May 05, 2020 08:29 UTC

Las armas biológicas son aquellas que están fabricadas con cualquier microorganismo, como las bacterias, virus, setas, venenos o productos venenosos, provenientes de microorganismos, que pueden usarse para matar o dañar a las personas.

Es posible que se use elementos biológicos para el asesinato de una persona o cometer una matanza. En un principio, cuando se inició la fabricación de las armas biológicas, su uso principal era causar bajas humanas entre las fuerzas enemigas. En las dos grandes guerras, es decir, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, el objetivo del empleo de armas biológicas, fue matar en masa a los enemigos, pero, actualmente, se han definido nuevos modelos de guerras y uno de estos es el famoso “bioterrorismo”.
 
Bioterrorismo se dice al uso intencional de seres vivos como microbios, virus y venenos para golpear objetivos selectivos, como comandantes, presidentes, y  asustar o chantajear a los gobiernos. En otro modelo de las guerras biológicas, el objetivo es atacar a los países a través de instrumentos biológicos en los campos de la alimentación humana y, para ello, apuntan contra los campos de cultivos y animales domésticos. Esto en las recientes décadas se ha desarrollado ampliamente. En este modelo de guerra, se busca daños fundamentales a la economía de los países. Algunos estrategas y biólogos creen que el virus SARS de los años 2002 y 2003 en China fue resultado de un ataque económico-biológico para golpear la economía del gigante asiático.
 
Las armas biológicas tienen características especiales como producir epidemias masivas, poder de ocultarse, relacionarse entre las personas y los animales, no contar con medicamentos o vacunas, desconocer su procedencia y sorprender a los países a la hora de tratar de enfrentarse e con este modelo de enfermedad. Si el medio ambiente se contamina de elementos biológicos se crea una amenaza de largo plazo y muy amplia contra las personas; en este sentido, un ejemplo evidente es la propagación del nuevo coronavirus, causante de la enfermedad llamada COVID-19 que, desde diciembre pasado, debido a su influencia sin precedentes en todo el mundo, quizás se pueda recordar como uno de los más influyentes acontecimientos amargos de la historia humana.
 
De esta manera, se ha esclarecido que los elementos biológicos son mucho más poderosos que cualquier otra arma no convencional y pueden conllevar consecuencias destructivas y negativas. En base a la Convención de Ginebra de 1925 y la Convención de Armas Biológicas de 1975, la producción y el desarrollo de armas biológicas o microbiológicas es prohibida.
 
El Ejército de EEUU, antes del inicio de la II Guerra Mundial, empezó unas investigaciones en el terreno del desarrollo de las armas biológicas. En el año 1943, la comandancia de la salud del ejército de dicho país, con el desarrollo del centro militar Fort Detrick en el estado de Maryland, que actualmente se emplaza en unas 490 hectáreas, inauguró unos laboratorios de armas biológicas con un presupuesto valorado en más de un millón de dólares. El objetivo de este programa ha sido acceder a supuestos mecanismos defensivos contra ataques biológicos y la posibilidad de lanzar ataques similares. Hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial en el año 1945, los laboratorios de este centro realizó muchas investigaciones sobre múltiples elementos que pudiesen crear diferentes enfermedades.
 
Después de la Segunda Guerra Mundial, estas investigaciones se realizaban sobre las personas, mediante inyecciones directas, y el gobierno de EEUU destinó un buen presupuesto para este proyecto. Diferentes virus o bacterias se probaban sobre unas personas y, algunas veces, estas ni siquiera sabían que eran sometidas a esas pruebas. Además, en diferentes regiones del mundo, como África, Vietnam, Cuba, Corea del Norte y Europa, miles de civiles de estos países así como soldados del Ejército de EEUU se convirtieron en objetivos de estos ensayos. Este programa se realizó hasta el año 1969 en los laboratorios del centro de Fort Detrick hasta que, en aquel año, EEUU dejó aparentemente las armas biológicas y cualquier investigación al respecto. Aunque en realidad nunca fue así puesto que el programa de armas biológicas siguió activo pero de forma secreta.
 
Después de los sucesos del 11 de septiembre, el gobierno neoconservador de George W Bush, en una medida repentina, dedicó un presupuesto considerable para realizar nuevas investigaciones sobre las armas biológicas y la mayor parte de dicho presupuesto se otorgó a los laboratorios del centro Fort Detrick. El escándalo del envío de cartas contaminadas con la sustancia ántrax a autoridades norteamericanas se convirtió en un pretexto para convencer al pueblo y a los miembros del Congreso de EEUU de que el enemigo empleaba armas biológicas contra los estadounidenses. Bajo ese argumento, se reactivaron las investigaciones en el terreno de armas biológicas en lugar de gastar dicho presupuesto en la producción de medicamentos para salvar a muchos enfermos.
 
Después de la orden ejecutiva del gobierno de Bush para la reanudación de las actividades e investigaciones en el terreno de las armas biológicas, el Ejército de EEUU convirtió el instituto militar de enfermedades infecciosas de Fort Detrick en un nuevo laboratorio. En aquel entonces, el Ejército de EEUU en un comunicado anunció que el desarrollo de las investigaciones en el terreno de las armas biológicas se realizaría meramente como medidas defensivas y sin ningún aspecto agresivo.
 
En las instalaciones de los laboratorios del centro militar de Fort Detrick, casi 1800 científicos y expertos realizan investigaciones sobre elementos peligrosos biológicos como bacterias y virus. Mientras tanto, el Ejército de EEUU afirma que la actividad de estas amplias instalaciones está dedicada solo al terreno de la producción de vacunas y algunas medidas defensivas ante ataques con elementos biológicos.
 
A pesar de las alegaciones del Ejército de EEUU de que no existen programas agresivos en el terreno de armas biológicas, actualmente, se ha esclarecido que esas afirmaciones son infundadas y que siempre hay personas que revelan la verdadera cara del Ejército y el Gobierno de EEUU.
 
Dando un vistazo al dossier de EEUU sobre el uso de armas biológicas desde el año 1932, se puede ver que este país, que se autoproclama velador de los derechos humanos y que se considera el pionero de la civilización occidental, ha usado algunos elementos microbiológicos y virus muy peligrosos dentro de EEUU y en algunos otros países del mundo.  En la primera etapa, el gobierno norteamericano ha empleado estos elementos biológicos contra su pueblo especialmente, contra las minorías y los presos. En el año 1951, el Departamento de Defensa de EEUU (el Pentágono) inició unas pruebas fuera de los laboratorios con bacterias que producen enfermedades y estas pruebas continuaron hasta el año 1969, cuando se reveló que los habitantes de las zonas cercanas a los lugares de estas pruebas, presentaban efectos negativos productos de esos ensayos. En el año 1977, el comité de investigaciones científicas y médicas del Senado estadounidense confirmó que 239 regiones residenciales en EEUU habían sido contaminadas con elementos biológicos peligrosos durante los años 1949 y 1969.
 
En el año 1987, el Pentágono confesó que, a pesar de que EEUU se había afiliado a la Convención de Armas Biológicas, realizó algunas investigaciones al respecto en 127 centros y universidades. Según un informe que emitió el Congreso en el año 1986, las armas biológicas de EEUU estaban compuestas por dos tipos: virus alterados, venenos naturales y elementos biológicos que han ido cambiando a través de la ingeniería genética para tener características inmunológicas diversas. En octubre del año 2019, la página web del periódico británico The Independent  recogió en un informe que un grupo de científicos y abogados habían advertido de que el programa del Ejército de EEUU para el desarrollo de virus a través del uso de insectos, probablemente concluiría con la producción de un nuevo modelo de armas biológicas. Según ambos expertos, el Ejército de EEUU pretende aprovecharse de los insectos para el desarrollo de virus que han sido alterados genéticamente para que, a través de estos virus, se contaminen los productos agrícolas en cualquier región del mundo. Esta medida del Ejército de EEUU conllevará consecuencias horribles y es posible que se convierta en un peligro serio y profundo para la seguridad del medio ambiente.
 
EEUU reiteradas veces ha usado elementos biológicos contra sus enemigos extranjeros. El Ejército de EEUU tiene antecedencias sobre el uso de insectos contaminados en sus armas biológicas. En el año 1954, el Ejército norteamericano probó bombas contaminadas de estos insectos. Unos años después de esta prueba, la antigua Unión Soviética acusó EEUU de usar estas bombas y dispararlas hacia China y Corea del Norte. En el año 1981, el Gobierno de Cuba anunció que, debido a un ataque biológico del Ejército de EEUU, 300 mil ciudadanos de la isla se habían contagiado del dengue, una enfermedad virulenta que causa la muerte por hemorragia. En la década de 1980, la antigua Unión Soviética, en base a unos documentos, reveló que EEUU envió a unas personas a Afganistán y Paquistán para que desarrollen la fiebre dengue en esos países y la conviertan en una epidemia. En el año 1983, EEUU puso a disposición del régimen iraquí de Sadam algunos elementos biológicos para que los use como armas contra la República Islámica de Irán.
 
Desde hace algunas décadas, Washington se esfuerza por crear instalaciones vinculadas a elementos biológicos en diferentes lugares del mundo; mientras que esta medida puede tener consecuencias horribles para la gente en todo el mundo.
 
P/MK/NL

 

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