Ramadan en la literatura persa 3 (Saadi)
May 28, 2019 19:30 UTC
Tal vez lo que más sorprende a los viajeros que entran a Irán sea descubrir cómo la poesía antigua del territorio persa está vigente y vive en la mente y la voz de los iraníes. Ellos disfrutan, memorizan y recitan poemas de sus grandes poetas y eruditos.
Prácticamente es común entre los iraníes visitar los mausoleos de sus poetas en diferentes ciudades, recitar allí sus versos y rendirles homenaje. Para el pueblo iraní, los poetas son considerados como sabios, verdaderos héroes culturales y orgullo de la nación persa.
Teniendo en cuenta la cultura religiosa de los iraníes, la poesía persa ha estado al servicio de la religión, y por esta razón se puede encontrar miles de poemas religiosos de los eruditos persas que siempre son recitados por los iraníes.
Las obras literarias de Saadi Shirazi, uno de los poetas más reconocidos de la literatura persa, se cuentan entre los poemas que los iraníes prefieren memorizar y recitar en cualquier ocasión apropiada.
Abu-Mohammad Mosleh al-Din bin Shirazi, mejor conocido como Saadí, nació en el siglo XIII en Shiraz, una ciudad del centro de Irán, en una época marcada por dos guerras en el mundo islámico. Por el oeste, el mundo musulmán fue invadido por los cruzados europeos y, por el este, por el ejército mongol de Gengis Khan. Los sucesores de este último invadieron Irán, destruyendo ciudades y masacrando al pueblo. A pesar de todos los sucesos oscuros de aquella época, Saadí estudió teología en la Universidad de Bagdad, una de las más prestigiosas de su tiempo. Tras sus estudios emprendió diversos viajes por el norte de África, la península arábica y el este de Asia; sus pasos lo llevaron también a La India y Asia central.
Sus viajes duraron más de veinticinco años. Este bagaje de experiencias sirvió al poeta para redactar sus dos obras maestras: El Bustán o El jardín de las frutas, un poema épico y filosófico que expresa las virtudes musulmanas, publicado en 1257, y también el Golestán o El jardín de rosas, una colección de prosas y poemas que documentan sus viajes, publicado en 1258. Estas experiencias de recorrer el mundo le dio la oportunidad de expresar con más delicadez y profundidad sus pensamientos sobre los derechos humanos; este tema se nota en su manera de describir al ser humano perfecto, donde dice:
“Mientras estés atado a tu hogar y a tu comercio
no podrás, oh tú que eres inmaduro
convertirte en un humano verdadero.”
Su conocimiento en diversas regiones y culturas lo llevó a generar un pensamiento sociológico; como advierte en el verso que se encuentra en la entrada del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York:
“Todo hombre es como un hueso, siempre ligado a otro”.
“Juntos, los miembros forman un solo cuerpo y tienen un mismo origen”.
“Si la vida causa dolor a un miembro, ninguno de los otros permanecerá indiferente”.
“Si a ti no te provoca nada el dolor de los demás, no podremos llamarte ser humano.”
Muchas obras maestras de la literatura persa han sido traducidas a otros idiomas, sin embargo, quizás ninguna ha llamado tanto la atención de los occidentales como las dos obras bien conocidas de Saadi: "Golestan" y "Bustan".
Como se sabe, Saadi era un poeta religioso que se fijaba en los diferentes temas de la religión islámica. Uno de estos era el mes de Ramadán.
Él insistía en la esencia del Ramadán y el ayuno. Para Saadi, el ayuno era la purificación del corazón y elevar la moralidad; a través del ayuno el hombre agradece más a su creador y de hecho aprovecha más las bendiciones divinas. De sus poesías se puede considerar que en el pensamiento de Saadi, Ramadán es un periodo de la vida del ser humano en el que se dedica mayormente a profundizar sus pensamientos, algo que en el Islam es uno de los conceptos en el que se ha hecho mucho hincapié.
La apariencia del ayuno, es dejar de comer y beber, pero esto solo es el ayuno del cuerpo; lo que tiene mucho valor es el ayuno del alma, es decir, abstenerse de pecar en este mes goza de mucha importancia.
Por otro lado, en opinión del poeta persa, el ayuno no solo es dejar de comer sino también un instrumento para atraer la luz divina al corazón y entender de mejor manera la filosofía de la creación humana; por eso, en una fábula acerca de un devoto dice:
“Narran que una noche, un devoto comió demasiado de la comida que había preparado y después, pasó la noche en vela. Otro creyente se enteró de lo sucedido y reprochándole le dijo que si hubiera comido un simple trozo de pan y después se hubiera ido a dormir, hubiera parecido más prudente”.
El objetivo del ayuno es llegar al Creador del mundo, ya que la voz de la súplica de alguien que está en ayuno es más agradable para Él.
Queridos oyentes, aquí damos por finalizado el programa de hoy, esperando que haya sido de su agrado e interés.
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