Abr 06, 2020 08:20 UTC

ParsToday - Uno de los temas más importantes que ha llamado la atención de los foros internacionales son los derechos de la mujer, la preservación de su dignidad, la igualdad de los derechos de ambos sexos y el rechazo a la discriminación de género.

Este movimiento arrancó en la segunda mitad del siglo XX para reivindicar los derechos de la fémina y la eliminación de la discriminación en su contra en los países occidentales tomando mayor velocidad en las últimas décadas. El movimiento trató de eliminar las desigualdades emitiendo declaraciones y celebrando convenciones. Pero esta igualdad ¿ha tenido logro alguno para las  mujeres occidentales?
 
En la vigésimo-quinta y última parte del espacio “La posición de la mujer en el Occidente”, les vamos a hablar de este tema
 
Las pruebas históricas demuestran que antes de la Revolución Industrial, la mujer en Europa no tenía derecho de propiedad; sus ingresos y propiedades pertenecían a su esposo. Si una mujer trabajaba y cobraba dinero, tenía que dárselo a su marido. A raíz de los acontecimientos de la Revolución Industria en Europa, las leyes en apoyo a la mujer se fueron adoptando y aplicando, y por primera vez en 1886 se le otorgó la independencia económica. Esta ventaja fue aparentemente un acto humanitario, pero se debió, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, a que se necesitaba la mano de obra femenina.
 
La muerte de millones de hombres de las sociedades europeas en la guerra motivó el aumento de los sueldos en las fábricas y animó a los capitalistas europeos a utilizar una mano de obra más barata con igual rendimiento que los hombres. Las mujeres, aunque trabajaban más de 12 horas al día, cobraban un tercio que los hombres.
 
El historiador y filósofo estadounidense Will Durant, un en su libro “Los Placeres de la Filosofía”, se refirió a este tema y escribió: "La libertad de la mujer es una de las consecuencias de la Revolución Industrial".
 
Tras esa corriente, los movimientos feministas lanzaron amplios esfuerzos para reivindicar los derechos de la mujer, los cuales derivaron en ciertos cambios en las leyes de algunos países. Uno de estos cambios fue en el sector de la pensión alimenticia que, de hecho, es una especie de responsabilidad financiera para el hombre para cubrir los gastos de su esposa y sus hijos.
 
En muchas sociedades, particularmente en las sociedades islámicas, la mujer,  si aun disfruta de la capacidad financiera, los gastos de la familia corren a cargo de su esposo. Pese a los movimientos defensores de la igualdad de mujer y hombre, en la actualidad en algunos países occidentales la pensión alimenticia está a cargo de los cónyuges. Por ejemplo, en Suecia el hombre y la mujer, una vez casados, comparten la responsabilidad de cubrir los costos de la vida y tienen que informarse mutuamente de lo que ganan para trazar el presupuesto de la familia. Si uno de ellos no tiene un suficiente ingreso, la otra parte tendrá que compensarlo. En otras palabras, la condición de la vida de ambos debe ser igual. Incluso en caso de divorcio, debe estar claro qué va a pasar con los costos de los hijos. Si las cosas terminan en el divorcio, una de las dos partes tendrá que pagar pensión alimenticia a la otra durante un tiempo definido y algunas veces de por vida.
 
Si bien esta igualdad parece algo bueno, pero distintos estudios han demostrado que la familia como la más sólida institución humana, carece de movilidad sin el timón del liderazgo tanto financiero como no financiero.
 
Desafortunadamente, en muchos países occidentales donde la mujer no disfrutaba de los mínimos derechos humanos antes del siglo XX y al casarse era considerada como una tutelada, hoy en día, con el extremismo feminista y dando el liderazgo de la familia a la pareja, en la práctica la han dejado desprotegida contribuyendo a su desintegración. Desde luego, hay que saber que en muchos países occidentales, las leyes han cambiado a partir de la igualdad de los derechos femeninos, pero aún existen en ellas algunos vestigios del pasado.
 
Por ejemplo, en Estados Unidos una de las más comunes de estas leyes es que la mujer, al casarse, acepta el apellido de su esposo. Dicho de otra forma, una mujer, nada más casarse con un hombre, está legalmente obligada a aceptar su apellido como una nueva identidad e identificarse con este nombre. Según esta ley, incluso después del divorcio, la esposa mantiene el apellido de su ex cónyuge.
 
Por ejemplo, en 1971 , la Corte Suprema de Estados Unidos votó a favor de una demanda legal del estado de Alabama de que "la mujer tiene que identificarse con el apellido de su ex esposo antes de presentar una solicitud legal para recuperar  su propio apellido", y se negó a votar por el uso de  la mujer  de su verdadera identidad.
 
Asimismo en 1976, un tribunal del estado de Kentucky incluso se negó a escuchar la demanda presentada por una mujer casada que pedía el registro  de su identidad familiar en su licencia de conducir, ya que según el argumento de la corte, no hubo ninguna ley que permitiera determinar la principal identidad de mujeres casadas en función de su género individual, sino que era el estado civil el que determinaba su identidad.
 
Por lo tanto,  según la  legislación estadounidense, una mujer casada tiene que utilizar el apellido de su esposo en todas sus tarjetas de identificación. Así que se puede deducir que las leyes y los derechos convencionales las sociedades occidentales, incluida la sociedad estadounidense, se basan en negar a la mujer sus  derechos humanos y su verdadera identidad, mientras que en lo que insiste el  movimiento feminista es en la igualdad.
 
Desde luego, uno de los graves errores de este movimiento es que asemeja al hombre y la mujer sin tomar en cuenta sus  diferencias naturales y psicológicas, lo que   genera  cierta  discriminación, humillación y otras formas de opresión contra ella.
 
Prueba de ello son los informes de centros médicos,  jurídicos y penales  de los  gobiernos  industrializados  sobre  el aumento de la tasa de familias monoparentales,  las crecientes anomalías morales,  la subida de nacimientos ilícitos, el aumento de enfermedades psicológicas en las mujeres debido al gran estrés para ganarse la vida y la falta de  una proporción entre los deberes personales y los apoyos sociales.
 
El filósofo iraní contemporáneo profesor mártir Morteza Motahari escribe al respecto: "aunque el feminismo logró descubrir que la mujer está oprimida por ser mujer, la sacó de su curso natural e intrínseco, toda vez que la mujer y el hombre  son  dos estrellas en dos órbitas diferentes; cada una de ellas debería moverse en su propia órbita. Lo que ha creado problemas en el Occidente es el levantamiento contra la naturaleza, nada más".
 
Razón por la cual, hogaño en el mundo occidental, la mujer, pese a las retóricas igualitaristas  ha llegado a realidades que algún día los grandes profetas le habían facilitado liberándola de la molestia de experimentarlas.
 
La verdad es que, aunque hoy en día una parte de las mujeres ha alcanzado mayores libertades en el Occidente, ha perdido el apoyo del hombre con el que hubiera podido alcanzar la calma teniéndole a su lado.  La tranquilidad tanto el hombre como la mujer es un regalo divino que se logrará a través del apoyo y el cariño de la mujer, la combinación del afecto y el juicio y finalmente una participación humana en todos los ámbitos.
 
Queridos amigos, acaban de escuchar la última parte del espacio semanal “La posición de la mujer en el Occidente”. Esperamos que les haya sido de utilidad. Nos despedimos de ustedes y les dejamos a la guarda de Dios.
 
P/FE/NL
 
 

 

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