas, especialmente en el Islam, se ha hecho elogio de la cultura de abnegación y martirio. Básicamente, el sacrificio y la devoción tienen un significado e interpretación especiales, en el vocabulario de las religiones divinas. El martirio es el punto álgido del sacrificio y la devoción, y es bienvenido por aquellos que creen en el mundo invisible y en el Más Allá.

Numerosas aleyas del sagrado Corán glorifican a aquellos que se esfuerzan y sacrifican su vida y bienes. Tales personas han hecho un trato o negocio con Dios, por lo que les aguardan una gran recompensa, el Paraíso eterno y la satisfacción divina. Es por eso que en la aleya 111 de la sura At-Tauba (El Arrepentimiento), Dios les anuncia buenas noticias y dice:
 
Alá ha comprado a los creyentes sus personas y su hacienda, ofreciéndoles, a cambio, el Jardín. Combaten por Alá: matan o les matan. Es una promesa que Le obliga, verdad, contenida en la Torá, en el Evangelio y en el Corán. Y ¿quién respeta mejor su alianza que Alá? ¡Regocijaos por el trato que habéis cerrado con Él! ¡Ése es el éxito grandioso!
 
Las aleyas divinas, con las buenas promesas  del profeta del Islam (saludos de Dios para él y su familia) penetran en las profundidades de las almas de los musulmanes y les allanan el camino hacia la orientación y salvación.
 
 La aleya 111 de la sura El Arrepentimiento da ánimo a los combatientes en el camino de Alá.
 
En los primeros tiempos del Islam, el sacrificio por Dios cobró valor como un puente hacia la etapa más elevada de la perfección humana, y el martirio fue saludado por los creyentes como una muerte consciente con dignidad y honor. Por eso, el martirio puede considerarse el fenómeno más excelente en la vida humana, que, como una luz ilustradora, ilumina y revive a sociedades afectadas por oscuridad y refresca corazones secos y sin alma.
 
El mártir es el faro de la humanidad. El valor del mártir se debe a que, con magnanimidad y  movimiento más allá de las fronteras, lucha contra la opresión y la injusticia para imponer la verdad y la justicia.Por lo tanto, a los mártires hay que denominarlos como los héroes de los derechos humanos.
 
Todos los mártires disfrutan de un pensamiento e ideal sublimes, y su acción es únicamente para Dios. Los que luchan por Dios, tienen una posición alta ante Él, y honrarlos es obligatorio para los musulmanes. Esto se debe al valor de la yihad (lucha en el camino de Dios), denominada el “pico del Islam”, y los que la llevan a cabo son considerados dentro del grupo de los profetas divinos.
 
Al describir la yihad, el Imam Ali (saludos sean para él) dijo: “La movilización en el camino de Dios es una de las puertas del Paraíso, que Dios ha abierto para sus amigos especiales”.
 
En la aleya aludida, Dios, el Altísimo, promete el Paraíso a aquellos que combaten por Él con sus vidas y bienes, y dice que ha dado la misma promesa también en la Torá y la Biblia. Dios ha expresado esta promesa en forma de alegoría y la ha asemejado a la compraventa, es decir, se considera a sí mismo el comprador y considera a los creyentes como vendedores, y a sus vidas y bienes como la mercancía objeto del trato, cuyo precio es el Paraíso y cuya escritura son la Torá, la Biblia y el Corán. Al final, con esta suave alegoría, Dios anuncia a los creyentes la buena noticia de esta transacción y de una enorme salvación.
 
Uno de los puntos más destacados del Islam, es la cultura de combatir y hacer la lucha santa Esta no significa solo estar presente en el campo de batalla, ya que cualquier esfuerzo en la confrontación con el enemigo puede considerarse como una forma de yihad. De hecho, Dios es el comprador de las vidas, esfuerzos y luchas que se realizan por Él, es decir, cualquier esfuerzo para implementar la verdad y la justicia, y la liberación y salvación de los seres humanos de las garras del ateísmo, la opresión y la corrupción.
 
Aquí Dios, para destacar este gran negocio o trato, agrega: “¿Quién respeta mejor su alianza que Alá?”.  
 
Es decir, aunque el precio de esta transacción no se paga de inmediato, Dios, en virtud de su poder,  capacidad e independencia, es más fiel a su pacto que nadie, ni olvida, ni es incapaz de pagar, ni hace algo que vaya en contra de la sabiduría para que luego lo lamente, ni dice algo que sea incierto. Y lo que es más interesante es que, una vez realizada esta compraventa, tal y como es habitual entre los hombres de negocios, Dios felicita a la parte opuesta y le desea que esta transacción le resulte ventajosa.
 
Dios, también en la mencionada aleya 111 de la sura At-Tauba dice: ¡Regocijaos por el trato que habéis cerrado con Él! ¡Ése es el éxito grandioso!
 
La historia puede atestiguar que el ser humano siempre ha enfrentado guerras devastadoras, voluntaria o involuntariamente. Cada vez que un hombre rebelde ha tomado el poder, ha invadido una nación o naciones haciéndoles el blanco de su ego autoritario y ha oscurecido el mundo con opresión e injusticia. Ahora, a mucha gente les surge la pregunta de ¿por qué el Islam, que llamamos la religión de la misericordia, ha legalizado la yihad permitiendo a los musulmanes combatir a los contendientes?
 
De hecho, el Islam pide a los musulmanes que siempre tengan la necesaria preparación defensiva para que a los enemigos no les ocurre atacar y agredir Pero si el enemigo inicia un ataque, puede que el elevador poder militar y la resistencia de los musulmanes, le disuadan de continuar la guerra y le obliguen a levantar la bandera de la paz. En este caso, los musulmanes también pueden hacer las paces y poner fin a la guerra.
 
Así, la visión general del Islam hacia la guerra y la paz, se basa en preservar la independencia de las naciones y prevenir los crímenes de los agresores. Al mismo tiempo, si estalla una guerra, el Islam recomienda aprovechar buenas oportunidades para un alto el fuego; por tal razón, el Islam no permite a los musulmanes comenzar una guerra sin razón o para conquistar país o para fines hegemónicos. También en las guerras de la historia del Islam, los enemigos fueron los primeros en comenzar la batalla; obviamente, ningún hombre sabio permite que el enemigo llegue a dominar su vida, sus bienes y su honor.
 
Dado que el martirio no es considerado una especie de la muerte, se interpreta como un atributo de la vida razonable. En la vida razonable, el hombre se ve a sí mismo en una vida libre de contaminaciones, que avanza en un gran conjunto llamado universo y en el curso de una perfección, cuyo final es la atracción divina.
 
Entretanto, para los creyentes, se crean unos momentos que son los mejores momentos de su vida y aquellos momentos es cuando hablan con el Creador del Universo, se movilizan en Su camino y Le obedecen. Y finalmente, Alá da ánimo a esa personas.
 
P/MK/NL
 

 

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