Ago 09, 2017 08:03 UTC

Saludos a todos los estimados oyentes. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales del país norteamericano.

La semana pasada, tras la aprobación del Congreso de EE.UU., el presidente Donald Trump promulgó la ley que endurece las sanciones contra Irán, Rusia y Corea del Norte; una medida que desató amplias reacciones nacionales e internacionales, de manera que el mismo mandatario estadounidense, en reacción a las críticas, en un comunicado hizo hincapié que solo había firmado esa resolución para mantener la unidad nacional, pese a saber que fracasará. Además, Trump reprochó enérgicamente la intervención del Congreso en las facultades del presidente del país con miras a dirigir la política exterior. Conforme con la ley vigente, por primera vez, el presidente de EE.UU. no tiene autoridad para revertir los embargos contra Irán, Rusia y Corea del Norte. En otras palabras, para que el presidente estadounidense pueda suspender o ajustar las sanciones contra Rusia, en principio, necesita el visto bueno del Congreso, lo cual contradice, según la Casa Blanca, la división de los poderes en EE.UU. Sin embargo, Trump firmó la resolución bajo la influencia de una corriente antirrusa en EE.UU. y también por el interés personal de desafiar el acuerdo nuclear con Irán. Por otro lado, los tres países, Irán, Rusia y Corea del Norte, notificaron que reaccionarán adecuadamente al respecto. El Gobierno ruso manifestó su pesimismo en la recuperación de sus relaciones con EE.UU.; la República Islámica de Irán señaló que tomará medidas pertinentes ante los incumplimientos de EE.UU. del acuerdo nuclear conocido como Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA), alcanzado en 2015 entre Teherán y el Grupo 5+1 (EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia y China, más Alemania); y Corea del Norte respondió la acción hostil de EE.UU. con un nuevo ensayo misilístico.
 
La semana pasada continuaron los escándalos y problemas para Donald Trump. Si bien se suponía que el nombramiento del general retirado, John Kelly, como el nuevo jefe de gabinete de la Casa Blanca iba a devolver el orden en el Gobierno de EE.UU., la filtración de las conversaciones del mandatario estadounidense con líderes de Australia y México dejó al descubierto que el caos aún sigue en la Casa Blanca. La semana pasada, los medios de comunicación masivos estadounidenses revelaron que Trump, en un diálogo telefónico con el primer ministro australiano, reconfirmó su oposición a diversos pactos, como el JCPOA. Específicamente,  Trump admitió que tales acuerdos le matarán. Así mismo, Trump se dirigió a su par mexicano señalándole que si el Gobierno mexicano se niega a pagar la construcción del muro fronterizo, que evite informarlo públicamente. La difusión de estas dos noticias indica que el despacho presidencial de Estados Unidos está hecho un caos pues no se pueden controlar las filtraciones de información y conversaciones ni del mismo mandatario.  Las últimas filtraciones revelan una contradicción clara tanto en la actitud como en las palabras de Trump. Así, Trump siempre reitera su promesa electoral de construir el muro fronterizo con México y cobrar los gastos al Gobierno mexicano, pero sus conversaciones telefónicas evidencian que no puede cumplir con su palabra y, para proteger su imagen ante la opinión pública, pide a su homólogo mexicano que no ventile este asunto.
 
La semana pasada fue convocado un jurado para investigar la supuesta injerencia rusa en las campañas presidenciales de EE.UU., lo cual es, a juicio de los medios de comunicación, un paso más para llevar adelante un juicio a los allegados del presidente estadounidense y, probablemente, la interpelación al mismo Trump. Está previsto que en un futuro cercano se investiguen a algunos de los integrantes del equipo de campaña electoral de Trump por acusaciones como la connivencia con Rusia. El hijo mayor del presidente estadounidense, Donald Trump Junior, y su yerno, Jared Kushner, están entre las personas señaladas. La semana pasada, también informaron que el mismo Trump está elaborando un comunicado acerca de la controversial visita de su hijo con una abogada rusa. Se dice que en el comunicado existen ciertos datos falsos y engañosos, lo que podría costarle a presidente de EE.UU. ir a los juzgados por mentir para desviar una acusación. Esta situación, podría, finalmente, relacionar a Trump directamente con el caso de la supuesta intervención de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU., lo cual allanaría el camino para que el presidente sea citado a declarar ante los tribunales. Ahora bien, Trump no se ha quedado con los brazos cruzados; para ello, el presidente estadounidense ha reclutado a abogados conocidos y también ha puesto en marcha, a través de Twitter, una campaña contra los medios de comunicación, de tal forma que pueda bloquear la investigación que se está llevando a cabo sobre este caso polémico. En esta misma línea, la semana pasada, el presidente estadounidense criticó duramente, en dos tuits separados, a los líderes republicanos a los que tildó de "imbéciles", puesto que los senadores republicanos, según Trump, no han logrado hasta la fecha suspender la ley de seguro médico barato conocida como Obamacare. Trump también llamó "idiotas" a los gobiernos anteriores de EE.UU., sobre todo los que estuvieron dirigidos por republicanos, por su ineficacia de impedir el enriquecimiento de China. Por lo visto, la intensificación de las presiones contra el gobierno de Trump en el caso de la supuesta intervención rusa en los comicios estadunidenses ha obligado a Trump a que tome medidas más agresivas contra los senadores de su propio partido.
 

La semana pasada, el Departamento de Estado de EE.UU. dirigió una misiva oficial a la ONU, la cual indica la retirada de EE.UU. del Acuerdo de París sobre cambio climático. De este modo, EE.UU. dio el primer paso para retirarse del mayor acuerdo internacional que lucha contra el cambio climático. Cabe mencionar que EE.UU. es uno de los principales países del mundo que produce gases de efecto invernadero. Los científicos advierten de que el cambio climático pone en peligro más que cualquier otro factor, el futuro del hombre y la vida en la tierra. El aumento de la sequía, la extensión de los desiertos, la desaparición de las áreas de tierras para cultivo, la disminución de los productos alimentarios, la lucha por el agua, el derretimiento de los casquetes polares, el aumento de los mares, las incesantes tormentas y las inundaciones devastadoras entre otras decenas de desastres naturales son sólo una parte de las consecuencias causadas por el cambio climático en el mundo. No obstante, el Gobierno de Trump se retiró del Acuerdo de París para proteger la situación comercial de EE.UU. y salvar  cientos de miles de puestos de trabajo en este país. Ahora bien, al contrario del Protocolo de Kioto, el cual desapareció con la retirada de EE.UU., los líderes de los países del mundo anunciaron que continuarán con su camino sin EE.UU. con el fin de salvar la tierra del efecto de los gases invernadero. Sin embargo, el incumplimiento de EE.UU. de sus obligaciones derivadas del Acuerdo de París hace que se libere en la atmósfera de la tierra una cantidad sustancial de gases invernaderos creados por las industrias lucrativas, las plantas de carbón y por los automóviles americanos que afectan la vida de cientos de millones de personas en el mundo entero. Por esta misma razón, la semana pasada, el instituto de investigación Pew publicó los resultados de una investigación, la cual indica que el 38 % de los entrevistados en más de 30 países considera el poder y la influencia de EE.UU. como una seria amenaza para su propio país. En 2013, este porcentaje fue de 25 puntos, lo cual indica que esta percepción ha ascendido un 13 %  durante los últimos cuatro años.