Sep 08, 2016 08:06 UTC

En el programa de esta semana estudiaremos el caso de la salud mental de los adolescentes y jóvenes en la familia.

Tal como escucharon en el programa anterior, la relación entre los padres y los hijos tiene una importancia especial. En el periodo de la niñez, la creación de esta relación es más fácil, ya que los mismos niños acuden a sus padres y les hablan de sus problemas, necesidades e incógnitas. Esta relación verbal propicia el terreno para otras relaciones entre los padres y sus hijos. Pero, al crear cambios naturales en la edad de la madurez, se reducen las relaciones entre los padres y sus hijos. En esta etapa, los adolescentes ya no intimidan sobre su vida con sus padres. Además, a ellos no les gusta hablar con sus progenitores sobre el tipo de sus actividades, las características de sus amigos o los lugares que van.
Los psicólogos consideran que la etapa de la adolescencia es el período del alejamiento de las dependencias familiares y la entrada al escenario de la sociedad. La adolescencia es el periodo del traslado de la niñez a la madurez. Algunos de los psicólogos dicen que en esta etapa, el adolescente paulatinamente se aleja de las relaciones familiares y poco a poco experimenta la afiliación a la sociedad. La exageración, el orgullo, la imitación y la ira son las características claras de este periodo. La inatención a estos comportamientos y sentimientos de los adolescentes provoca problemas para los padres, y este asunto daña el

equilibrio mental de ellos. Los psicólogos opinan que los padres tienen que dedicar un tiempo adecuado a sus hijos. En las vidas ocupadas actuales, se toma poca importancia sobre este aspecto, es decir: crear relaciones familiares positivas. Hay que decir que todas las familias tienen que dedicar a la semana un tiempo adecuado para hablar y debatir los problemas familiares. Establecer solamente una hora de relación entre los padres y sus hijos, es mejor que quedarse unas horas en casa y no mantener un diálogo amistoso. Los psicólogos recomiendan que los padres diariamente tienen que pasar un tiempo

adecuado con sus hijos; de una forma que ambas partes gocen de esta relación. Pueden ir a los centros de diversión, merendar o celebrar reuniones familiares en la casa. Para crear una relación adecuada con los hijos, especialmente los adolescentes y jóvenes, los padres pueden participar en los asuntos que a ellos les gusta y acompañarles en unas actividades deportivas como ir a la montaña.
Para que la etapa de la adolescencia recorra su camino normal, los padres no deben hacer que sus hijos dependan de ellos y no deben apoyarles de forma radical.

Al nombrar las capacidades de los adolescentes, se les da apoyo y fuerza para que participen en las actividades sociales. Al enfatizar en las capacidades, habilidades y características especiales de los adolescentes, se puede fortalecer el sentimiento de la autoconfianza. En las familias dictadoras, los adolescentes no pueden entender bien su valor verdadero, pero en las familias equilibradas y lejos del radicalismo, los adolescentes tienen confianza en sí mismos y se comportan con una fe verdadera en sus habilidades.
Uno de los motivos de la reducción de las relaciones entre los adolescentes y

jóvenes con sus progenitores es que el padre o la madre siempre se esfuerzan

por aconsejarles o cambiar su opinión, recordar sus errores o enseñarles algo.

Estos elementos provocan que los adolescentes pierdan el interés por hablar con ellos. Si el objetivo del diálogo con los hijos es oírlos y atraer su confianza, esto conlleva unos resultados positivos. De otra forma se puede decir que cuando establecemos una relación con nuestros hijos, no debemos hacer prejuicio o alcanzar resultados rápidos. En este caso, indirectamente podemos darles las enseñanzas necesarias. A la hora de conversar con los adolescentes y jóvenes, es necesario tomar mucha atención sobre hablarles más

de sus éxitos o sus comportamientos adecuados no sobre sus errores y

fracasos. 
Consultar con los adolescentes y jóvenes y darles responsabilidades son otros asuntos que propician el terreno para la salud mental de ellos. Los psicólogos recomiendan a los padres que al conversar con sus hijos, tienen que fortalecer el sentimiento de su fuerza. La consulta aumenta el poder de pensar bien y a tiempo en los adolescentes y jóvenes, y provoca que ellos piensen meticulosamente sobre los asuntos y conozcan bien las realidades de la vida.

 

Imam Kazem, séptimo Imam de los chiíes del mundo (la paz sea con él) en una hermosa frase dice:

Es bueno que los adolescentes se enfrenten con los problemas de vida para que a la hora de la madurez, sean pacientes.

 

Consultar con los adolescentes y darles unas responsabilidades concordantes con sus capacidades, es eficaz en la educación de su razonamiento y pensamiento, y abre el camino para un entendimiento mutuo entre los padres y sus hijos.
En el periodo de la adolescencia, la influencia de los amigos es mucho mayor que en otros periodos de la vida. Es decir: los adolescentes reciben más influencia de sus amigos y aceptan sus consejos.

El gran profeta del Islam (saludos sean para él y sus descendientes) dice: los adolescentes siguen las creencias de sus amigos, por lo tanto tienen que cuidar ¿con quiénes establecen relaciones amistosas?
En el periodo de la juventud, las amistades se hacen más profundas y los jóvenes se esfuerzan por elegir a unos amigos para que puedan hablarles sobre sus

tristezas, alegrías, pensamientos y sentimientos internos. Algunas veces, la crítica de los padres a los amigos de sus hijos, provoca su molestia y estas críticas, provocan el aumento de su amistad.

Los buenos padres aceptan a los amigos de sus hijos y en caso necesario, les

invitan a sus casas para que así, tengan un conocimiento mejor de sus

actos y palabras. En este caso, los padres al atraer la confianza de sus

hijos jóvenes, les controlan de forma indirecta y tienen una supervisión secreta en las relaciones de ellos con sus amigos.
Según los psicólogos, normalmente los jóvenes buscan un camino para fugar de

aquella casa que es vacía de amabilidad y amor, y tiene reglamentos duros y firmes. En este ambiente, ellos prefieren estar fuera de casa y no piensan en los aspectos negativos de este asunto. Pero, aquellas familias que tienen unas relaciones calurosas y sanas con sus hijos, al observarlos con sus amigos, respetan su libertad e independencia. Estas familias crean un ambiente amistoso en el interior de la casa para que sus hijos no sienten la falta de amor y no busquen algo extraordinario fuera de la casa. Lo importante al respecto es que los padres tienen que dar información a sus hijos a la hora de entrar al periodo de la madurez. Ellos no tienen que abandonar a sus hijos cuando están en este periodo tan sensible y deben informarles sobre sus cambios físicos y espirituales. Dar una información a tiempo a los adolescentes, les ayuda a pasar con éxito este periodo determinante de su vida y les hace inmunes de los probables daños psicológicos al respecto.