May 30, 2019 08:07 UTC

Pars Today - Con motivo de cumplir 40 años de la victoria de la Revolución Islámica de Irán, hemos estudiado en unos programas el proceso de la política exterior iraní durante estas últimas cuatro décadas. En este programa abordaremos las estrategias y la hostilidad de EE.UU. contra la Republica Islámica de Irán en los últimos cuarenta años.

La intervención de EE.UU. en los asuntos internos de Irán no se refiere solo a la época post-revolucionaria, sino que también antes de la revolución islámica el gobierno estadounidense contrarrestó las demandas legítimas del pueblo iraní impidiendo el cumplimiento de las reivindicaciones populares. Entre los casos más importantes de esta injerencia se puede mencionar el golpe de estado de 19 de agosto de 1953 contra el gobierno del primer ministro de Mohammad Mosaddeq.

Después de dicho golpe, creció considerablemente la presencia de Washington en los asuntos internos de Irán, de tal manera que antes de la Revolución, 60 mil asesores militares estadounidenses estuvieron presentes en Irán los cuales determinaban la política. EE.UU. consumó el golpe de 1954 con el fin de conservar al régimen monárquico de Irán, pero los actos injerencistas de la Casa Blanca en los asuntos de la nación persa después de la revolución, se realizaron para derrocar a la República Islámica.

En general se puede decir que, en las últimas cuatro décadas, Estados Unidos ha seguido 7 estrategias con respecto a la Republica Islámica, a saber: presión económica y sanciones; operaciones militares y golpes de estado; guerras indirectas; uso de grupos terroristas; iranofobia y guerras por delegación.

Presión política y sanciones

La primera medida hostil económica de Estados Unidos contra Irán fue la congelación de todos los haberes de Irán en aquel país, la cual se llevó a cabo después de la toma de la embajada norteamericana en Teherán en noviembre de 1979. Tras la orden del entonces presidente Jimmy Carter, EE.UU. bloqueó los bienes del gobierno iraní por valor de 12 mil millones de dólares los cuales siguen congelados pese a la liberación de los rehenes estadounidenses.

La segunda medida hostil económica de Washington contra Teherán fue la imposición de sanciones. Después de que la ex Unión Soviética vetara en el Consejo de Seguridad de la ONU la resolución propuesta por EE.UU. que pedía penalización económica contra Irán, Estados Unidos decretó unilateralmente las mismas.

El gobierno de Ronald Reagan lanzó una amplia campaña internacional para impedir la venta de pertrechos militares a Irán para evitar la victoria de Irán en la guerra contra Irak. En enero de 1984 y alegando que Irán estuvo implicado en el bombazo en la base militar de EE.UU. en El Líbano, la Casa Blanca colocó a la República Islámica en la lista de los patrocinadores del terrorismo, con lo cual quedó prohibida la venta de todos tipo de equipos a Irán (a partir de 1986) y provocó el cese de toda clase de asistencia financiera a Teherán, incluyendo el rechazo al otorgamiento de préstamos por parte del Banco Mundial.

Tras el fin de la guerra de Irak contra Irán, EE.UU. puso en marcha en 1993 una nueva ronda de sanciones para materializar su nuevo orden internacional en Oriente Medio y contener a Irán. En 1995, la administración de Bill Clinton declaró que Estados Unidos rompería todas los vínculos comerciales y la inversión con Irán, incluyendo la compra de petróleo.

En 1995 el congreso de Estados Unidos aprobó la ley de sanciones de Irán y Libia (conocida como la ley ILSA), que prohibía la inversión de más de 40 millones de dólares en el sector petrolero y gasífero de Irán. Dicha legislación ha sido renovada cada cinco años desde aquel entonces.

En junio de 2010, el congreso estadounidense ratificó la llamada ley CISADA, la cual aumentó fuertemente las restricciones a Irán, que incluía la anulación de autorización para importaciones desde Irán de productos como alfombras, pistachos y caviar.

En enero de 2012, la administración de Barack Obama firmó la ley de castigos al Banco Central y a las entidades financieras de Irán, y más tarde 50 empresas fenecieras de Irán fueron sancionadas, bajo pretexto de contrarrestar los programas balísticos del país persa.

Una vez firmado el acuerdo nuclear conocido como el JCPOA, el julio 2015, el gobierno norteamericano impuso a Teherán nuevas sanciones bajo distintas excusas como el esfuerzo del país persa por adquirir armas balísticas. En este contexto, la ley ILSA fue prorrogada por otros 10 años lo que constituyó un abierto atropello al JCPOA.

Además, bajo el gobierno de Donald Trump, EE.UU. puso en vigor el 25 de julio de 2017 la ley CATSA contra Irán, que incluía sanciones en los sectores armamenticos, balístico, de derechos humanos y por encima de todas las actividades regionales de Irán. Por primera vez en esta ley fue incluida la guardia revolucionaria iraní como un grupo terrorista.

Asimismo, la administiración de Estados Unidos se retiró de forma unilateral del JCPOA en mayo de 2018 violando así la resolución 2231 del Consejo de Seguridad de la ONU y puso en ejecución sus más duras acciones hostiles contra IRÁN. Después del retiro del JCPOA, Trump reintrodujo en dos etapas las sanciones que se habían levantado en virtud del pacto nuclear. Entre las sanciones más importantes de EE.UU. en la nueva ronda destacan sanciones bancarias y las impuestas contra la navegación, seguro, y transporte particularmente la industria aeronáutica.

En general el gobierno de Washington emitió 21 decretos ejecutivos contra Irán, firmados por el presidente de EE.UU. al tiempo que el congreso aprobó 13 leyes sancionadoras contra la Republica Islámica, con lo cual opuso de manifiesto el colmo de su hostilidad contra el sistema islámico en Irán.

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