El ser humano, la religión y la salud mental 25
Sep 29, 2016 08:08 UTC
En este programa estudiaremos la influencia de los medios de comunicación masivos en el pensamiento y la mentalidad de las personas.
¿Ustedes cada día cuánto se relacionan con los medios de comunicación de prensa? Si atienden un poco, ven que los medios de información se dedican horas de horas a nuestras vidas. Actualmente, la ha cambiado mucho. Algunos como la radio, la industria del cine y actualmente, un fenómeno llamado Internet son índices de este cambio. Los medios de comunicación son instrumentos para la educación de los pensamientos, diversión e información y por eso tienen mucha importancia, ya que dicen son unos educadores que no afirman ser maestros.
Todos los estratos de la sociedad pueden sintonizar la radio en casi cualquier lugar del mundo. La televisión, esa caja mágica, tiene una atracción aparente y real. La televisión es un elemento eficaz para reunir a todos los miembros de la familia, especialmente, los niños y adolescentes. Además de la televisión, los periódicos, las revistas e incluso, los libros al publicar asuntos variados, atraen la atención de sus interlocutores. Pero, aquí se plantea una pregunta: ¿verdaderamente los medios de información dan un entrenamiento correcto y adecuado a sus interlocutores? Actualmente, la prensa se ha convertido en un gran complejo cultural. Los expertos dicen que mayormente estos medios, dejan una influencia más eficaz en los hijos que la educación de los padres, los maestros y la escuela.
Dadas las capacidades de los medios de comunicación en internet, éstos pueden tener un papel determinante en el mantenimiento de la salud mental o al contrario, pueden crear diferentes desordenes espirituales y de comportamiento. Se puede decir que el cine, la televisión, el satélite y el internet se consideran un complejo de arte y tecnología. La manera de su empleo, determinan los beneficios o los daños de éstos.
Los medios sociales de información intervienen en la creación de la personalidad de las personas o el cambio de gustos. Aun así, las investigaciones muestran que todas las personas no son pasivas ante éstos sino que todos los productos después de ser recibidos por los interlocutores, son analizados por ellos. Es decir: las personas con diferentes tendencias, gustos y opiniones, estudian los productos de los medios de comunicación y finalmente, llegan a un nuevo entendimiento. Pero, una clase de los interlocutores, especialmente los niños y adolescentes, reciben una mayor influencia de los mensajes de los medios de comunicación masivos.
Éstos tienen un poder especial en la destrucción o el fortalecimiento de los valores nacionales y culturales de las sociedades. Pueden reducir la influencia de las creencias religiosas y las tradiciones sociales o profundizarlas. Tienen esta capacidad que en corto plazo, eduquen una característica especial en algunos de sus interlocutores. Por ejemplo: múltiples investigaciones han mostrado que existe una relación directa entre la violencia en la televisión y el aumento de los pecados y crímenes en la vida real. El investigador estadounidense Kerby Anderson, escribe en un artículo: los niños observan un mayor número de escenas de violencia en la televisión. En los últimos años, las películas que se han producido en la televisión, han puesto a los niños en un futuro en una profunda violencia.
El instituto de psicología de Estados Unidos escribe también en un informe: como medio, los niños de la comunidad estadounidense antes de terminar la escuela, observan 8 mil escenas de asesinato y cien mil actos violentos en la televisión. Esta cifra se duplica hasta que el niño llegue a los 18 años de edad.
Los expertos consideran que uno de los elementos de aversión a la educación de los adolescentes y jóvenes son las diversiones falsas que los jóvenes las crean para sí mismos a través de los medios de comunicación masivos. Actualmente, se ha demostrado que es mucho el nivel de depresión y preocupación en aquellas personas que utilizan demasiado el Internet.
Los investigadores dicen que lamentablemente centenares de jóvenes son adictos al Internet. Una parte de las camas de los hospitales de Canadá y EE.UU. son ocupadas por enfermos tristes que mayormente son depresivos o adictos al Internet. Los psicólogos dicen que aquellos niños que se divierten con programas de juego por internet después de una o dos horas, sienten un dolor en las células nerviosas.
Sus ondas cerebrales se enfrentan con las ondas eléctricas y como consecuencia, se hacen débiles y pierden su concentración para estudiar. Algunos de ellos también no pueden dormir.
El profesor de la Universidad de San Diego de EE.UU., Herbert I. Schiler, en su libro titulado “Directores de los Cerebros” escribe: los directores de los medios de comunicación masivos en Estados Unidos, crean informaciones y publican para que así, puedan determinar nuestras creencias, tendencias y comportamientos. Cuando estos directores crean hábilmente mensajes que no concuerdan con la realidad de la vida, dañan los cerebros. Ellos inducen unos mensajes a los interlocutores que tergiversan las realidades y dañan el razonamiento.
Cada día que pasa, nosotros nos enfrentamos con muchos mensajes de la televisión, el satélite o el Internet. Estos productos dejan una influencia en el pensamiento, la mente, la cultura y las creencias de sus interlocutores. Naturalmente, al lado de la información útil de los medios de comunicación a sus interlocutores, sus consecuencias destructivas también amenazan la salud espiritual de las personas.
Para alejarse de estas consecuencias negativas, es necesaria la elevación del nivel de información y el fortalecimiento de las creencias religiosas y culturales. Además al tener atención e inteligencia en la elección de lo que vemos y escuchamos, podemos propiciar el terreno para la salud espiritual de nosotros y nuestros próximos.
Queridos oyentes, finalizamos el programa de esta semana con una bonita narración del Imam Hasan (la paz sea con él). Aquel Hazrat dice: me intereso por aquellas personas que atienden mucho la elección de sus comidas y bebidas, pero son negligentes ante la alimentación de su espíritu y pensamiento.