Ene 28, 2021 07:36 UTC

ParsToday - Con la finalización de la Presidencia de cuatro años de Donald Trump en Estados Unidos, surge la pregunta de ¿qué repercusiones ha tenido la política de su Administración para la región de Asia Occidental? En esta oportunidad, vamos a tratar la política de Trump respecto a los países de la zona inclinados a hacer las paces con Israel.

El régimen sionista, principal ganador de la política de Trump en Asia Occidental.
 
En los últimos cuatro años, Trump se movió tanto en línea con los intereses del régimen israelí que un pueblo en los Altos del Golán fue denominado como los "Altos de Trump".
 
Aunque Trump dio a conocer el plan racista de nombre “Acuerdo del Siglo” el 28 de enero de 2020, su implementación tácita ya había comenzado a partir de diciembre de 2017, cuando Trump declaró formalmente a Al-Quds (Jerusalén) como la nueva capital de Israel. Y en mayo de 2018, reubicó oficialmente la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv en Al-Quds.
 
Igualmente, Trump reconoció la soberanía israelí sobre Al-Quds (Jerusalén), que pertenece a Palestina, y sobre el Golán sirio.
 
Al ignorar la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), la Administración Trump reconoció y apoyó en la práctica la construcción de asentamientos sionistas en los Territorios Ocupados.
 
El Gobierno del magnate neoyorquino hizo otro servicio a los sionistas al cortar la ayuda financiera de EE.UU. a la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
 
Trump fue el principal arquitecto de la normalización de las relaciones de los países árabes con Israel. Además, en los últimos días de su gobierno, ordenó al Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM), que supervise la misión del ejército estadounidense en el Medio Oriente, y que también incluya a Israel.
 
El conjunto de las medidas tomadas por Donald Trump a favor de Israel, seguía varios objetivos importantes y estratégicos, entre ellos sacar a Israel del aislamiento geopolítico en Asia Occidental. En este marco se inscribe la normalización de los nexos de los Estados árabes con Tel Aviv. Ahora, con el establecimiento de las relaciones diplomáticas, las empresas israelíes tienen una considerable presencia en los Emiratos Árabes Unidos y Baréin, lugar a que viajan los ciudadanos israelíes sin ningún problema.
 
Otro objetivo importante fue redireccionar el conflicto árabe-israelí a un conflicto árabe-iraní.
 
El objetivo más importante fue que Israel se impusiera, en términos de seguridad, en los acontecimientos de la región de Asia Occidental. Dentro de este marco se inscribe la inclusión de Israel en el CENTCOM.
 
En general, según Michael Thumann, columnista del periódico alemán Die Zeit, Trump presentó en tres ocasiones regalos a Israel y al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu: La reubicación de la embajada de EE.UU. a Jerusalén (Al-Quds) y el reconocimiento de esta ciudad como la capital, el reconocimiento de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, y finalmente cuando presionó sobre los países árabes para convencerlos de que establecieran relaciones diplomáticas con Israel.
 
Dadas estas medidas que adoptó Donald Trump en beneficio de Israel, los analistas creen que su derrota en las elecciones presidenciales de noviembre de EE.UU. no fue del agrado de Tel Aviv y generó su preocupación.
 
El periódico alemán Süddeutsche Zeitung escribió en un análisis el 9 de noviembre que "sin duda, Israel contará con el apoyo del próximo presidente estadounidense Joe Biden, pero la “época de oro” de sus relaciones con EE.UU. ya ha llegado a su fin".
 
El resultado de la política de apoyo total de Trump a la entidad sionista ha sido el estancamiento del proceso de paz en Oriente Medio. La violencia entre Israel y Palestina se ha disparado. Si bien no se produjo una guerra entre ambas partes, el nivel de las tensiones no es comparable con la época previa a Trump, además de que también la desconfianza de los palestinos en Washington ha disminuido mucho.
 
Trump y los países árabes.
 
Durante los cuatro años de su Presidencia, Trump tuvo una visión especial de los países árabes. El término de "vaca lechera" que utilizó para Arabia Saudí, nunca será olvidado.
 
Durante los pasados cuatro años, Trump aseguro a los líderes árabes que mientras estén de acuerdo con la libertad de acción de los sionistas en Palestina y la confrontación con la República Islámica de Irán, pueden adoptar cualquier política que consideren necesaria para su seguridad, sin tener en cuenta las consideraciones referentes a los derechos humanos o la democracia.
 
Trump tenía una visión completamente materialista del mundo árabe y se negaba a abordar cuestiones normativas. En consecuencia, la guerra de Yemen no solo no terminó en los últimos 4 años, sino que este país enfrentó la mayor crisis humanitaria del siglo XXI.
 
No se realizó ningún esfuerzo hasta los últimos días de la Administración Trump para acabar con la tensión árabe entre Catar, por un lado, y los cuatro países de Arabia Saudí, Baréin, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, por el otro.
 
Fue ignorado el asesinato atroz del periodista saudí Yamal Jashogi, que se llevó a cabo por orden directa del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, en su consulado en Estambul, Turquía, en octubre de 2018. La detención de los príncipes y activistas civiles saudíes por parte de Mohamed bin Salman, no se encontró con ninguna reacción por parte del entonces inquilino de la Casa Blanca.
 
Michael Thumann, columnista del periódico alemán de gran tirada Die Zeit, escribió lo siguiente: "Los árabes, aunque parecen estar unidos, están muy dispersos y distantes desde dentro. Diez años después de los levantamientos árabes, los viejos problemas siguen siendo frescos: corrupción, desempleo, falta de un horizonte claro, miedo, etc. El fin del asedio de Catar por parte de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí y la continuación del proceso de ayuda a Egipto por parte de los árabes del Golfo Pérsico pueden ser signos de la unidad, pero la verdad es que los iraquíes, sirios, qataríes, emiratíes y saudíes desconfían unos de otros. Una vez que Biden y los demócratas asuman formalmente el poder, los líderes de los países del Medio Oriente ya no podrán sacar adelante sus asuntos enviando mensajes nocturnos al yerno de Trump".
 
Sobre la política de la Administración Trump en Oriente Medio, Steven E. Cook escribió lo siguiente en la revista estadounidense Foreign Policy: "Al finalizar la Presidencia de Trump, la única forma apropiada para describir su política exterior en Oriente Medio es incoherencia estratégica. La coherencia en la política exterior es difícil para cualquier gobierno, y el problema con el enfoque de Trump en el Medio Oriente no es su incoherencia, sino la calidad diferente de su enfoque de la región. Esto es lo que sucede cuando el presidente se apoya en sus propios instintos e ignora el proceso consultivo de la política exterior. Lo que ha agravado las cosas es su dispersa o inconsistente política exterior. Un día se ocupa de Siria, el otro día da un empujoncito a la OTAN, y al día siguiente se deja involucrar en Irak, Corea del Norte o en otro lugar del mundo. La entrada y salida repentina de la Administración Trump en los asuntos regionales ha llevado a una mayor inestabilidad. Parece ser que los derechos humanos han sido el caso menos valioso para Trump, ya que casi nunca ha llamado su atención en los últimos cuatro años. Trump llamó al líder egipcio Abdel Fattah al-Sisi como su dictador favorito. La interpretación más generosa de este comentario fue la grosera intimidad del presidente, lo que no sorprendió a nadie, dada la severidad de la represión en el Egipto bajo control de Al-Sisi. La excusa de Trump para apoyar al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman en relación con el asesinato del periodista Yamal Jashogi, no fue una historia mejor.
 
Es comprensible que el interés de EE.UU. haya estado en cooperar con líderes autoritarios. Lo que no es comprensible es la amistad, el apoyo e ignorar los temas de derechos humanos y la planificación de sus políticas a gran escala".
 
A su vez, Stephen Walt, destacado teórico estadounidense en relaciones internacionales, sobre la política de Trump en Oriente Medio comenta, "Trump puede afirmar haber cosechado algunos éxitos en la política exterior, pero lo único positivo fue que en los pasados cuatro años, no inició ninguna nueva guerra y no convirtió a un país en un país devastado (como Libia); ninguno de sus tres predecesores puede decir similar afirmación".
 
P/FE/JP

 

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