Feb 05, 2021 08:02 UTC

ParsToday - Estimados oyentes, una de las características de la Revolución Islámica de Irán, como una revolución religiosa, es la presencia y creación de muchísimos élites y héroes, que aumentan día a día, aunque esta Revolución se está alejando de su origen en términos de tiempo.

Desde los primeros días de la victoria de la Revolución Islámica, el desarrollo de la ciencia y el conocimiento tuvo una elevada posición en el discurso de la Revolución y en el pensamiento de su difunto líder, el Imam Jomeini (que en paz descanse), ya que ese gran acontecimiento buscaba satisfacer una de las demandas históricas del pueblo iraní, es decir, lograr el desarrollo y el progreso. El cumplimiento de este objetivo no era posible sino confiando en la ciencia y el conocimiento.
 
La Revolución Islámica, por su identidad religiosa, consideraba la ciencia y su aprendizaje, por un lado, y la independencia y la autoconfianza, por el otro, como parte inseparable de su sistema basado en los valores.
 
Considerar el aprendizaje de las ciencias como un deber y, por otro lado, la necesidad de hacerlo a favor de la independencia, el crecimiento y desarrollo, institucionalizó en la sociedad iraní bases adecuadas para lograr la ciencia y la cultura científica. Esta ciencia no solo se limitaba a la ciencia y la tecnología, sino que también incluía el crecimiento de la ciencia y la educación de científicos y élites en todos los ámbitos, incluidos el militar, cultural, político, social, etc.
 
Después del Imam Jomeini, el ayatolá Seyed Ali Jamenei calificó a las élites como los buques insignia de la sociedad o, en otras palabras, los "capitales espirituales" de la sociedad. Obviamente, los capitales espirituales nunca son evaluados mediante las riquezas materiales. En consecuencia, esta riqueza espiritual cobra un gran valor, aunque el conocimiento y el poder y lo que los distingue de los otros, sean los medios para el florecimiento de la vida.
 
Antes de la Revolución Islámica, no había ninguna institución a cargo de las élites. Después de la Revolución, sobre todo durante las últimas dos décadas, el Líder Supremo, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, jugó un papel importante en la creación de discursos y corrientes en el ambiente científico del país a través de medidas como el establecimiento de instituciones a cargo de identificar y apoyar a las élites y la creación de estructuras y organizaciones científicas y de élite.
 
En este sentido, la Fundación Nacional de Élites se estableció en 2006 con el fin de hacer uso correcto y adecuado de los potenciales científicos de las élites en aras del desarrollo del país y por la necesidad de un movimiento revolucionario en la dirección de la producción de conocimiento y movimiento de software. En la actualidad, más de 12 mil élites y talentos superiores están bajo la cobertura de dicha fundación.
 
En un discurso, el Líder de la Revolución Islámica comentó que una de las áreas en la que las élites del país pueden influir es jugando un papel en romper las fronteras globales del conocimiento y agregó lo siguiente:
 
"Hoy en día, el conocimiento, a nivel humano, no a nivel nacional, se encuentra en fronteras concretas. Nosotros podemos contribuir a romperlas y a extenderlas. Deberíamos expandir la frontera de la exploración y el conocimiento. Yo valoro y respeto a las élites teniendo en cuenta estos puntos de vista. Nuestras élites pueden influir en la situación de la vida, la planificación, el progreso del país y el progreso de la humanidad".
 
La celebración de más de 10 reuniones con las élites científicas al año y constantes encuentros semanales con ellas ponen de relieve la atención del ayatolá Jamenei al progreso científico. Él sostiene que identificar y educar a las élites y ubicarlas en un conjunto interconectado, ayudará a dar un salto en el desarrollo y el progreso del país.
 
Según las estadísticas anunciadas antes de la Revolución Islámica, Irán no tenía ningún científico superior a nivel mundial, pero en 2016, según el prestigioso sitio web internacional “Web Of Science”, Irán cuenta con 208 científicos superiores, lo que constituye el uno por ciento de los científicos a este nivel en el mundo.
 
Esta clasificación se basa en la cantidad de documentos científicos en los estudios de los investigadores del mundo en los últimos 10 años y en 22 disciplinas temáticas. Los profesores de seminario y ciencias islámicas no se cuentan entre estos científicos.
 
Las diversas innovaciones y logros obtenidos durante los pasados años por estos científicos jóvenes en diversos ámbitos científicos, incluidas las células madre, la nanotecnología, la biotecnología, la ingeniería, el sector nuclear etc., son un testimonio del potencial de esta generación.
 
 A lo largo de los pasados años, los enemigos de la Revolución, sobre todo Estados Unidos, trataron de obstaculizar el progreso y el crecimiento científicos de Irán. Se valieron de medios de presión, incluidas sanciones científicas y tecnológicas, contra Irán para aislarlo y hacerlo dependiente de las potencias.
 
El embargo suponía un gran desafío para las élites en recorrer caminos nunca recorridos. Las sanciones aumentaban cada día, lo que ciertamente dificultaba las cosas, pero el resultado fue que pudieron mostrar su esencia, como fue el caso de héroes y comandantes de élite tales como Bakri, Kazemi y Soleimani, que hubieran permanecido en el anonimato, si no fuera por la guerra impuesta por Irak (1980-88).
 
El sistema hegemónico siempre ha buscado despojar a las naciones de esta gran riqueza para emplearla en su propio beneficio y monopolizar la ciencia y la tecnología, es decir, los bienes que crean riqueza y poder.
 
La eliminación física de las élites y héroes nacionales es uno de los métodos que usa el sistema hegemónico para sacar este tesoro de las manos de los pueblos. Hoy en día, el objetivo del enemigo en asesinar a los científicos nucleares y las élites militares es detener la Revolución Islámica de Irán.
 
El asesinato de un “hombre de acción” en Bagdad, capital iraquí, como el general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (CGRI), y de un “hombre de ciencia” como el científico nuclear Mohsen Fajrizade, fue para detener los elevados ideales de la Revolución Islámica.
 
En los primeros días del triunfo de la Revolución el enemigo eliminó físicamente a figuras como los profesores Motahari y Mofteh, el jefe del Poder Judicial Beheshti, el presidente Rayaei, el primer ministro Bahonar, etc. con el único objetivo de detener el movimiento de la misma, y hoy en día está repitiendo la misma política.
 
 Pero pese a todos estos complots, la República Islámica de Irán ha dado pasos rápidos en la investigación para alcanzar un desarrollo sostenible.
 
Los investigadores y gente famosa iraníes, sin depender de los países desarrollados, han obtenido logros espectaculares en distintos campos científicos como las ciencias básicas, la producción de células madre, la clonación, la energía nuclear y la nanotecnología.
 
Hogaño también, la comunidad de élite del país, especialmente los estudiantes diligentes y entusiastas del Irán islámico continúan la senda de los mártires de la ciencia y del conocimiento, incluido del Dr. Mohsen Fajrizade, valioso científico nuclear y defensivo de nuestro país que, en noviembre pasado fue asesinado de manera cobarde, ellos llenarán su lugar vacío y exhibirán a un Irán poderoso. La producción de vacunas contra la COVID-19 ha sido uno de los últimos logros científicos de estos seres queridos, lo que ha sorprendido a todo el mundo.
 
P/FE/JP

 

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