Abr 03, 2017 07:52 UTC

En el nombre de Dios, todopoderoso. Saludos cordiales a todos ustedes estimados oyentes de la voz exterior de la República Islámica de Irán.

Estamos con ustedes con otro programa más de la serie de artículos titulados Derechos Humanos Islámicos.

Existe discrepancia cuando hay diferencias de opiniones entre las personas sobre un tema en particular. Generalmente cuando dos personas mantienen una conversación es probable que ambas tengan el mismo punto de vista, sin embargo, puede suceder todo lo contrario, que una de ellas no comparta la misma opinión y es allí donde surge la discrepancia, es decir, no hay un punto de vista en común. 

La creación de discrepancia entre las personas en diferentes asuntos de la vida, es algo inevitable, pero algunas veces estas no se solucionan a través de estrategias como hablar con las partes en conflicto o la mediación de amigos y cabezas de la familia. En este caso, cualquier sociedad necesita un sistema judicial que su deber es solucionar las discrepancias entre las personas y establecer la reconciliación y paz entre ellas.

Aquella persona que afirma que sus derechos se han pisoteado, se denomina reclamante y la otra persona que se enfrenta con una acusación, se denomina acusada. Dadas las realidades existentes en la sociedad y el surgimiento de discrepancias entre los miembros de una sociedad, el sistema jurídico del Islam ha considerado derechos para el demandante y el acusado; unos derechos que ambas partes tienen que respetarlos y el juez también debe ejecutarlos. Estos asuntos demuestran la atención completa de esta religión divina a las relaciones de las personas y la soberanía de la moralidad, la paz y reconciliación entre las personas.

Uno de los principios de la independencia de cada pueblo, es la independencia judicial. Ya que, hasta que no se establezca en la vida social de un pueblo, este nunca contará con una independencia verdadera. Por esta misma razón, el sagrado Corán que se considera como fundador de la independencia de los musulmanes, ha atendido seriamente este principio hasta que, acudir a un aparato judicial islámico y rendirse ante los veredictos y reglamentos de los tribunales islámicos, se consideran como las condiciones principales de cada musulmán.

A este respecto, Dios en la aleya 51 de la sura de La Luz dice: En verdad, la respuesta de los creyentes cuando son llamados a Dios y a Su Mensajero para que juzgue entre ellos es decir: ¡Oímos y obedecemos! Y ellos son quienes obtienen éxito.

Además, en la aleya 65 de la sura de Las Mujeres enfatiza en este asunto y dice: Juro por tu Señor que no creerán hasta que no te hayan hecho que juzgues sobre lo que disputan entre ellos. Entonces, ya no encontrarán en sus almas como escapar de tu veredicto y se someterán plenamente.

Dios para la solución de las discrepancias que suceden en la vida cotidiana del pueblo, ha enviado a sus profetas y mensajeros y ha puesto esta gran responsabilidad a su cargo. A este respecto, en la aleya 25 de la sura del Hierro dice: Ciertamente, enviamos a Nuestros Mensajeros con las pruebas claras e hicimos descender con ellos la Escritura y la Balanza para que los humanos establezcan la justicia.

También, en otro caso ordena a todos los jueces a devolver a sus propietarios los depósitos y ejecutar la justicia en el gobierno y a este respecto, en la aleya 58 de la sura de Las Mujeres dice: En verdad, Dios os ordena devolver a sus propietarios los depósitos que se os confiaron y que, si juzgáis entre la gente, lo hagáis con justicia. ¡Qué excelente es aquello de lo que Dios os advierte! En verdad, Dios todo lo oye, todo lo ve.

Desde el punto de vista de los reglamentos de la jurisprudencia islámica, un juez tiene que ser creyente, justo, puro, valiente, paciente, experto y sabio y considere su trabajo como algo sagrado. No debe agotarse de la presión del trabajo ni juzgar cuando está cansado o demasiado alegre o triste o sea, cuando tiene hambre o en un clima muy frío o caluroso. En realidad no tiene que equivocarse en su trabajo debido a motivos personales y no debe pisotear ningún derecho.

Según los reglamentos de la jurisprudencia islámica, un juez tiene que comportarse igual con ambas partes en conflicto. Esta igualdad consiste en unos comportamientos que incluso no tienen mucho valor como saludar, hablar, enfrentarse u otros asuntos al respecto. Un juez en su enjuiciamiento tiene que ser tan imparcial que su familia no querrá que lo juzgue ni que sus  enemigos rechacen su veredicto.

Aunque la atención seria de la religión del Islam a la ejecución de la justicia y la devolución del derecho del pueblo, tiene mucha influencia en la determinación de las condiciones de la elección de un juez, pero hay que mencionar que el Islam no ha bastado y ha enfatizado que incluso si un juez tiene superiores características morales, en caso de que no goce de un ambiente adecuado ni una autodeterminación completa, no podrá ejecutar correctamente la justicia ni que los dueños del poder y la riqueza devuelvan los derechos de los pobres y débiles. Por esta misma razón, vemos que esta religión celestial por primera vez en la historia judicial del mundo, crea un principio importante y fundamental que es la independencia del juez.

Según el Islam, el enjuiciamiento entre el pueblo se considera algo sagrado; por eso, el juez no tiene derecho a recibir dinero de las partes en conflicto ante la realización de este deber. Pero, en cambio, puede recibir dinero cuando el gobernador de la sociedad ordene que obtenga un salario por el trabajo.

Olvidar las amistades, comportarse mal con el pueblo y pelear con los demás, priva a la persona de todas las bondades de la vida. Si una persona erróneamente plantea una queja contra otra, hay que acusarla adecuadamente y ser veraz en lo que  dice, pero si solo quiere molestar y so pretexto de la queja, se esfuerza por oprimir a los demás, una persona libre nunca se rendirá ante otra opresora. En las narraciones islámicas, se ha recomendado que cada persona tiene que esforzarse por evitar cualquier enfrentamiento con este tipo de personas y no debe pelearse con ellas. Imam Ali (la paz sea con él) en una frase al respecto dice: si alguien pelea con una persona degradante, en realidad ha dañado su grandeza. Además añade: nadie tiene que discutir con personas deshonrosas e ignorantes ya que, en realidad daña su lógica.

Imam Saya,  cuarto imam de los chiíes del mundo, sobre los derechos del demandante y acusado dice: cuando te presentes en un tribunal como acusado, si el demandante dice la verdad, no tienes que enfadarte de lo justo sino que, debes enfrentar el castigo ya que, este es el derecho de Dios ante Ti. Pero, si su afirmación contra ti no es correcta, tienes que asustarlo suavemente de las consecuencias nefastas de su afirmación falsa y que juré en nombre de su religión y de Dios.