ParsToday-Saludos a todos los estimados amigos. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales del país norteamericano.
La semana pasada, las declaraciones del presidente de EE.UU., Donald Trump, en una reunión con congresistas de este país para estudiar las reformas migratorias, envolvió al mandatario en un gran escándalo. En ese encuentro, Trump criticó a los inmigrantes de algunos países africanos y latinoamericanos y dijo que provenían de “países de mierda”. Trump dijo que preferiría que Estados Unidos recibiera a ciudadanos de países como Noruega en lugar de inmigrantes de países como Haití, El Salvador, Sudán, entre otros. La difusión de las declaraciones ofensivas de Trump provocó amplias reacciones. La mayoría de los congresistas demócratas junto con algunos republicanos calificaron los comentarios de Trump de racistas y le exigieron que se disculpara. Además, las palabras ofensivas de Trump contra los países africanos y latinoamericanos tuvieron un rechazo generalizado a nivel internacional, de modo que, la Unión de África y 54 representantes de los países africanos en la ONU condenaron las declaraciones del presidente estadounidense. La ONU y también sus entidades de derechos humanos se unieron a estas críticas por las palabras irrespetuosas de Trump. Por otro lado, el Gobierno de Haití, un país pequeño y muy pobre, convocó al embajador estadounidense en la capital, Puerto Príncipe, para expresarle su protesta por las ofensas de Trump contra el pueblo haitiano. Desde luego, tras las fuertes presiones nacionales e internacionales, la Casa Blanca intentó, aunque con demora, rectificar las palabras del presidente. La Casa Blanca alegó que Trump no ha empleado el término "mierda" para describir a los inmigrantes procedentes de los países africanos y latinoamericanos. Sin embargo, algunos de los presentes en dicha reunión han afirmado que el presidente estadounidense utilizó varias veces este término, sorprendiendo a todo el mundo. Entretanto, las últimas declaraciones de Trump revelaron una vez más hasta qué punto el actual presidente estadounidense es racista y xenófobo y que sus tendencias racistas no se dirige únicamente a la raza de color, sino que también a los mexicanos, los migrantes indocumentados o a los musulmanes. Durante el año pasado, Trump ha apoyado, bajo diferentes excusas, a los grupos radicales de derecha y a los supremacistas blancos. Y este comportamiento del presidente estadounidense ha provocado tensiones en las relaciones exteriores de este país.
La semana pasada, Donald Trump canceló su viaje al Reino Unido. El presidente estadounidense anunció en Twitter que anuló su viaje previsto para el próximo mes de febrero en señal de su desacuerdo con la nueva embajada de EE.UU. en Londres y sus gastos. Desde luego, antes, Trump había pedido hacer un viaje oficial a Londres y estaba incluida una visita a la reina Isabel. Sin embargo, la primera ministra británica, Theresa May, descendió este viaje a la categoría de a un viaje laboral eliminando así su encuentro con la reina de Inglaterra. Lo cual causó el enojó de Trump. Sin embargo, parece que la razón por la cual fue cancelado el viaje del presidente estadounidense al Reino Unido fue mucho más allá que de la visita a la reina Isabel. En los últimos meses, las discrepancias entre las autoridades estadounidenses y británicas han provocado una brecha en las relaciones de dos países. Por ejemplo, los numerosos tuits de Trump en los que critica los programas antiterroristas del Gobierno de Londres y el apoyo del presidente estadounidense a las corrientes extremistas de derecha británica han enfurecido a los altos funcionarios británicos. Por otro lado, el Gobierno de Trump está muy insatisfecho por la actitud del Reino Unido que condenó la decisión de EE.UU. por su salida del Acuerdo de París sobre el cambio climático, o bien porque ha rechazado la decisión de reconocer Al-Quds como la capital del régimen de Israel. Estos desacuerdos han hecho que el líder del Partido Laborista del Reino Unido, Jeremy Corbyn, pidiera a los ciudadanos británicos que cuando Trump viaje a Londres, salgan a las calles en señal de protesta contra las políticas del gobierno actual de EE.UU. La celebración de manifestaciones contra el presidente estadounidense en su primer viaje al Reino Unido, uno de los principales aliados de EE.UU., ha preocupado a las autoridades estadounidenses y, por eso, han cancelado el viaje de Trump a Londres.
La semana pasada, Donald Trump, después de una controversia de mucho tiempo acerca del acuerdo nuclear o Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, acrónimo en inglés), ha prolongado la suspensión de los embargos nucleares contra Irán. Desde luego, el presidente estadounidense dejó bien claro que esa era la última vez que firmaba una prórroga, a no ser que los europeos lleven a cabo ciertas reformas en el acuerdo nuclear firmado entre Irán y el Grupo 5+1. Simultáneamente, el Gobierno estadounidense ha continuado con sus políticas hostiles contra el pueblo iraní e impuso nuevas sanciones a 14 individuos y entidades iraníes o vinculados al país persa bajo pretextos tales como el programa balístico o la violación a los derechos humanos. Trump condicionó la ruptura del acuerdo nuclear siempre y cuando las sanciones nucleares sean permanentes contra Irán y que también se incluyan en estas sanciones el programa balístico. Trump amenazó a la comunidad mundial, incluidos tres países europeos integrantes del Grupo 5+1, que si Europa no le apoya en esto, EE.UU. abandonará el JCPOA. Esto ocurre mientras que el acuerdo fue firmado entre Irán y tres países europeos: Francia, El Reino Unido, Alemania y también EE.UU., Rusia y China. En otras palabras, en el supuesto apoyo de Europa a las expectativas de Trump, el inicio de las nuevas negociaciones con el fin de hacer ciertos cambios en el acuerdo nuclear iraní, exige el consentimiento de Irán, Rusia y China. Y estos tres últimos han señalado reiteradas veces que rechazarán cualquiera renegociación sobre las actividades nucleares del país persa. Después de la última medida llevada a cabo por Trump en la misma línea, la Unión Europea (UE) aseguró que Europa sigue comprometiendo con la realización completa y eficaz del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA). Por tanto, no es de esperar que dentro de los próximos 120 días el Gobierno estadounidense logre materializar su petición para modificar el contenido del acuerdo nuclear iraní.
La semana pasada, el diario estadounidense The Los Angeles Times en un informe titulado “¿Por qué EE.UU. es el país rico más peligroso para el nacimiento de un bebé?” escribió: “Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Global de Estadísticas para las Enfermedades Humanas, el problema comenzó desde la década 1960, en la cual ascendió la tasa de mortalidad infantil, es decir, la de los menores de un año de edad y la de los niños en edades comprendidas entre 1 año a 19 años, superando la mortalidad infantil de 19 países más ricos del mundo”. Conforme con este estudio, si EE.UU. al igual que otros países de su nivel hubiera actuado correctamente entre los años 1961-2010, habría impedido más de 600 mil muertes infantiles durante los últimos 50 años. La tasa de mortalidad infantil registrada en la década 1960 en EE.UU. fue de 240,7 de cada 10 mil niños. Y en comparación con estos 19 países, la tasa de mortalidad de bebés ha sido 250,3 muertos de cada 10 mil casos en ese mismo periodo. En la década 1970, la mortalidad infantil de 19 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue de 147,1 de cada 10 mil niños, mientras que esta cifra en EE.UU. fue 157,4 de cada 10 mil niños. En la década 1960, la mortalidad en 19 países de la OCDE había sido de 32.500 niños siendo mayor la tasa de mortalidad infantil que la de EE.UU. pero, en la década 1970 se registró la muerte de 95.900 niños en EE.UU. Esta cifra ha crecido en la década 1980 y ha sido de 163.000 niños y, luego en la década 1990 ascendió a 189.000 muertos. Ahora en la primera década del año 2000 la cifra citada ha llegado a 207.300 niños. El 90 % de esta mortalidad corresponde a bebés y adolescentes con edades comprendidas entre 15-19 años.