Hach; herramienta de Arabia Saudí para ajustar cuentas políticas
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Finalmente, después de meses de grandes rivalidades y negociaciones entre Riad y Teherán, las hostilidades de Arabia Saudí hacia la República Islámica de Irán continúan y han afectado el deber más importante de los musulmanes. A los peregrinos iraníes no se les ha permitido participar en la ceremonia de Peregrinación mayor (Hach) de este año.
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Jul 21, 2016 07:52 UTC

Finalmente, después de meses de grandes rivalidades y negociaciones entre Riad y Teherán, las hostilidades de Arabia Saudí hacia la República Islámica de Irán continúan y han afectado el deber más importante de los musulmanes. A los peregrinos iraníes no se les ha permitido participar en la ceremonia de Peregrinación mayor (Hach) de este año.

La Organización de Hach y Peregrinación de la República Islámica de Irán el 29 de mayo emitió un comunicado en el que informa de sus esfuerzos para enviar los peregrinos iraníes al Hach y la oposición de Arabia Saudí a la visita de los peregrinos iraníes a La Meca este 1395 (2016). “Ahora, después de perder mucho tiempo en la planificación del viaje de peregrinos iraníes y, al no cumplirse las demandas legítimas de la República Islámica, se anuncia que, por sabotaje del gobierno saudí, los queridos peregrinos de la República Islámica de Irán están excluidos de presentarse en la ceremonia de Hach mayor de este año en curso por responsabilidad del gobierno saudí”, se lee en el texto.
 

Este comunicado también  resalta la visión infranacional que mantiene Irán hacia estos rituales que los considera una oportunidad para reforzar la unidad islámica e impedir las divergencias sectarias y tribales, y arremete contra la parte saudí po r vincular la cuestión del Hach a los temas políticos y, con el apoyo de sus medios de comunicación, cambiar el texto del acuerdo que tenía desde hace años con el país persa para celebrar los rituales.  Pero, ¿qué ha llevado a Al Saud a politizar el  Hach y los rituales religiosos?
 

Arabia saudí desde 2003 hasta ahora, en sus políticas regionales ha sido testigo de fracasos consecutivos y  cada vez está perdiendo su posición en la región. La derrota del régimen  de Saddam en 2003 fue el punto de inicio del proceso descendiente de Arabia Saudí en el Asia occidental.  Aunque la relación del régimen saudí con el régimen baasista iraquí no era tan sólida, sin embargo, ambos tenían dos puntos en común: su identidad étnica (árabe) y religiosa (suníes). En política, los gobiernos de los dos países árabes consideraban en contra de sus propios intereses el colapso del régimen de Saddam que era considerado un importante obstáculo a la influencia chií en Irak. Los siguientes avatares de Irak, especialmente la formación de tres gobiernos chiíes (dos gobiernos de Nuri-al Maleki y otro de Al-Ebadi) y el apoyo de los saudíes a los grupos suníes, entre ellos Tariq-Al Hashemi son acusados ​​de estar implicados en los ataques terroristas y explosiones en Irak, lo que muestra que el régimen saudí no es compatible con la nueva estructura política iraquí. Incluso hay evidencias documentadas y testigos del apoyo saudí a los terroristas de Daesh en Irak y, por supuesto, su esfuerzo para atraer algunos personajes chiíes y la creación de la discordia entre los grupos chiíes de Irak.
 

Después de la caída del régimen de Saddam en 2003, las protestas antigubernamentales en Asia Occidental y el norte de  África, han sido el segundo golpe duro a los intereses de Arabia Saudí en la región. Debido a estas protestas, cayeron cuatro gobierno convergente con los Al Saud incluidos  Zain-ol-Abedin Bin Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, Muamar Gadafi en Libia  y Ali Abdul-Saleh en Yemen y se debilitaron las bases de poder de otros importantes aliados de Arabia Saudí, como Baréin, Jordania y Marruecos. Estas condiciones permitieron la formación de un nuevo orden en el Oeste de Asia en el que Arabia Saudí ha ido perdiendo su posición anterior. 
 

El proceso de la caída del régimen baasista de Irak en 2003 y también el fracaso de los aliados de Arabia Saudí en 2011 desmantelaron el equilibrio de poder en la región a favor del más importante rival de Arabia Saudí, es decir, la República Islámica de Irán. Así que Arabia Saudí procedió en los inseguros Siria e Irak a apoyar a los grupos y corrientes terroristas. El resultado de  esta política fue cientos de miles de civiles muertos y heridos y casi de 11 millones sirios desplazados dentro y fuera de país y desalojamiento de millones iraquíes en y fuera de su país, además de la destrucción de la infraestructura social y económica, especialmente en Siria. No obstante, los saudíes hasta ahora no han logrado un resultado favorable de sus políticas aplicadas en Siria e Irak con las que, en realidad, tenía como fin debilitar el lugar de  la República Islámica de Irán en la región Oeste de Asia.  
 

La crisis de Yemen también no ha sido el fin de la racha de fracasos de Arabia Saudí  en Asia occidental ante su antiguo rival, o sea, la República Islámica de Irán. Arabia Saudí consideró el acuerdo de Irán con los países del G5+1 en contra de sus intereses regionales y, para socavar el proceso del pacto nuclear iraní, no escatimó  ningún esfuerzo.  Arabia Saudí intentaba plantear otra vez el tema nuclear de Irán en la comunidad internacional como un peligro para la seguridad y, para ello, se valía de la iranofobia y la chiífobia a través de los medios de comunicación, pero el fin de las negociaciones nucleares fue otro signo del fracaso de Arabia Saudí ante Irán.


En la víspera de la firma del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés)  y de la entrada a la era  pos-acuerdo, Arabia Saudí utilizó de sus últimas fichas en el interior de su territorio, particularmente en el desierto de Mina (en la Meca). Algunos creen que la masacre de los peregrinos de Mina en 2015 se cometió con el objetivo de provocar a Irán a responder enérgicamente contra Arabia Saudí, para así involucrar al país persa en una crisis de seguridad en la región. De todas formas, si no aceptamos esta hipótesis,  ciertamente debemos aceptar que la ejecución del Sheij Nimr al-Nimr se realizó con el objetivo de irritar a los iraníes y crear tensión en la región. Después de la congregación y el asalto de un número de iraníes en la embajada saudí en Teherán en protesta  por la ejecución de Sheij Al-Nimr y a pesar de que el gobierno y las autoridades de la República Islámica de Irán condenaron estas acciones, Arabia Saudí en continuación con su política hostil, cortó unilateralmente las relaciones con Teherán y algunos pequeños países de la región como Dijibouti, Sudán y las Comoras  pidieron cortar sus relaciones con Irán. Sin embargo, este no es el final. 
 

Arabia saudí continuó su política regional antiraní y alcanzó el más importante ritual colectivo de  los musulmanes y, con sus obstaculizaciones, no ha permitido que los peregrinos iraníes participen en la ceremonia de Hach de este año. El régimen saudí bajo la sombra del silencio de los países islámicos y su falta de reacción ante las medidas divisionistas de este régimen, no solo no aceptó su responsabilidad en la catástrofe horrible de Mina, sino que en una medida completamente inhumana e ilegítima, cerró todos los caminos que pudieran conducir a los iraníes en la participación de  este  ritual divino. Los Al Saud al poner condiciones estrictas y fuera del acordado con la  Organización del Hach y Peregrinación de la República Islámica de Irán, trató de imponer un acuerdo humillante a la República Islámica de Irán y así mostrar su poderío en la regional.  Sin embargo, la oposición de la República Islámica de Irán a las condiciones de los saudíes para el  Hach mayor, causó que la parte saudí proceda a engañar a la opinión pública.
 

El ministro de Asuntos Exteriores saudí sin experiencia, Adel Al Yabir ha acusado a Irán de politizar la cuestión de Hach. Sus obstaculización en la dirección de los peregrinos iraníes de Hach, sin duda, se originan en las políticas de confrontación hacia Irán y su furia por el proceso de los cambios de la región, especialmente en Irak y Siria.


El punto final es que no es la primera vez que Arabia Saudí se aprovecha del Hach como una herramienta política para alcanzar sus intereses. Arabia Saudí durante los últimos años ha impedido el viaje de ciudadanos sirios. Ahora, Arabia Saudí mientras evita que iraníes y sirios visiten la casa de Dios, permite a los israelíes viajar a su territorio.