Ago 23, 2017 08:04 UTC

Saludos a todos los estimados oyentes. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales de EE.UU.

Después de una serie de despidos y nombramientos realizado por el polémico presidente de EE.UU. Donald Trump, el pasado viernes sacó a Steve Bannon, el alto  jefe estrategias de la Casa Blanca. Este despido, al igual que los otros realizados durante las últimas semanas, revela más que nunca a qué nivel han llegado los desacuerdos internos en la Administración del magnate republicano. Durante los últimos meses algunos funcionarios estadounidenses o fueron despedidos o bien se vieron obligados a renunciar. Lo primero que hizo el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., Herbert McMaster, después de tomar el control del Consejo de Seguridad Nacional de este país, fue dejar de lado a Bannon de Consejo. Entre tanto, durante las últimas semanas, con el nombramiento de John Kelly como jefe de gabinete de la Casa Blanca, se está intentando despedir a los radicales nacionalistas y racistas dentro del Gobierno de Trump. Kelly había planteado la destitución de Bannon, lo cual finalmente fue aceptado por Trump. En opinión de Mehdi Nurbakhsh, profesor de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional de la Universidad de Harrisburg en EE.UU., el Gobierno de Trump ha expuesto durante las últimas semanas dos diferentes comportamientos; uno de ellos, se refiere a las medidas políticas de Bannon en la dirección del mandato de Trump, entre ellas, la búsqueda de una economía nacionalista, el fomento de la discriminación interna, la oposición a la globalización y poner fin a la intervención militar estadounidense más allá de las fronteras de este país. Bannon insistía en las sanciones, el impuesto del valor agregado para importación y en las luchas comerciales con China, Europa, México y Canadá. De hecho, Bannon ha sido durante los últimos siete meses el personaje más controvertido en la Casa Blanca. Bannon fue el líder del ala ultranacionalista de la Casa Blanca y desempañó un rol serio para que se materializara la agenda nacionalista de Trump y que este triunfara en las últimas elecciones presidenciales en EE.UU. A juicio de Abuzar Gohari, analista en asuntos de EE.UU., con la expulsión de Bannon, Kelly pretende, sin lugar a dudas, exponer su poder y así continuar su purga de la parte radical en la Casa Blanca. En los últimos días, Trump sospechaba que Bannon sería quien habría filtrado los datos internos de la Casa Blanca y, además, consideraba que Bannon podría ser el responsable de una parte de las discordias en la Casa Blanca. Por otro lado, había un desacuerdo antiguo entre Bannon y Jared Kushner, yerno de Trump. Ahora bien, con la salida de Steve Bannon, se debilitará el ala ultranacionalista de la Casa Blanca y, esta se acercará a la principal corriente de los republicanos. En efecto, Kelly consiguió convencer a Trump para dejar de lado a Bannon y, de este modo, dio un gran primer paso en la reorganización de la Casa Blanca; una medida que fue bien recibida por los líderes de los dos grandes partidos en el Congreso. De hecho, Nancy Pelosi, líder de la minoritaria bancada demócrata en la Cámara de Representantes, al respecto subrayó: “La destitución de Steve Bannon es una buena noticia, pero, no oculta el apoyo que Trump tiene hacia la supremacía blanca y la divulgación de sus creencias fanáticas”.
 
La semana pasada y en otro cambio político en el escenario interno de EE.UU., un grupo de los ciudadanos en el estado de California presentó un nuevo proyecto de ley para independizarse del gobierno federal de EE.UU. Lo que exige este grupo secesionista es la celebración de un referéndum para la salida de California de EE.UU. — consulta que ya se conoce como “Calexit”— y conformar una Asamblea Constituyente que llevé adelante las reformas solicitadas. El nuevo proyecto de ley especifica que la actual relación entre el gobierno federal de EE.UU. y el estado de California impide que a este e incluso otros estados intervenir en las decisiones de su futuro, por lo cual, se considera imprescindible revisar esta relación. Los defensores del proyecto esperan que los electorales puedan votar en 2018 el proyecto de Calexit, al igual que otros dos proyectos antes presentados. La nueva propuesta, conocida como la solicitad de California para la Asamblea Constituyente, antes de pasar por el Congreso, necesita el apoyo de los legisladores estatales. El estado de California, con una población de al menos 40 millones de personas, es el estado más poblado de EE.UU. y ocupa el sexto lugar en la economía mundial. Para Luis Marinelli, líder del Movimiento de Independencia de California, el motivo de que California busque separarse del gobierno federal se arraiga en que quiere salvarse de las políticas tomadas por los líderes en Washington, las cuales imponen un enorme gasto militar a otras personas. Por motivos de raza y la composición de la población, el estado de California ha sido tradicionalmente simpatizante del Partido Demócrata, de hecho, en las elecciones presidenciales celebradas en 2016, los californianos votaron a favor de la candidata demócrata Hilary Clinton. De ahí que el triunfo de Trump en estos comicios no fue una buena noticia para estos ciudadanos. California no está de acuerdo con Trump en varios asuntos, tales como el rechazo a los inmigrantes y las políticas de medio ambiente de la Casa Blanca; En particular, la posición de Trump contra la inmigración ilegal, la cual está formada mayormente por latinos  que en una gran mayoría viven en California. Trump ha prometido expulsar a los inmigrantes indocumentados, además, pretende construir un muro en las fronteras de EE.UU. con México para impedir la entrada de nuevos inmigrantes sin papeles de América Central al territorio norteamericano. Obviamente, las promesas de Trump son desagradables para los californianos que han establecido una amplia relación con los inmigrantes. Ahora bien, California es uno de los más ricos estados en EE.UU. donde se encuentran los más grandes centros industriales y las empresas de computadoras y cibernéticas de EE.UU. Naturalmente, dada la situación actual, en la que Trump seguirá en el poder como mínimo cuatro años, los ciudadanos y las autoridades californianas creen que llevar a cabo las políticas económicas y sociales de Trump no favorece los intereses de su estado. Los defensores del “Calexit” indican que California es un estado distinto en comparación con los otros estados en EE.UU. y pueden avanzar solos, por ello, exigen la independencia. En la base a datos de los defensores del referéndum, los californianos subrayan: “Para nosotros, el gobierno federal de EE.UU. es el símbolo de muchos factores que contradicen los valores de los californianos y, si seguimos como un estado, esto significaría que California debe pagar subsidio a otros estados, lo cual perjudicará tanto a nosotros como a nuestros hijos”.    
 
Uno de los destacados acontecimientos político-sociales de la última semana en EE.UU. fueron los enfrentamientos entre racistas y sus opositores en las calles de la ciudad de Charlottesville, en el estado de Virginia, el cual dejó importantes consecuencias tanto en la sociedad como en la política interna de EE.UU.  La manifestación fascista pretendía protestar por el retiro de una estatua en homenaje al general Lee, comandante del ejército de los Estados confederados durante guerra civil, pero se convirtió en un enfrentamiento racial en este país. Los defensores de la supremacía blanca con un pensamiento extremistas corearon consignas en esa marcha no sólo contra la raza negra sino también contra otras minorías raciales, religiosas y sociales y, finalmente, un joven blanco en un acto violento atropelló con su vehículo a los antirracistas y, como consecuencia, varias personas murieron y otras resultaron heridas. Lo importante en este asunto es la posición tomada por el presidente estadounidense, Donald Trump. El mandatario, en lugar de condenar esas actitudes discriminatorias por parte de los supremacistas blancos, acusó a ambas partes de haber causado los choques en Charlottesville. Sin embargo, incluso los líderes republicanos, entre ellos Paul Ryan, presidente de la Cámara Baja de EE.UU., criticaron la postura de Trump. De acuerdo con Mark Preston, reconocido analista en asuntos políticos de EE.UU., los acontecimientos de Charlottesville y las extrañas reacciones inmediatas de Trump al respecto, han generado un hito en el escenario político de este país. La reacción de Trump sobre  lo sucedido en Charlottesville dio en cierta forma oxígeno a los racistas, neonazis e integrantes del Ku Klux Klan. Sin embargo, la situación actual de la sociedad estadounidense no permite a los racistas que se expresen en las calles ya que, tales manifestaciones se enfrentarán con la resistencia de los grupos que defienden la igualdad y luchan contra la discriminación racial. El suceso perpetrado en Charlottesville revela que, pese a que se observan los enfoques racistas en los estratos sociales de EE.UU., los ciudadanos de este país, sean grupos izquierdistas liberales o derechistas conservadores se oponen a las tendencias raciales en EE.UU. No obstante, el triunfo de Trump en las últimas elecciones presidenciales y sus lemas discriminatorios han hecho que vuelvan a despertarse las tendencias segregacionistas. Ahora, después de 8 meses, desde el inicio del mandato del presidente Trump, la sociedad estadounidense se ha enfrentado con diversas provocaciones racistas. A juicio de Nabil Mikhael, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de George Washington, la crisis racista se intensificará en EE.UU., además, se prevé que las congregaciones y los enfrentamientos entre los opositores y los defensores de la discriminación racial ocurran en otras regiones en EE.UU.