Jun 21, 2017 08:06 UTC

Saludos a todos los estimados oyentes. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales de EE.UU.

La semana pasada continuó el tema y las consecuencias del caso de la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales del año pasado en EE.UU. Y en una nueva actitud, el vicefiscal general de EE.UU. abrió investigaciones sobre el presidente estadounidense, Donald Trump, por la dimisión de James Comey, exdirector del Buró Federal de Investigaciones (FBI). Previamente, Comey testificó ante el Comité de Inteligencia del Senado que fue despedido de su cargo por rechazar la petición de Trump para que pusiera fin a una investigación realizada por el FBI sobre los nexos de Rusia con el exasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca Michael Flynn. Si se verifica el testimonio de Comey, Trump se enfrentaría con la acusación de intento de obstrucción a la justicia; esta acusación puede avanzar hasta llegar a la interpelación del presidente de EE.UU. Desde luego, Trump desmintió en su cuenta de Twitter las alegaciones de Comey y atribuyó una vez más que cualquier pacto sobre su triunfo electoral por la intervención de los rusos es producto de las mentiras de los medios de comunicación masiva. Sin embargo, la convocatoria del fiscal general de EE.UU., Jeff Sessions, para tomar declaraciones sobre sus relaciones con los rusos durante las pasadas elecciones presidenciales indica que el flujo antirruso en el Congreso de EE.UU. continúa con su línea dura contra la Casa Blanca. 
 
 
Pese a que la semana pasada, el escándalo del caso Trump-Rusia  atrajo la atención de la opinión pública, el presidente estadounidense, en una actitud ruidosa, canceló los acuerdos de reconciliación con Cuba. Desde luego y, al contrario de las expectativas de los grupos antirrevolucionarios cubanos y de los radicales del partido Republicano, Trump no hizo que las relaciones entre Cuba y los EE.UU. volvieran a antes de 2014. En realidad, no fue ni política ni económicamente posible para EE.UU. volver a poner las mismas políticas de completa sanción económica contra Cuba. Políticamente, interrumpir las relaciones con un país como Cuba que tiene mucha influencia entre un gran número de países, sobre todo los que tienden hacia nueva izquierda en Latinoamérica, tendría como resultado el aislamiento de Washington. Además, en víspera de la tercera década del siglo XXI no hay ninguna garantía de que los aliados de EE.UU. también vuelvan a repetir las políticas anteriores ante Cuba. Cabe mencionar que interrumpir las colaboraciones económicas con Cuba, pondría en peligro miles de los puestos de trabajo en EE.UU. Por lo cual Trump prefiere, por un lado, atenuar sus tensiones con Cuba y, por otro, presionar al gobierno de La Habana para que satisfaga a los antirrevolucionarios cubanos residentes en EE.UU. y a un grupo de  los republicanos.       
 
 
La semana pasada, mientras Trump revisó algunas áreas en la política exterior de EE.UU., simultáneamente, el Congreso tomó una vez más las medidas de confrontar tanto con Irán como con Rusia. Finamente, después de varias semanas de debate, el Senado estadounidense aprobó un proyecto de ley para intensificar las sanciones atiraníes y antirrusas. Según este proyecto de ley, la República Islámica de Irán fue sancionada nuevamente, según los firmantes, por continuar con el programa de misiles, el apoyo al terrorismo y por la violación los derechos humanos. Mientras que la imposición de los embargos contra Rusia se basa en la excusa de que continúa la ocupación de Crimea, del apoyo del sistema político sirio y por la intervención de Moscú en las elecciones presidenciales del año pasado en EE.UU. Desde luego, aún no se ha anunciado algún programa para aprobar similares sanciones en la Cámara de Representantes de EE.UU. No obstante, la actitud de los senadores demostró que Washington sigue con sus fracasadas políticas de intensificación de sanciones contra sus opositores, sus críticos y sus enemigos. Esto ocurre mientras que la historia ha demostrado que tales políticas no pueden modificar el enfoque de otros países tal como desea EE.UU. Por ejemplo, las sanciones impuestas contra Irán hasta la fecha no han impedido los avances del programa pacifico nuclear ni tampoco los programas defensivos misilísticos del país persa. Lo mismo ocurre en cuanto a Rusia, es decir, los embargos anteriores contra Rusia no han afectado la situación política de Crimea ni tampoco los apoyos de Moscú a Siria. Por tanto, se puede prever que si l Cámara Baja da su visto bueno al proyecto de ley aprobado en la Cámara Alta, e incluso, es firmado por el presidente estadounidense, tanto Irán como Rusia seguirán sus objetivos.
 
La semana pasada, la invasión de un individuo radical armado contra el equipo de béisbol de los republicanos de la Cámara de Representantes de EE.UU. aumentó las tensiones políticas en este país. En esta invasión resultaron heridos el alto congresista republicano y número tres de los republicanos en la dicha Cámara, el diputado Steve Scalise, además de agentes de la seguridad y otros funcionarios. El ataque ocurrió cuando el atacante, James Hodgkinson, abrió el fuego contra el equipo de béisbol de los republicanos en el estado de Virginia. Estaba previsto que este equipo jugara al día siguiente un partido benéfico contra el equipo de los demócratas, para así donar la recaudación de la venta de entradas a las organizaciones de caridad.  Después del suceso, los agentes de la policía presentaron al atacante, el cual fue uno de los seguidores del senador izquierdista Berni Sanders en las campañas electorales y, se había declarado reiteradas veces contra Donald Trump. Sanders condenó enérgicamente, al igual que otros congresistas, este tiroteo. Sin embargo, el ataque armado de Hodgkinson reveló que las contradicciones políticas en EE.UU. ya han ido más allá que las discusiones entre partidos y electorales y ahora se manifiestan con armas. Además, los simpatizantes extremistas que se encuentran en dos polos políticos opuestos en EE.UU.  recurren a la violencia y otros métodos no civilizados para tratar de tumbar a sus rivales. De seguir este proceso, se incrementaría ampliamente la violencia en EE.UU., donde portar las armas es legítimo y, de cada tres personas, dos de ellas tienen armas de fuego. Esto ocurre mientras que después de que se celebraran las últimas elecciones en EE.UU., la sociedad estadounidense sufre más que nunca discrepancias y fisuras.
 
La semana pasada, Amnistía Internacional publicó un informe en que critica nuevamente las políticas migratorias del presidente de EE.UU. Conforme con este informe, las duras políticas del Gobierno de Trump hace que los desplazados y los refugiados se vean atrapados en la violencia de las bandas de tráfico de personas. Además, resalta que muchos refugiados pierden la vida en el camino mientras están escapando o intentando llegar a EE.UU. La responsable del Departamento de América del Norte y Centroamérica de Amnistía Internacional señaló que las duras políticas de Trump sobre las fronteras de su país, violan los estándares internacionales de los derechos humanos. Ya que, impedir la entrada de los refugiados en EE.UU., o mantener a niños en centros de detención y no analizar las solicitudes de asilo son medidas de Trump que violan los derechos, según se menciona en el informe de la Organización de los Derechos Humanos de Amnistía internacional. De acuerdo con el documento de esta oenegé, 71 refugiados e inmigrantes perdieron la vida entre noviembre de 2016  y abril de 2017 en el desierto de Arizona. Y dada la intensificación de las duras medidas antimigratorias por parte del Gobierno de Trump se prevé que esta cifra aumente  en el año en curso y más aún el próximo año.     
 

Estimados oyentes, hemos terminado el programa de hoy y nos despedimos de todos Uds. hasta la próxima semana.