El ser humano, la religión y la salud mental 9
Estimados oyentes, estamos con ustedes con otro programa más de la serie de artículos titulados “El ser humano, la religión y la salud mental”. Esta semana les hablaremos sobre una de las emociones internas del ser humano, es decir: la Furia. Antes de cualquier cosa, hay que decir que las emociones son una de las bendiciones divinas que existen en el interior del ser humano.
De una forma que sin ellas, la vida de las personas no tiene ningún significado. La salud mental y la lógica de las personas dependen hasta cierto punto de la fuerza de sus emociones y sentimientos. A través de las emociones, una persona puede trasladar sus sentimientos y necesidades a los demás. Muchos testigos hablan de que aquellas personas que controlan muy bien sus sentimientos y entienden también los sentimientos de los demás, son más exitosas en sus relaciones privadas y familiares e incluso en las colaboraciones políticas y sociales.
Todos nosotros hemos experimentado la ira en nuestra vida. La furia es igual que un almacén de municiones que explota incluso con una chispa o quizás, al igual que una fuerte inundación puede destruir todo lo que existe en su camino. Pero, se puede controlar esta característica violenta y destructiva a través de la paciencia. Los psicólogos consideran que la furia es una reacción emocional relativamente poderosa que aparece en diferentes situaciones como una amenaza, ataque o la intervención infundada de los demás. Esta situación se une con una reacción fisiológica y pensamiento negativo.
Mayormente, la furia conlleva unos comportamientos violentos y hostiles. Según la ciencia de la moralidad, la ira es una de las fuerzas que Dios ha otorgado al ser humano; pero si es incontrolada, apaga la luz de la lógica y razón. Según los expertos, la existencia de la furia es muy necesaria en cualquier persona para alejarse del mal contra uno mismo. Según ellos, las personas se dividen en 3 grupos cuando se enojan: un grupo furioso, otro equilibrado, este último manifiesta su furia en el marco de la razón y las enseñanzas morales. Normalmente, las personas que existen en este grupo son muy valientes y con voluntad. El tercer grupo son personas que debido a su miedo, tienen temor de manifestar su furia. Los científicos de la ciencia de la moralidad invitan a las personas a tener equilibrio a la hora de enojarse, si este equilibrio no se puede controlar, provocaría una reacción fuerte e incontrolable. También, desatender esta característica interna, provoca un tipo de depresión y miedo.
Uno de los elementos que nos ayuda a tener éxito en el control de la furia y usar bien esta emoción, es atender los motivos que la provocan. La furia nunca se revela sin motivo. Pero, algunas veces estos motivos son ilógicos e inaceptables. El sentimiento de fracaso, las exigencias a uno mismo y a los demás, la envidia y también algunos elementos sociales como la injusticia, opresión y pobreza provocan la intensificación de la furia en las personas. La furia se expresa de diferentes maneras en las personas. Algunas cuando se enojan, trasladan su furia hacia personas que de hecho, no habían desempeñado ningún papel en dicho asunto. Otras manifiestan su furia a los demás directamente y sin ningún miedo. Y otras personas realizan actos ocultos e indirectos. Por ejemplo: acusar a los demás o insultar, injuriar o sea, realizar un complot. Pero, existen personas que a la hora de estar furiosas, no muestran ninguna reacción. Es posible que este comportamiento provoque diferentes enfermedades espirituales como la depresión o incluso las enfermedades físicas, pero son personas que controlan esta gran energía con habilidad y poder y lo utilizan en dirección de objetivos constructivos.
Los psicólogos dicen que el mejor método para enfrentar la furia, es dirigirla correctamente. Primeramente, tenemos que entender que estamos encolerizados. Después de aceptar que no estamos en una situación normal, debemos darnos la oportunidad nosotros mismos y no reaccionar para nada. Esta medida es igual que echar agua a un coche que su motor se ha recalentado. Existen diferentes vías para controlar la furia en diversas personas. Por ejemplo: al cambiar el lugar y la situación, se puede controlar la indignación. Después de esta etapa, hay que evaluar los motivos de la furia. Es mejor preguntarnos: ¿Por qué me enfadé? ¿Llegué muy pronto a una conclusión ilógica? ¿Mi enjuiciamiento fue rápido?
Quizás, para enfrentarse con los demás a la hora de la ira y el conflicto, el más sencillo método sea responder. Pero, seguramente este no sea el mejor método al respecto. Ahora, vamos a ver cómo el Islam como una religión global y completa, ha mirado a este asunto.
Según las enseñanzas del Corán, el radicalismo en cualquier caso, especialmente cuando está enfurecida, saca a las personas del camino de la razón y lógica y deja influencias negativas en su comportamiento. El Islam ha insistido mucho en la paciencia a la hora de la ira. Hay que saber que la paciencia no es por debilidad o incapacidad. Sobre todo, el Corán enfatiza en tener paciencia en una situación que la persona tiene el poder de la venganza. Este tipo de paciencia es muy constructiva para el ser humano y el sagrado Corán también ha insistido en controlar la furia como un poder. Alguien que tiene esta característica, tiene una visión religiosa y siente la presencia de Dios en todas las situaciones de su vida. Él sabe que si tienes paciencia, Dios brindará en tu espíritu seguridad y tranquilidad.
Dios en la aleya 134 de la sura de la Familia de Imran ha mencionado de una forma constructiva los métodos de enfrentar la furia. Esta aleya dice: “Esos que dan en los momentos de desahogo y en los de estrechez, refrenan la ira y perdonan a los hombres. Allah ama a los que hacen el bien”.
Los expertos al analizar esta aleya dicen: los verdaderos creyentes no manifiestan su ira e ignoran la culpa de los demás, esto con el fin de mantener su corazón vacío de cualquier hostilidad e inquina. Este asunto provoca la tranquilidad de otra parte y fortalece las relaciones mutuas y respetuosas. Algunos de los expertos dicen: controlar la furia provoca el odio interno y la depresión. Pero, en la lógica de la religión, perdonar significa: destruir completamente la inquina en el corazón. Alguien que perdona a los demás, de hecho, destruye el odio que existe en su corazón. En esta situación, la inquina desaparece completamente de la memoria y del corazón de la persona, y no existirá nada que penetre en el interior del espíritu ni provoque depresión.
Existen algunas narraciones de la vida de los imames de la religión del Islam basadas en que ellos cuando estaban furiosos, leían la aleya 134 de la sura de la Familia de Imran. En algunos casos también oraban para alguien que había realizado un delito. En una narración (Hadis) del Imam Bagher (la paz sea con él), quinto imam de los chiíes del mundo, se ha insistido en que cuando alguien se enfade con alguien de su familia o amigo, tiene que acudir a él y hablarle para que se tranquilice.
Esta situación provoca que la persona sienta una tranquilidad especial y este sentimiento provoca que la otra parte también no tenga una reacción defensiva o agresiva.
Mientras tanto, la religión del Islam ha mencionado la furia sagrada. La cual unida con el buen pensamiento y razonamiento podrá enfrentar a los opositores en el establecimiento de la justicia, la eliminación de la opresión y discriminación o la devolución de los derechos pisoteados.
Cuando hay que defender los valores nacionales, religiosos y humanos, se puede usar la furia de una forma orientada y con una dirección correcta. En la lógica de la religión se ha insistido en que en estas condiciones, hay que mostrar firmeza de uno mismo y evitar comportamientos pasivos e ilógicos. Un enfrentamiento firme tiene características especiales como el establecimiento de relaciones amistosas, claras, junto con el respeto mutuo. Los psicólogos también confiesan que aquellas personas que cuentan con la salud mental, a la hora de enfadarse, controlan esta emoción y sustituyen la firmeza en lugar del dominio, insulto y comportamientos ilógicos.