Feb 01, 2020 10:00 UTC

ParsToday-El primero de febrero del año 1979 por la mañana, el pueblo de Irán pasaba momentos llenos de miedo y esperanza. Estaba previsto que, a pesar de las múltiples amenazas y obstáculos del régimen de Pahlavi, el Imam Jomeini (que descanse en paz), líder favorito y amable de los iraníes regresase en avión de París a Teherán.

Un líder popular y divino, que el régimen del shah le había alejado durante 14 años del pueblo de Irán, pero, aquel buen día, iba a regresar a su patria en medio de la preocupación de todos los iraníes. Después de la fuga de Mohamad Reza, el shah de Irán pero que su gobierno dependía de los extranjeros, el Imam Jomeini anunció el 16 de enero del año 1979 su decisión de regresar a su país. Los partidarios y opositores de la Revolución Islámica de Irán se preocuparon mucho por esta decisión valiente, pero peligrosa. Aunque los iraníes esperaban profundamente ver a su Líder tenían miedo de que los elementos del régimen corrupto del shah le dañaran en este viaje. Por otra parte, el gobierno de Pahlavi y sus partidarios norteamericanos sabían que la presencia del Imam Jomeini en Irán aumentaría considerablemente los movimientos revolucionarios del pueblo y, de hecho, la probabilidad de la victoria de la Revolución. Pues, al anunciar que iba a retornar a su patria, los enemigos aumentaron sus medidas para impedir la realización de este viaje histórico. Por otra parte, las fuerzas revolucionarias utilizaron todo su poder para hacer fracasar esas acciones hostiles y preparar el terreno para el regreso exitoso del Imam Jomeini al Irán Islámico.
 
La primera medida importante del pueblo musulmán de Irán se realizó tres días después de la fuga de shah en el aniversario del 40 día del martirio de Imam Hosein (la paz sea con él), el tercer Imam de los chiitas del mundo. En aquel día, millones de iraníes se manifestaron en diferentes ciudades del país y solicitaron el regreso de su líder favorito a la patria. El surgimiento de este acontecimiento importante en aquel gran día mostró que los iraníes estaban siguiendo el camino del gran movimiento de Imam Hosein para lograr la victoria de la Revolución Islámica de Irán. En este contexto, los líderes militares del régimen real de Pahlav,i con la comandancia del general Robert Huyser, enviado militar especial de EEUU a Irán, plantearon algunos planes para frenar  el viaje de Imam Jomeini a Irán y, como ejemplos de estos complots se puede mencionar el intento vano para desviar el avión y hacerlo aterrizar en otro aeropuerto. El Imam Jomeini determinó el día 26 de enero como la fecha de su  regreso a Irán, pero el último gobierno del régimen de Pahlavi, con la presidencia de Shapur Bakhtiar, anunció el cierre de todos los aeropuertos del país, por tanto, ningún avión podía aterrizar. Esta medida del gobierno generó la furia de la gente y aumentó los enfrentamientos, las manifestaciones y huelgas. También, se aceleró el proceso de la afiliación de los militares al pueblo, incluso de grados altos en el sistema militar. El Imam Jomeini, en un mensaje al pueblo de Irán, enfatizó que en unos días llegaría al país y, como un soldado, se uniría a la lucha contra el imperialismo hasta la victoria final de los iraníes.
 
En el aniversario del fallecimiento del gran Profeta del Islam (saludos sean para él y sus descendientes), el pueblo de Irán celebró grandes  manifestaciones apoteósicas en diferentes ciudades del país y mostraron así su voluntad para continuar el camino de la Revolución y el regreso de su Líder al país. Pero, los elementos del régimen del shah reprimieron salvajemente a los manifestantes e hicieron mártires a miles de hombres y mujeres revolucionarios y luchadores de la justicia y libertad.
 
De modo que un grupo de clérigos destacados y famosos realizó una sentada en la mezquita de la Universidad de Teherán en protesta por el cierre de los aeropuertos. Esta sentada se enfrentó con la amplia acogida de las fuerzas revolucionarias y los ulemas de otras ciudades que también celebraron actos similares. Todas estas presiones provocaron que el gobierno se viera obligado a retirarse y anunciar que el gran Líder de la Revolución Islámica podía regresar a Irán. Simultáneamente, el comité de acogida de Imam Jomeini que había sido creado con antelación, anunció el 1 de febrero como el día del regreso del ayatolá Jomeini a su patria. En la víspera, la mayoría de la gente de diferentes ciudades del país viajó a Teherán a fin de preparar el terreno para recibir a su Líder favorito. Se decoró con miles de flores el camino por donde iba a pasar el Imam Jomeini, desde el aeropuerto de Mehrabad hasta Behesht Zahra, cementerio en que también están las tumbas de los mártires de la Revolución Islámica. Por otra parte, el Imam Jomeini agradeció en París a los franceses por su amabilidad y con un grupo de sus compañeros, partió en avión hacia Teherán. En medio de una atmósfera de inquietud, la única persona que estaba muy tranquila era aquella por la que todos los iraníes estaban preocupados. El Imam Jomeini, con una tranquilidad especial por su fe profunda en Dios, inició su viaje hacia su patria. Realizó tranquilamente sus rezos en el avión y esperó el aterrizaje del avión.
 
Sin embargo, en el aeropuerto de Mehrabad había mucho ruido. Un gran número de personas y diferentes personalidades del país, con sentimientos encontrados entre el miedo y la esperanza, esperaban la llegada del Líder de la Revolución y habían preparado un programa para acogerle con orgullo. Finalmente, el avión que transportaba a aquel gran hombre de la historia de Irán, a las  9:30 de la mañana del primero de febrero del año 1979, aterrizó sin ningún problema. En aquellos momentos, parecía que el espíritu del pueblo había regresado a su cuerpo. Desde el aeropuerto hasta el cementerio,  el pueblo acompañó a su líder favorito. En el aeropuerto, el ayatolá Jomenei realizó un corto discurso, en el que agradeció a todos los iraníes y les invitó a unirse más. Después, insistió en que la expulsión de sháh del país había sido la primera etapa de la victoria y dijo que el segundo paso era la expulsión de los extranjeros y la destrucción de todas las raíces del régimen de Pahlavi. Después, se acercó y confundió entre la gente que desde hacía muchas horas le esperaba pese a que existía el peligro de que su automóvil fuese atacado por un avión o helicóptero militar.
 
El discurso histórico del Imam Jomeini, en Behesht Zahra al lado de los mártires de la Revolución y millones de personas del pueblo feliz, tuvo un amplio eco en todo el mundo. El Imam Jomeini muy claramente dijo que era ilegal el régimen de Pahlavi y anunció que presentaría un nuevo gobierno con el respaldo del pueblo. El difunto Líder de la Revolución condenó además el saqueo de las riquezas del Irán Islámico por los extranjeros especialmente EEUU, y prometió acabar con la injerencia  extranjera en el país. La acogida apoteósica del pueblo musulmán de Irán a su Líder revolucionario, se reflejó masivamente en el mundo; de modo que las agencias informativas occidentales lo consideraron sin precedente y anunciaron que el número de los participantes en dichas ceremonias llegó a casi 6 millones de personas.
 
Aunque las ceremonias del primero de febrero acabaron con el discurso del Imam Jomeini, las consecuencias de su presencia en Irán y entre el pueblo revolucionario, han sido muy extrañas. Los partidarios del sháh en el ejército aun confiaban en su poder y la ayuda de EEUU. Sin embargo, el pueblo e incluso los líderes de la Revolución ni siquiera pensaban que solo 10 días después de la entrada del gran líder de la Revolución Islámica a Irán, este gran movimiento popular e islámico lograría su victoria. El Imam Jomeini, tres días después de su regreso, presentó al ingeniero Mehdi Bazargan, uno de los antiguos combatientes como el primer ministro del gobierno provisional de la Revolución Islámica para que, además de administrar los asuntos del país, celebrara un referéndum para la determinación del sistema político del país después de la caída del régimen de Pahlavi y las elecciones parlamentarias. En aquel día, el general Huyser, que se había decepcionado de la continuación del régimen de Shá y de ejecutar un golpe de Estado, regresó a su país, EEUU. En un libro sobre sus recuerdos del tiempo de la victoria de la Revolución Islámica de Irán, el militar estadounidense expresó su extrañeza por el progreso de la Revolución y dijo que las medidas del Dios del ayatolá Jomeini se realizaban tan inteligentemente que no sabía quién realizaba dichas medidas y aún no había encontrado la respuesta a esa cuestión.
 
En aquellos días, la manifestación popular se había convertido en un deber diario y, cada día, un grupo de militares se afiliaba al pueblo. El despliegue de la fuerza aérea en presencia del Imam Jomeini y el anuncio de su lealtad al Líder, mostró que el ejército ya no estaba bajo el dominio del gobierno imperialista de Pahlavi. En realidad, el gobierno de Bakhtiar prácticamente no tenía ningún control en los asuntos del país y la mayoría de las ciudades estaba a disposición del pueblo. En dichas condiciones, un pequeño golpe destruiría el régimen falso de Pahlavi y, en general, todo el sistema expansionista real en Irán.
 
Finalmente, los militares ejecutaron una medida contundente contra el gobierno corrupto del shah y, tras la afiliación al pueblo y la destrucción de las últimas resistencias de los partidarios del régimen, la Revolución Islámica de Irán obtuvo la victoria el 11 de febrero del año 1979. Estos cambios ocurrieron muy rápida e inteligentemente; de modo que el presidente de aquel entonces de la organización de espionaje de EEUU, Stansfield Turner, al confesar su desinformación sobre el poder de los opositores del shah, dijo: “no habíamos previsto que la presencia de un hombre de 78 años de edad, después de 14 años de exilio, pudiera organizar formaciones políticas y fuerzas poderosas. Él, igual que un gran huracán, creó una Revolución Nacional”, reconoció.
 
P/MK/NL 

 

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