EEUU en la semana que pasó (11 de septiembre de 2017)
Sep 13, 2017 07:38 UTC
Saludos a todos los estimados oyentes. Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales del país norteamericano.
La semana pasada, el presidente estadounidense, Donald Trump, en otra medida antimigratoria, revocó el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia al territorio de EE.UU. conocido como DACA (por sus siglas en inglés) que protege de la deportación a cientos de miles de personas indocumentadas que llegaron a EE.UU. cuando eran bebé. DACA, fue puesto en marcha en el mandato del expresidente estadounidense Barack Obama y permite una residencia provisional y permiso de trabajo a esos jóvenes bajo ciertas condiciones, tales como tener una edad determinada, haber servido en las filas militares, no haber cometido ningún delito y vivido continuamente en EE.UU. A estas personas les llaman "dreamers" (soñadores) por su ilusión de ser un ciudadano de EE.UU. Sin embargo, ahora, con la eliminación del programa de DACA, el Congreso estadounidense debe decidir sobre el futuro de estas personas. Esto ocurre mientras que unos días antes de que se anunciara la decisión del presidente Trump, los líderes del Congreso habían exigido a la Casa Blanca que siguiera comprometida con este programa, porque para los congresistas, la eliminación del DACA para las personas que han crecido y estudiado en Estados Unidos e incluso algunas de ellas ido a las guerras de Afganistán e Irak no coindice con los valores del país, sobre todo con el lema del "el sueño estadounidense". A juicio del fiscal general del estado de Washington, Bob Ferguson, "el Gobierno de Trump ha traído una etapa oscura para EE.UU." Sin embargo, el presidente, bajo el argumento de "los estadounidenses primero" y de proteger las oportunidades de empleo para los trabajadores estadounidenses, pretende expulsar a los inmigrantes indocumentados, entre ellos los universitarios y los especialistas. No obstante, la postura de Trump se ha enfrentado con amplias protestas en quince estados y, en muchos casos, se han presentado al tribunal querellas contra la medida tomada por Trump. Además, Chicago se ha declarado como la tercera ciudad más grande de EE.UU. de “ciudad libre de Trump”. Estas presiones, finalmente, obligaron a Trump a suspender por seis meses su decisión, un tiempo en el que el Congreso debe estudiar el tema en cuestión, por lo que hasta entonces no se llevará a cabo ninguna medida contra los “soñadores” inmigrantes.
La semana pasada, se acabaron las vacaciones estivales del Congreso y los diputados y senadores volvieron a las sesiones en Washington, en medio de una escalada de tensiones entre la Casa Blanca y el Congreso a raíz de la decisión de Trump de revocar el programa DACA. Algunos republicanos en el Congreso como, Paul Ryan, presidente de la Cámara Baja, solicitaron a Trump que suspendiera la expulsión de los “soñadores” inmigrantes. Si bien Trump renunció provisionalmente la entrada en vigor de esta decisión polémica, no lo hizo por las palabras de Paul Ryan sino por la llamada telefónica que mantuvo con la líder de la minoría demócrata de la Cámara Baja, Nancy Pelosi. El diario The Washington Post, en un informe, señaló que el presidente estadounidense pretende llegar a un acuerdo con la minoría demócrata para avanzar en algunos de sus planes. Según este periódico, los analistas creen que la medida de Trump ha hecho que se rompan las normas políticas en EE.UU. y, por tanto, surgirán muchas dudas en base a qué medidas tomará de ahora en adelante el mandatario sobre asuntos tales como las reformas tributarias, la inmigración, el presupuesto del gobierno y la deuda pública del país. El visto bueno que dio el Congreso al aumento del techo de la deuda del gobierno se considera el primer resultado logrado por un acuerdo entre Trump y los demócratas. Desde luego, este acuerdo fue resultado de la consolidación con los damnificados del huracán Harvey en Texas. La Casa Blanca había pedido al Congreso aprobar 15.000 millones de dólares de un presupuesto de emergencia para los damnificados del huracán Harvey, petición que, aunque apoyada por los republicanos, provocó las preocupaciones en los líderes de este partido por el crecimiento de la deuda del gobierno. Previamente, era de esperar que los republicanos se opusieran a la solicitud de la Casa Blanca con respecto a aumentar la deuda. Sin embargo, la Casa Blanca tomando una estrategia alineada con la minoría demócrata, allanó inmediatamente el terreno para superar el desafío del aumento del techo de la deuda del gobierno federal. Ahora bien, los republicanos están preocupados de que esta postura intensifique más que nunca los desacuerdos entre sus correligionarios del ala gubernamental de los republicanos y el ala parlamentaria en los meses previos a las elecciones intermedias que se celebrarán el próximo mes de noviembre y, en consecuencia, salgan mal parados los candidatos republicanos.
La semana pasada, volvieron a escalar las tensiones entre EE.UU. y Corea del Norte. Después de que se publicara la noticia sobre el primer ensayo de una bomba de hidrógeno norcoreana, Trump habló del posible uso de la opción militar contra Corea del Norte. Al mismo tiempo, el secretario de Defensa de EE.UU., James Mattis, alegó que Washington tiene muchas opciones bélicas contra Corea del Norte. Por estas declaraciones, los líderes de los países mundiales advirtieron sobre una guerra devastadora en la región sensible del este de Asia y exigieron al gobierno estadounidense que mantenga una actitud responsable y baje su tono provocativo ante Pyongyang. De igual modo, la comunidad mundial pidieron a los líderes norcoreanos que detengan los ensayos atómicos y no empeoren la situación actual. Lo importante es que estas advertencias y esfuerzos han surtido efecto, de modo que, a finales de la semana pasada, Trump indicó que no va a recurrir a las medidas militares contra Corea del Norte. Por otro lado, la semana pasada, el emir de Kuwait, el jeque Sabah Al-Ahmad Al-Sabah, llevó a cabo un viaje a Washington, donde Trump además de vender armas por un valor de varios miles de millones de dólares a este rico país petrolero, aprovechó la visita para hablar sobre la reconciliación entre Catar y Arabia Saudí. Después del encuentro entre los líderes de EE.UU. y Kuwait, los medios de comunicación masiva informaron de que el emir catarí, el jeque Tamim bin Hamad al Sani mantuvo una conversación telefónica con el principie heredero de Arabia Saudí, Mohammad ibn Salman. Las consultas realizadas entre Trump y el emir de Kuwait, el cual en los últimos meses ha sido el mediador entre Doha y Riad, se contradicen claramente con los anteriores puntos de vista del presidente estadounidense, en los que consideraba a Catar como patrocinador financiero del terrorismo, idea que era apoyada por las autoridades saudíes. Una opinión que se enfrentó con una reacción contraria del secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, quien rechazó la postura de Trump, destacando que Catar es un aliado cercano de Washington. Ahora, bajo la presión de este grupo, Trump se ha convertido en mediador entre Doha y Riad y, tras mantener una reunión con el emir de Kuwait, ha acercado a los líderes saudíes y cataríes, para así, posibilitar el progreso de los objetivos de EE.UU. en la sensible región del Golfo Pérsico.
La semana pasada, el jefe del FBI y el fiscal general de EE.UU. fueron convocados por el Comité de Información de la Cámara de Representantes de EE.UU. para que expliquen el caso de la supuesta injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales de EE.UU. El Congreso de EE.UU. criticó al jefe del FBI, Christopher Wray, y al fiscal general, Jeff Sessions, por no dar seguimiento al caso conocido como Trump-Rusia. Previamente, Robert Mueller, fiscal especial de este caso, había comenzado a investigar acerca de la primera carta de destitución de James Comey, jefe de aquel entonces del FBI emitida por parte de Trump. Si las investigaciones revelan que Trump despidió a Comey con el fin de ocultar la verdad y desviar las pesquisas del Congreso, el presidente estadounidense estaría al borde de una apelación. Por lo visto, en los últimos días, Wray y Sessions han intentado parar las investigaciones de Muller al respecto y por ello han sido convocados por el Comité de Información de la Cámara de Representantes de EE.UU. Por otro lado, según los medios de comunicación masiva, Donald Trump, pretendía durante las campañas electorales de 2016, usar su influencia política a fin de obtener beneficios en Moscú para su imperio financiero-comercial. Si se demuestra este asunto, Trump sería acusado de abusar de su cargo político y complicidad con un país extranjero. No obstante, los asesores del presidente estadounidense han descartado como siempre estos informes. Entre tanto, los procesos realizados durante los últimos siete meses indican que, con el empeoramiento de las relaciones entre la Casa Blanca y los líderes republicanos de mayoría en el Congreso, se puede esperar que quizás se aceleren las investigaciones contra el presidente estadounidense en las próximas semanas.