Saludos a todos los estimados oyentes. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales de EE.UU.
Uno de los importantes cambios ocurridos la semana pasada en el escenario político estadounidense fue la nueva polémica del presidente Donald Trump, respecto al posible cierre del gobierno federal. Trump advirtió el pasado miércoles que si es necesario, cerrará el gobierno federal para poder construir el muro fronterizo con México con el fin de combatir la llegada de los emigrantes indocumentados y los narcotraficantes. Además, en un tuit, el mandatario atacó verbalmente a dos senadores republicanos del estado de Arizona que habían dudado de la necesidad de construir un muro entre EE.UU. y México. Previamente, Trump, en un discurso ante sus simpatizantes en Phoenix, Arizona, había advertido de que si el proyecto de ley para el próximo año financiero no incluía el costo del polémico muro, no firmaría la resolución del Congreso, lo cual tendrá como resultado el cierre parcial de las instituciones federales. “créanme, si tenemos que cerrar nuestro gobierno, construiremos ese muro. Construiremos nuestro muro por los estadounidenses que votaron a favor de controlar la inmigración ilegal. Nosotros construiremos este muro”. Cabe recordar que la construcción de dicho muro fue una de las promesas en las campañas electorales de Trump. Según el investigador y analista para los asuntos de EE.UU., Ali Asqar Qafuri, entre los objetivos que busca el equipo de Trump con la construcción de una barrera entre las fronteras de México y EE.UU. está la prohibición de la entrada de los inmigrantes indocumentados y los refugiados que llegan vía México hacia EE.UU. y también impedir el narcotráfico. Desde el principio Trump le exigía a México que pagara todo el costo del muro y después de su triunfo en las elecciones presidenciales reiteró hasta cierto punto su postura al respecto. En abril de 2017, con el fin de evitar el cierre del gobierno federal, Trump renunció temporalmente su solicitud de una ayuda financiera por parte del Congreso para construir el muro en cuestión. En ese momento, los demócratas amenazaron con vetar cualquier proyecto de ley que incluyera una provisión de recursos para la construcción del muro fronterizo; lo cual habría detenido el acceso del gobierno al presupuesto actual y, como consecuencia, el gobierno federal se habría visto obligado a cerrar. La Administración de Trump, en esa oportunidad, había pedido 1500 millones de dólares para cubrir el costo de la construcción del muro en el año en curso. Algunos republicanos han evaluado que el presupuesto de tal muro supera los 21 mil millones de dólares; una cifra que es mucho mayor a la que Trump había estimado. Ahora bien, en reacción a las amenazas vertidas por Trump, el presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Paul Ryan, las consideró una actitud errónea, sin sabiduría, las cuales sólo tienen como resultado retrasar la aprobación de otros proyectos de ley presentados por el gobierno. Ryan especificó que, si bien es imprescindible la construcción de un muro, no es necesario tomar medidas que conlleven hacia el cierre del gobierno. Al mismo tiempo, las amenazas de Trump sobre el cierre del gobierno con el objetivo de ahorrar y financiar el costo para la construcción de un muro en las fronteras con México, ha sacudido los mercados financieros en este país.
La semana pasada se intensificaron las tensiones político-sociales dentro de EE.UU. entre los defensores y opositores de la discriminación racial, de modo que, el mismo presidente, Donald Trump, pidió a los ciudadanos estadounidenses que mantengan la unidad nacional. Trump en un encuentro mantenido con los soldados veteranos estadounidenses en Reno, Nevada, hizo hincapié en los valores humanos de la sociedad de EE.UU. y solicitó mantener la unidad nacional entre los diferentes estratos del país. Trump pronunció estas palabras con un tono muy suave sólo 24 horas después de su duro discurso en Phoenix, Arizona, donde atacó nuevamente a los medios de comunicación y los demócratas. Trump dijo: “Nosotros somos una nación, disponemos de una tierra con una gloriosa bandera; pues, vamos a curar las heridas que nos han alejado y, busquemos una nueva unidad entorno a nuestros valores comunes”. Los medios de comunicación estadounidense publicaron, bajo el título La invitación de Trump a establecer la unidad, las palabras de Trump en Reno, las cuales mayormente contradecían su discurso en Arizona. El pasado martes por la noche, Trump en Phoenix, Arizona, en un acto ante sus simpatizantes, lanzó otra gran embestida contra sus críticos y, responsabilizó a los medios de comunicaciones de los malentendidos generales sobre sus posturas ante los acontecimientos de Charlottesville. En efecto, las políticas y las posturas de Trump han provocado una brecha sin precedentes en la sociedad estadounidenses, incluso, entre los republicanos, uno de ellos es Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, entre otros republicanos. Trump con su apoyo implícito a los racistas estadounidenses y, acusando tanto a los defensores como a los opositores de la segregación racial en el suceso ocurrido en Charlottesville, hizo saltar críticas en su contra entre sus propios colegas en el Partido Republicano. A juicio de Wilmer Leon, analista de asuntos políticos, la campaña electoral de Trump estuvo apoyada en consignas y retoricas discriminatorias y, ahora, con la victoria de Trump en las elecciones presidenciales, han vuelto a la sociedad estadounidense las provocaciones de la supremacía blanca y también los movimientos discriminatorios.
La semana pasada, la notificación sobre la modernización del sistema misilístico nuclear de EE.UU. causó un gran revuelo en el área militar de este país. En esta misma línea, el Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) anunció los planes para modernizar el antiguo sistema de misiles nucleares continentales de este país, para lo cual se necesitan 62 mil millones de dólares. Actualmente, EE.UU. como una de las principales potencias nucleares del mundo, tiene en mano amplios planes para modernizar y desarrollar sus arsenales nucleares. En efecto, si bien ya se han llevado a cabo muchas medidas a nivel internacionales, como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) entre ellos, para disminuir e, incluso, eliminar las armas nucleares, EE.UU. insiste en mantener sus arsenales de armas de destrucción masiva. Según la Oficina del Presupuesto del Congreso, la modernización del arsenal nuclear de EE.UU. costaría hasta el año 2023 y, solo para empezar, 355 mil millones de dólares; Es de esperar que se invierta un trillón de dólares para que las tres plantas nucleares modernizadas de EE.UU. se lleven a cabo durante los próximos 30 años. Las autoridades estadounidenses justifican la modernización de las armas nucleares de su país, diciendo que países rivales o enemigos, en particular Rusia y China, están haciendo lo mismo y, además, éstos dos últimos, sobre todo Rusia, han dedicado un presupuesto sustancial para la renovación sus plantas nucleares estratégicas. Sin embargo, en contraste con Rusia, EE.UU. ha pensado en un extendido plan para modernizar sus armas nucleares. Hans Christensen, uno de los expertos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (también conocido como SIPRI por su sigla en inglés) opina que el nuevo gobierno estadounidense continuará con los mismos planes para la modernización de las armas atómicas, los cuales se habían puesto en marcha durante el gobierno del expresidente estadounidense, Barack Obama.
La semana pasada y en el escenario político de EE.UU. escalaron las tensiones diplomáticas entre Rusia y los EE.UU. por la decisión de la embajada estadounidense en Moscú de suspender la emisión de visados para los ciudadanos rusos. Las autoridades estadounidenses han justificado esta medida con la reducción de personal de la embajada y los consulados de EE.UU. en Rusia. La reciente actitud del Departamento de Estado norteamericano contra Rusia está en línea con la intensificación de las presiones contra Moscú y en el marco de la posición de Washington para ampliar las medidas hostiles y hacer que el pueblo ruso se sienta insatisfecho. Cabe recordar que el 28 del pasado julio, con el fin de enfrentar las nuevas sanciones de EE.UU., Rusia ordenó que un número de diplomáticos en la embajada y consulados estadounidenses disminuyeran a 455 personas y, hasta el 1 de septiembre otras 755 del personal serán expulsadas de los centros diplomáticos estadunidenses; además, Rusia confiscó algunas de las propiedades de los diplomáticos estadounidenses en territorio ruso. Para el Kremlin, la aprobación de los nuevos embargos impuestos contra Rusia en el Congreso y luego aprobados por Trump, significa que Washington ha confirmado su posición hostil contra Rusia. Alexei Mukhin, analista ruso para los asuntos políticos cree que los diseñadores de las nuevas sanciones contra Rusia en EE.UU. han cometido un gran error, puesto que al redactar dichas sanciones no han considerado absolutamente las preocupaciones de Rusia. En efecto, los rusos califican los nuevos embargos de EE.UU. como la declaración de una guerra política. Los rusos imaginaban que después de que Trump tomara el poder en EE.UU., se mejorarían las relaciones entre Washington y Moscú, pero Washington ha tomado un camino contrario al esperado por los rusos. De hecho, las sanciones contra Rusia han hecho que se cierren todas las vías para el mejoramiento de las relaciones entre Rusia y EE.UU.; además, escalarán las tensiones entre ambos, sin que se pueda esperar que cambie la situación actual. Las medidas hostiles de Washington contra Moscú demuestran que los altos funcionarios estadounidenses están decididos a desafiar en diferentes aspectos a los rusos; ante esta situación, Rusia ha tomado do medidas reciprocas. El profesor ruso de las Ciencias Políticas, Sergey Rogov, opina que hoy se está produciendo una nueva guerra fría entre Rusia y los EE.UU.