Sep 24, 2020 13:41 UTC

ParsToday – Queridos oyentes, estamos en los últimos días del verano, que en Irán coinciden con los días de la conmemoración de la Semana de la Defensa Sagrada, o inicio de la guerra impuesta por Irak contra nuestro país (1980-1988). Con esta ocasión, hemos preparado un especial titulado "Manifestación de los valores en la Defensa Sagrada", del que ahora les invitamos a escuchar.

“¡Creyentes! ¡Preocupaos de vosotros mismos! Quien se extravía no puede dañaros, si estáis en la buena dirección. Todos volveréis a Alá. Ya os informará Él de lo que hacíais”. (La sura “La mesa servida”, verso 105).
 
El término “la lucha contra el ego de uno mismo” se planteó por primera vez cuando un grupo de los compañeros del Profeta del Islam Mohammad (saludos de Dios a él y a sus descendientes) volvió a Medina de una de sus batallas y fue a visitarlo. El Profeta al animarlos les dijo, “habéis llegado con una excelente llegada, habéis venido desde la Menor Yihad hasta la Yihad Mayor”.
 
Le preguntaron cuál era la Yihad o la battalla Mayor. 
 
Contestó: "La lucha contra el ego de uno mismo", añadiendo que la mejor yihad es que el hombre lucha contra su mismo ego.
 
 
 
Este valioso hadiz o relato del Profeta deja en claro que lo que tiene prioridad en la yihad contra el enemigo externo, es la yihad contra el ego de uno mismo.
 
 
 
Según las enseñanzas islámicas, hay dos formas de yihad, la “mayor” y la “menor”.
 
 
 
La Yihad Mayor, que es la más difícil, es la yihad contra el ego de uno mismo, que protege nuestra identidad, nuestro yo interior.
 
 
 
La Yihad Mayor significa combatir placeres carnales, el hedonismo, la indolencia, la demanda excesiva, las morales malas de la persona, etc. Es decir, el ser humano debe luchar constantemente contra su diablo interior y contenerlo para obligarle a no cometer malos actos.
 
 
 
Y la Yihad Menor es combatir al enemigo en los campos de batalla.
 
 
 
Cabe decir que el factor más importante en la victoria del pueblo iraní en la guerra impuesta por Irak (1980-88) fue la victoria en la Yihad Mayor. Los mártires no pudieron cruzar los campos minados y sortear las trampas explosivas en los frentes de la guerra antes de haber cruzado los obstáculos de los campos del ego de sí mismo.
 
 
 
Como dijo el mártir comandante Ali Chitsazan, "uno puede atravesar el alambre de púas del enemigo siempre que no esté atrapado en el alambre de púas del ego de sí mismo. Si puedes atravesar el alambre de púas de ti mismo, entonces también podrás pasar por esos lugares".
 
 
 
Los combatientes y los Basiyíes (la fuerza de voluntarios) presentes en los frentes de la guerra durante ocho años, tenían una visión especial de la guerra; tenían una visión gnóstica de la misma y consideraban el campo de batalla como el campo de la lucha entre el bien y el mal.
 
 
 
Nuestros mártires, siguiendo el ejemplo del Señor de los mártires, el imam Husein Ibn Ali (la paz sea con él), entraron en el campo de batalla y la Yihad (guerra santa), hicieron la vista gorda a todo menos a lo justo, dejaron de lado todo lo mundano y solo pusieron atención en la victoria en esta batalla entre lo justo y lo falso.
 
 
 
Entre los combatientes, había gnósticos y gente sincera que eran la esencia de la virtud en los frentes de la guerra y que se habían enamorado de Dios por purificación espiritual y el autocultivo. Desempeñaban el papel de pioneros y guías y fueron el conducto de la lluvia de la bendición divina.
 
 
 
¡En una parte del libro "Ay Zahra!" que es sobre el mártir Mohammad Reza Turayizadé, se lee: "Las obras de Mohammad eran extrañas. Hacía todo lo necesario para purificar el alma ... Tenía un estado raro durante las oraciones matutinas y vespertinas. Recientemente, habían aumentado sus oraciones de la noche y sus vigilias nocturnas".
 
 
 
También en el libro "Historia del enamoramiento" se lee: "Había una atmósfera especial entre los combatientes. Los gemidos nocturnos de los muchachos servían de escudo ante el fuego de las fuerzas baasistas".
 
 
 
Y fueron estos estados sinceros y conexiones con la deidad las que pudieron convertir a los discípulos de la escuela de Jomeini en gnósticos y devotos sinceros, hasta el punto en que el líder de la Ummah, Imam Jomeini, dijo sobre los Basiyíes lo siguiente: "Siempre envidio la sinceridad y la simpatía de los Basiyíes y ruego a Dios que me una a ellos en el otro mundo".
 
 
 
A su vez y apoyándose en la misma característica, el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha distinguido entre la guerra impuesta por Irak (1980-88) y otras guerras diciendo lo siguiente: “La ventaja que tenían nuestros frentes de la guerra sobre todos los frentes de la guerra en el mundo, fue que los nuestros eran el altar del culto y hubo espiritualidad en ellos. Los nuestros no eran sólo frentes de combate, sino que en ellos hubo también oraciones y la adoración a Dios".
 
 
 
Ciertamente, este autodesarrollo y esta espiritualidad deben considerarse como el factor de firmeza, resistencia y creación de hazañas de esa época. A estos combatientes el imam Ali (saludos de Dios con él) los describe como "los devotos de la noche y los leones del día".
 
 
 
Romper las líneas del frente de la guerra en las noches en que estaba previsto llevar a cabo operaciones contra el enemigo, combatirlo durante el día y resistir ante los contraataques más duros, caracterizaban al mártir Mehdi Zainoddin. Una moral basada en la fe en Dios. Su yihad o lucha constante era por Dios y nunca se notaba en él ningún signo de fatiga espiritual.
 
 
 
Zainoddin, a pesar de sus incansables esfuerzos, no pasaba por alto las acciones recomendadas en el Islam. Creía que los campos de batalla eran un lugar sagrado donde el hombre se acerca a Dios. Siempre recomendaba a los combatientes dedicarse a purificar el alma y a la Yihad Mayor. Siempre trataba de estar purificado de un estado de impureza realizando abluciones. También pedía a los otros que hicieran lo mismo. Siempre comenzaba a rezar con la llamada a la oración; era amante del Sagrado Corán y memorizaba sus versículos.
 
 
 
El ayatolá Jamenei considera la fe consciente como la razón de toda esta clarividencia en la Sagrada Defensa y se pregunta: "¿Qué cosa lleva a un combatiente, un joven y un ser humano a una clarividencia como ésta en distintos campos? La respuesta es la fe consciente. ¡Queridos míos! Esta fe consciente en los combatientes hizo que no temieran ningún peligro. En los comandantes, hizo que no pensaran ni un momento en su propia comodidad o en un peligro en su contra. Trabajaban día y noche; ignoraban su humilde prestigio, y estaban dispuestos a dar su vida por Dios, por los objetivos del Islam, por la libertad y por el orgullo de la nación musulmana".
 
 
 
Cuando la ciudad de Jorramshahr, al sudoeste de Irán se encontraba ocupada por el enemigo, la atmósfera estaba triste y los corazones estaban llenos de dolor, y el enemigo estaba instalado allá confiando en las fuerzas extranjeras que le ayudaban.
 
Los combatientes del Islam combatían los tanques y equipos avanzados, solo con fusiles, pero con fe y con fuerza. Los mismos jóvenes, con las manos vacías, pero llenos de esperanza y fe en Dios, se fueron al medio del campo de batalla sin herramientas avanzadas y sin haber tomado cursos de guerra, y vencieron todos esos factores.
 
 
 
Ahora, 40 años después del estallido de la guerra impuesta, la dulzura del sabor del autodesarrollo en los frentes de la guerra ha saboreado también a la generación joven de hoy que no ha experimentado esa contienda; una generación siempre en el estado de alerta, que entra al campo en cualquier crisis para que la sombra de seguridad y paz no vaya de este país.
 
P/FE/JP

 

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