Jun 20, 2020 14:14 UTC

ParsToday - El Líder Supremo de la Revolución Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, destaca la importancia del crecimiento y desarrollo de la ciencia y la tecnología en el Segundo Paso de la Revolución y dice lo siguiente: “La ciencia es el instrumento más patente de la dignidad y el poder de un país.

 La otra cara del conocimiento es la habilidad. El mundo occidental se granjeó para sí riqueza, influencia y poder durante alrededor de 200 años, gracias a sus avances científicos y, a pesar de sus débiles bases morales e ideológicas, pudo dominar las sociedades —que se quedaron atrás en el tren de la ciencia—, y controlar sus políticas y economías, imponiéndoles el estilo de vida occidental. Desaconsejamos que se abuse de la ciencia como lo hizo el Occidente; sin embargo, insistimos en la necesidad del país de que fluyan entre nosotros las fuentes de la ciencia”.
 
Pese a todos los problemas, la Revolución Islámica con una mirada esperanzadora dio paso en el camino del crecimiento y el desarrollo, y al resistir ante todas las hostilidades y conspiraciones y al creer en el principio de “sí podemos”, dio sentido a la autoestima y el progreso de Irán en todas las esferas.
 
La Revolución Islámica y el sistema emanado de ella empezaron desde cero.  La República Islámica fue dando pasos más largos y más firmes hacia adelante en las últimas décadas. Estos cuarenta años estuvieron marcados por brillantes honores y asombrosos progresos en el Irán islámico.
 
Al explicar esta realidad histórica, el ayatolá Jamenei dice en una parte de la Declaración del Segundo Paso de la Revolución lo siguiente: “Todo estaba en contra de nosotros: Tanto el régimen del Taqut (los Pahlavi) —que, además de su subordinación, corrupción, despotismo e ilegitimidad por provenir de golpes de Estado, fue el primer régimen monárquico de Irán que se instauró desde el extranjero, y no por la fuerza de la propia espada— como el Gobierno de EE.UU. y algunos Gobiernos occidentales más, así como la pésima situación interna de Irán, con un vergonzoso atraso en la ciencia, la tecnología, la política, la espiritualidad y todas las demás virtudes.
Agregó que “en segundo lugar, nosotros no contábamos con ninguna experiencia previa ni con ningún camino ya recorrido. Obviamente, los levantamientos marxistas y otros similares no podían servir de modelo a una revolución surgida del corazón de la fe y el conocimiento islámicos. Los revolucionarios islámicos comenzaron por tanto sin patrón ni experiencia, y la combinación del republicanismo y el Islam, así como los medios para dar forma y hacer progresar esa combinación, se lograron gracias a la guía divina, el corazón luminoso y el gran pensamiento del Imam Jomeini. Ahí brilló la Revolución Islámica por primera vez”.
 
De hecho, la Revolución Islámica puso fin a una larga decadencia histórica y colocó el país, que con las dinastías Pahlavi y Qayar había sido severamente humillado, quedando en un atraso terrible, en el camino del progreso. Sin embargo, el camino recorrido hasta ahora forma parte, simplemente, del glorioso camino hacia los elevados ideales de la República Islámica.
 
Irán es una tierra única en términos de potenciales naturales y humanos. Con esfuerzo y planificación, apoyándose en la ciencia y la tecnología local y valiéndose de talentos jóvenes, se puede activar y utilizar estos recursos en la dirección de los objetivos establecidos en aras del progreso material y espiritual del país en el Segundo Paso de la Revolución.
 
Actualmente, la población joven menor de 40 años constituye una valiosa oportunidad para Irán. En la Declaración del Segundo Paso de la Revolución, en cuanto a los potenciales humanos del país, se señala lo siguiente: “Con una población de 36 millones de habitantes con edades comprendidas entre los 15 y los 40 años; cerca de 14 millones de personas con una titulación de educación superior; ocupando el segundo lugar en el mundo por el número de graduados en ciencias e ingeniería; numerosos jóvenes criados bajo un espíritu revolucionario y listos para trabajar por Dios y por amor a su patria; y un gran número de jóvenes investigadores e intelectuales, que están trabajando para crear innovaciones científicas, culturales, industriales y de otro tipo, se suman a la enorme riqueza del país, que no se puede comparar con ninguna reserva material”.
 
En la Declaración del Segundo Paso de la Revolución, el ayatolá Jamenei se refiere también a las oportunidades disponibles en Irán recordando que además de los activos mencionados, el país cuenta con una extensa lista de oportunidades materiales.
 
“Irán representa el 1 % de la población mundial, no obstante, posee el 7 % de los recursos naturales globales: enormes recursos subterráneos. Además, ocupa una posición geográfica especial entre el este y el oeste, el norte y el sur; cuenta con un gran mercado nacional; el vasto mercado regional lo constituyen 15 vecinos que comprenden una población de 600 millones de habitantes; largas fronteras costeras; tierras fértiles con gran variedad de productos agrícolas y una economía vasta y versátil, son solo algunos de los potenciales de los países. Muchos potenciales no han sido explotados. Se dice que Irán ocupa el primer lugar en el mundo en términos de recursos naturales y humanos sin explotar”, se lee en el texto.
 
Dadas estas potencialidades, la República Islámica en la perspectiva del Segundo Paso, debe dedicarse a los logros anteriores en el campo de la ciencia y la tecnología local y activar los potenciales no explotados en este campo, y el crecimiento del país debe mejorar en diferentes sectores, incluida la producción y la economía nacional.
 
Al hacer hincapié en estos componentes, el Líder de la Revolución precisa: “La ciencia es el instrumento más patente de la dignidad y el poder de un país. La otra cara del conocimiento es la habilidad. El mundo occidental se granjeó para sí riqueza, influencia y poder durante alrededor de 200 años, gracias a sus avances científicos y, a pesar de sus débiles bases morales e ideológicas, pudo dominar las sociedades —que se quedaron atrás en el tren de la ciencia—, y controlar sus políticas y economías, imponiéndoles el estilo de vida occidental. Desaconsejamos que se abuse de la ciencia como lo hizo el Occidente; sin embargo, insistimos en la necesidad del país de que fluyan entre nosotros las fuentes de la ciencia. Gracias a Dios, el talento de nuestra nación para adquirir conocimientos científicos e investigativos supera a la media mundial. El resurgimiento científico en el país, que comenzó hace casi dos décadas, se ha estado desarrollando a una velocidad sorprendente para los observadores globales, es decir, 11 veces más rápido que el ritmo promedio del crecimiento científico mundial.
 
Nuestros logros en ciencia y tecnología, que nos han colocado en el puesto 16 de entre más de 200 países en el mundo, han sorprendido a los observadores mundiales y en algunos campos sensibles y novedosos nos han situado en las primeras posiciones. Todo esto se ha producido pese a las sanciones financieras y científicas contra el país. A pesar de nadar contracorriente por culpa del enemigo, hemos batido grandes récords, y esto supone una gran bendición por la cual le debemos estar agradecidos a Dios, día y noche”.
A su vez, Mohammad Sadeq Nosrat-Panah, profesor de la Universidad Imam Sadeq en Teherán, comenta: “La atención al campo de la educación de los jóvenes y de investigación es la llave a la nueva civilización islámica, a lo que también el Líder ha aludido en la Declaración del Segundo Paso de la Revolución. Por eso, para alcanzar estos objetivos, los jóvenes, como el capital del país, deben conquistar las altas cúspides del progreso para garantizar el desarrollo del país”.
 
Es por eso que el Líder de la Revolución llama a todos los jóvenes del país a luna “yihad científica” (esfuerzo) y especifica: “Yo mismo he hecho llegar al respecto llamamientos, advertencias y apercibimientos, tanto amistosos como serios y rotundos, a universidades, académicos, centros de investigación e investigadores, pero lo que reclamo ahora de ustedes los jóvenes es que sigan este camino con mayor sentido del deber, como un Yihad del esfuerzo. La primera piedra de una revolución científica en el país está puesta, y esa revolución ha dado mártires como los expertos en energía nuclear asesinados. Levántense y hagan fracasar a un enemigo malévolo y rencoroso al que aterroriza su Yihad del esfuerzo científico”.
 
A juicio del Líder de la Revolución, pese a los éxitos cosechados en el campo científico, aún hay un largo camino por delante para llegar al punto deseado desde el punto de vista científico. Y recuerda que “el seguir por este camino, que probablemente no sea tan difícil como en el pasado, debe hacerse de forma voluntariosa, vigilantes, con rapidez a la hora de actuar y, a través de la innovación de a generación joven y animada”.
 
P/FE/JP

 

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