La Resistencia Islámica genera poder y dignidad
(last modified Thu, 13 Aug 2020 10:23:40 GMT )
Ago 13, 2020 10:23 UTC

ParsToday -Hoy coincide con el aniversario de una gran victoria en la Ummah islámica: La victoria de la Resistencia Islámica Libanesa contra el régimen ocupante israelí en una guerra de 33 días, en la que cada día transcurrió con la muerte de niños, mujeres y personas inocentes de ese país árabe.

Un pueblo azotado por la guerra, desposeído y sufrido que, ante la agresión total e inhumana del régimen israelí, resistió hasta el punto de la muerte y durante una batalla de 33 días, frustró los planes del enemigo agresor y hegemónico. El 4 de agosto ha sido denominado "Día de la Resistencia Islámica" con motivo de la orgullosa victoria del Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), en la guerra asimétrica de 2006.
 
 
 
La guerra de 33 días fue una guerra de firmeza y una resistencia épica de un pueblo que expulsó por completo a las tropas israelíes del sur de El Líbano en el año 2000, y en el verano de 2006, se enfrentó con un régimen armado hasta los dientes dando una lección de resistencia que permace brillante en las páginas de la historia. La defensa y los ataques espectaculares del Frente de Resistencia Libanesa, dirigido por Seyed Hasan Nasralá, contra el régimen ocupante israelí pusieron de manifiesto que las lecciones del Corán hablan todas de una gran realidad al decir que “¡No flaqueéis, pues, invitando a la paz, ya que seréis vosotros los que ganen! Alá está con vosotros y no dejará de premiar vuestras obras” (sura “Mahoma”, verso 35).
 
 
 
En junio de 2006, los combatientes de Hezbolá en una operación relámpago atacaron un barco israelí al sur de la zona de Ayta ash Shab, en la frontera meridional de El Líbano con Israel, capturando a dos militantes sionistas para canjearlos con reclusos del grupo libanés, como ya lo habían hecho antes en medidas similares.
 
 
 
Pero bajo pretexto de esa acción y poco después de la misma, el régimen sionista declaró la guerra lanzando brutales ataques contra El Líbano, especialmente el sur, donde habitan los chiíes. Este régimen cruel arrojó todo tipo de bombas y misiles sobre hombres, mujeres y niños libaneses y entró en territorio libanés.
 
 
 
Los analistas políticos sostienen que los sionistas ya se habían preparado para la guerra contra el Frente de Resistencia Libanesa y utilizaron la captura de militares sionistas por parte de las fuerzas de la Resistencia como un pretexto para lanzar su agresión contra el sur de El Líbano. De hecho, libraron esa guerra basándose en un "plan integral" que ya habían elaborado en cooperación con Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Egipto, Jordania, Arabia Saudí e incluso algunos partidos en el interior de El Líbano.
 
 
 
Muhammad Fneish, un alto funcionario de Hezbolá, comenta al respecto que “la guerra no comienza con un simple enfrentamiento, sino con una decisión previa y pre-planificada y ocurre en un momento en que una de las partes considera adecuada la oportunidad".
 
 
 
Durante 33 días, los cazas agresores israelíes lanzaron ataques aéreos de manera incesante y a gran escala, contra distintas zonas del sur de El Líbano, incluyendo sus infraestructuras.
 
 
 
Apuntaron con sus más duros ataques aéreos muchos centros infraestructurales, puentes, edificios residenciales, depósitos de combustible, aeropuertos, hospitales y centrales eléctricas. El ejército israelí incluso puso bajo asedio a El Líbano por tierra y mar para impedir suministros de ayuda, y luego mató brutalmente a la gente de ese país. Sin embargo, los sionistas desconocían que habían comenzado una gran apuesta combatiendo a la Resistencia libanesa.
 
 
 
Ignoraban el poder de los misiles de Hezbolá y se enorgullecían mucho de su material bélico, como los tanques "Merkava", que significa "carro de los dioses" en hebreo. En aquel entonces, los tanques Merkava se conocían como los tanques legendarios del ejército israelí. Sin embargo, Hezbolá logró romper este mito. Las fuerzas de la Resistencia atacaron y destruyeron estos tanques, así como decenas de vehículos blindados de los sionistas en las mismas áreas fronterizas impidiendo su ingreso en las zonas meridionales de El Líbano.
 
 
 
Seyed Hasan Nasralá, líder del movimiento popular Hezbolá, con total valentía y sabiduría movilizó y dirigió la voluntad del pueblo libanés contra el enemigo agresor. En una batalla de 33 días, el pueblo libanés humilló al ejército del régimen ocupante de Al Quds (Jerusalén) y redefinió la palabra “resistencia” para los desposeídos y oprimidos del mundo.
 
 
 
El Frente de Resistencia Libanesa consiguió arrastrar la batalla desde las zonas fronterizas en el sur de El Líbano a los territorios ocupados en Haifa, Acre y Safed. Los misiles de la Resistencia cayeron como pesadilla sobre los asentamientos israelíes, demostrando que la respuesta a la agresión y la coerción no es más que resistencia. Durante 33 días, el Frente de Resistencia Libanesa asestó golpes mortíferos al falso poderío de Israel y su llamada Cúpula de Hierro, de modo que el régimen sionista prácticamente vio su existencia en peligro, y cerca de un millón de colonos israelíes emigraron.
 
 
 
La entonces secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, llamó a esa guerra como el “dolor del parto del nuevo Medio Oriente", donde ya no haya noticias de las fuerzas opositoras a EE.UU. e Israel. Pero el curso de la guerra avanzó de otra manera. Cada día que pasaba, la situación era más complicada para Israel y sus valedores. Los objetivos declarados y no declarados de la contienda parecían más inalcanzables, y las condiciones regionales e internacionales eran más tensas que nunca en detrimento de Israel y del Occidente. Incluso dentro de los territorios ocupados y de la comunidad sionista, las protestas contra la guerra se intensificaban cada día, lo que hizo casi imposible su manejo.
 
 
 
En esta conflagración, el equilibrio de poder entre la Resistencia y la entidad sionista cambió por completo, y se rompió el mito de la invencibilidad de esta última. Hasta los comandantes israelíes también reconocieron el fin de este mito, y Tel Aviv se dio cuenta de que no podía subestimar a los grupos de Resistencia en la región.
 
 
 
Moshé Kaplinsky, entonces subjefe del ejército israelí, dijo: "El ejército no hizo nada útil durante la guerra de julio. No cumplimos bien nuestra misión. No pudimos silenciar los misiles de Hezbolá. Nos comportamos de una manera que surgieron muchas dudas sobre el poderío del ejército israelí".
 
 
 
Finalmente, después de 33 días, los sionistas, que habían pedido ayuda a los organismos internacionales y a sus aliados para acabar con la guerra, se vieron forzados vergonzosamente a retirarse en virtud de la Resolución 1701 de la ONU.
 
 
 
Los sionistas, se sintieron aún más avergonzados después de esta derrota estrepitosa en la batalla de Gaza, pero no renunciaron a sus demandas excesivas y a sus crímenes contra el pueblo oprimido de Palestina. Empero, las lecciones de la Resistencia hicieron saber a los dirigentes israelíes que cualquier acción que hicieran, se enfrentaría con una respuesta contundente del Frente de Resistencia.
 
Después de la guerra de 33 días, todo el mundo comprendió en profundidad las palabras del secretario general de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, quien poco antes del estallido de la guerra y al evaluar el poder legendario de Israel, lo llamó más débil que la casa de las arañas asegurando que "juro por Dios que el poder del régimen sionista es más débil que la telaraña", lo que evoca el versículo 41 de la sura  “La araña” del Corán que dice: “Quienes toman amigos en lugar de tomar a Alá son semejantes a la araña que se ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña”.
 
 
 
Con la derrota de los takfiríes del EIIL (Daesh, siglas en inglés) en Siria e Irak, creados por Israel, Estados Unidos, Arabia Saudí y sus aliados, se hizo más patente que nunca que los enormes poderes militares de los arrogantes son de paja, y todo el mundo se dio cuenta de que el Frente de Resistencia, desde Palestina hasta El Líbano, Siria, Irán, Irak y Yemen se fundamenta en una firme fe y en sólidas creencias contra la opresión, y es como una montaña que no se derrumba.
 
 
 
El ayatolá Ali Jamenei, líder de la Revolución Islámica de Irán, basándose en la visión religiosa y coránica respecto al valor y la importancia de resistir ante los arrogantes, dice: “Los jóvenes del mundo islámico, ya sean mujeres, hombres o las élites del mundo islámico, deben saber que, si se quedan en la escena y resisten, su victoria sobre todos los equipos de la Arrogancia es definitiva. Todas las herramientas del poder de las potencias arrogantes son débiles e ineficaces ante la presencia popular, ante la fe de las naciones. Tienen dinero, armas, bomba nuclear, ejércitos bien equipados y medios diplomáticos, pero todo esto es ineficaz ante la fe de los pueblos. Tengan cuidado de no perder esta fe”.
 
P/FE/JP