Disturbios en EEUU; amenazas hacia el surgimiento de una revolución
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Los disturbios en EEUU, estallados el 25 de mayo por el asesinato salvaje del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco en la ciudad de Mineápolis del estado de Minesota, muy rápidamente, se extendieron en todo este país norteamericano.
(last modified 2020-08-01T12:43:22+00:00 )
Jul 14, 2020 12:45 UTC

Los disturbios en EEUU, estallados el 25 de mayo por el asesinato salvaje del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco en la ciudad de Mineápolis del estado de Minesota, muy rápidamente, se extendieron en todo este país norteamericano.

Trascurridos más de 40 días de estas protestas no se observa ningún signo de su fin. Primero, los organizadores de las manifestaciones sin precedentes en EEUU insistían mucho en que el objetivo era poner fin a la violencia de la policía contra los negros en el marco general de la discriminación racial y la actuación racista de los agentes del orden. De hecho, el lema de dicha etapa era “la vida de los negros importa”, pero después las protestas han entrado en dimensiones más amplias.
 
Actualmente, los manifestantes se oponen al racismo establecido en EEUU desde hace muchos siglos y denuncian que los negros en dicho país se enfrentan con todo tipo de opresiones y discriminaciones, por lo que exigen el fin de esta situación horrible e inhumana en un país que proclama ser defensor de los derechos humanos. En esta etapa, el ataque y la destrucción de los símbolos del racismo, la discriminación racial y la esclavitud ha sido uno de los más importantes objetivos de los opositores. Un asunto que ha enervado la ira del presidente Donald Trump, que incluso ha emitido una orden ejecutiva para castigar a aquellas personas que destruyen monumentos históricos.
 
El 27 de junio pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para proteger los monumentos del país bajo la amenaza de penas de prisión. “Acabo de tener el privilegio de firmar una Orden Ejecutiva muy firme que protege los Monumentos, Memoriales y Estatuas y combate la Violencia Criminal reciente", tuiteó Trump.
 
La orden hace cumplir las leyes que prohíben la profanación de monumentos públicos, el vandalismo de la propiedad gubernamental y los recientes actos de violencia, a la vez que retiene el apoyo federal vinculado a los espacios públicos de los Gobiernos estatales y locales que no han podido proteger los monumentos públicos, y retira las subvenciones federales para las jurisdicciones y agencias policiales que no logran controlar los actos de vandalismo.
 
Trump anunció esa orden luego del ataque a numerosas y controversiales estatuas en todo el país durante semanas de protestas y disturbios civiles tras la muerte de George Floyd, un afroamericano asesinado por un policía blanco que lo asfixió colocando su rodilla sobre su cuello por casi nueve minutos un mes atrás.
 
El 4 de julio, el presidente Trump, en su última postura en reacción a las protestas sin precedentes en EEUU, en el discurso para conmemorar el Día de la Independencia de dicho país, criticó fuertemente los disturbios hostiles y la destrucción de la historia de EEUU. “Nunca permitiremos que una muchedumbre enfadada borre nuestra historia, derribe nuestros monumentos, adoctrine a nuestros hijos o pisotee nuestras libertades”, aseveró el mandatario y añadió que los opositores furiosos se esfuerzan por imponer una revolución cultural izquierdista, que “está diseñada para derrocar a la revolución estadounidense”, dijo.
 
Una de las características evidentes de las recientes protestas es el esfuerzo continuo del pueblo de EEUU para destruir todas las esculturas y símbolos de la esclavitud colocadas en diversos lugares de este país. En las recientes semanas, el ataque a las esculturas de personalidades racistas de la historia de EEUU se ha convertido en uno de los actos principales del nuevo movimiento de protestas, lo que ha conllevado la furia de las autoridades norteamericanas especialmente, del presidente de este país. De hecho, decenas de esculturas entre ellas de Cristóbal Colon, George Washington, Thomas Jefferson y los soldados de la Confederación han sido incendiadas, destruidas o recogidas. Parece que recoger las casi 1500 esculturas y símbolos de los comandantes militares y políticos de los estados separatistas del sur de EEUU que apoyaban el racismo y la esclavitud, se ha convertido en una exigencia general en este país. Uno de los asuntos más importantes al respecto en las recientes semanas ha sido el ataque a los símbolos y las esculturas de algunas personalidades políticas e históricas que tuvieron un papel en la creación del sistema de esclavitud y la continuación de la discriminación racial en EEUU, como George Washington y Andrew Jackson, dos de los primeros presidentes norteamericanos que tuvieron muchos esclavos, de modo que la policía se ha visto obligada a proteger las estatuas.
 
A pesar de las continuas amenazas de Trump de reprimir a los   opositores y acusarles con el objetivo de presentar una imagen negativa de ellos, no solo no se han reducido las actuales protestas, sino que se han desarrollado más que antes. A este respecto, con la continuación de las protestas sociales en EEUU, algunas personalidades famosas de los opositores han amenazado el sistema político del mayor país capitalista en el mundo con derrocarlo y sustituirlo con otro sistema. De modo que, semanas después de la muerte violento de George Floyd por un policía de piel blanca, se han celebrado amplias protestas por la discriminación racial y la violencia horrible de la policía de EEUU, y ahora por primera vez una personalidad famosa de los opositores, muy claramente, habla del surgimiento de una revolución y el cambio del régimen en este país.
 
Hasta antes, parecía que los opositores meramente se esforzaban por reducir el racismo en la sociedad, acabar con las desigualdades y hacer reformas en la estructura de la policía de EEUU para evitar medidas violentas e inhumanas contra los negros. Sin embargo, la adopción de la política de la amenaza y la represión, denominada "mano de hierro" por el Gobierno de Trump y algunas medidas por parte de los comandantes de ciertos estados de EEUU han dirigido las protestas de los norteamericanos hacia exigencias fundamentales y radicales.
 
Al considerar que EEUU, como el mayor país capitalista del mundo, se enfrentaría en el futuro con una revolución o una guerra civil, seguramente, se puede decir que si se continúan desatendiendo las demandas populares, especialmente, en el terreno legal y contra la represión de los negros, se crearán condiciones complicadas para el Gobierno de EEUU en los próximos años del siglo 21. Lo importante al respecto es que estas demandas no limitan meramente a asuntos racistas, sino los manifestantes exigen poner fin a siglos de discriminación racial y de violencia contra los negros; ya que, en la actualidad, la insatisfacción del pueblo, por todo tipo de las desigualdades políticas, económicas y sociales, ha dirigido a centenares de miles de ciudadanos opositores norteamericanos a las calles y, de hecho, es el segundo movimiento de protesta más importante y general en los recientes años. Antes de ello, el 17 de septiembre del año 2011 se inició un movimiento de protestas llamadas "Ocupa Wall Street", en referencia a la congregación de miles de opositores en las cercanías de la calle de Wall Street, donde están establecidas las entidades económicas y la bolsa de EEUU. Los participantes de este movimiento denunciaron que la riqueza de un 99 % del pueblo de EEUU estaba en manos del 1 % de la sociedad, lo que consideraban un crimen. Estas manifestaciones masivas también fueron famosas como "movimiento del 99 %". En realidad, este movimiento se creó con el objetivo de alcanzar la justicia social y la destrucción del dominio imperialista del 1 % de los ricos de la sociedad; no obstante, por la amplia represión policía, los rayos de este movimiento social y justo, se apagaron gradualmente.
 
En los recientes años, estas exigencias, primero, se plantearon en el marco del movimiento "Ocupa Wall Street" y, actualmente, en el marco del movimiento de "La vida de los negros importa", pero, si estas exigencias son ignoradas por el Gobierno de EEUU, es decir, por el gobierno federal, el congreso o los dos partidos principales —los republicanos y los demócratas—finalmente,  podrían conducir al surgimiento de una explosión social, es decir, lo que en la literatura de la ciencia política se denomina una revolución. Entonces, el pueblo desbaratará el sistema político y lo sustituirá por otro. En realidad, el mayor país capitalista del mundo en el que actualmente también se observan algunos signos de caída política, económica e internacional, se enfrentará con cambios fundamentales, entre los que el mínimo sería un cambio del sistema político de dicho país.
 
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