Oct 30, 2017 07:52 UTC

En el programa anterior, empezamos a revisar las causas del declive de los gobiernos de izquierda en el continente de América del Sur.

n este programa, continuaremos este tema y revisamos el papel y la influencia de los medios de comunicación sobre los avatares políticos en América Latina.

Uno de los principales instrumentos estadounidenses para crear cambios en los países latinos es el uso de los medios de comunicación para crear crisis. EEUU, actualmente, se dedica a dirigir una cierta revolución mediática contra Venezuela. EE.UU y los medios de prensa dependientes a ese país, se esfuerzan por la caída de los gobiernos izquierdistas y para conseguir sus objetivos, se aprovechan de la cooperación de opositores internos y de la colaboración estrecha de la élite política y económica en esos países, además de ayudar a organizar campañas políticas.

EE.UU controló las políticas económicas clave, incluso sobre los gobiernos centroizquierdas.

Los regímenes izquierdistas suministraron los intereses de los derechistas en la industria de la mina y la agricultura, en el sistema bancario y los medios de comunicación así como en la producción y la exportación.

Cuando los recursos naturales tuvieron una alta demandas, los gobiernos centroizquierdistas tuvieron la oportunidad de ajustar los gastos sociales para la clase obrera, pero en su lugar, concentraron sus actividades en el negocio y la clase que ganaba su beneficio. Cuando disminuyó la demanda mundial y cayeron los precios, debido al déficit, los centroizquierdistas se vieron obligados a reducir los costos sociales relacionados a las masas. En respuesta, la elite económica organizó un ataque a gran escala en contra del gobierno.

La centroizquierda fracasó en su lucha contra la opositora elite económica, quienes desencadenaron una guerra mediática contra los pilotos centroizquierdistas y les desprestigiaron.

La izquierda, que no había conseguido romper los monopolios mediáticos de las grandes empresas, carecía de medios de comunicación influyentes  para poder responder a las acusaciones de los derechistas.

En Venezuela, movilizaron a sus aliados en la policía, las entidades judiciales y públicas para enjuiciar a los centroizquierdas por haber cometido los mismos crímenes que causaron la caída de los derechistas del poder.

La centroizquierda no movilizó a los obreros y trabajadores ni siquiera para controlar a la elite y continuó con la financiación del gobierno y sus políticas a través del crecimiento del negocio de los recursos naturales en este país y a su vez, se negó de la ver la inestabilidad básica y las fluctuaciones del mercado mundial.

En Argentina, cuando la economía estaba a punto de la caída, los derechistas, encabezados por Mauricio Macri, lanzaron una exitosa campaña presidencial que incluía a los medios de comunicación, los bancos, los electores de la clase media y la élite de las industrias mineras y agrícolas. Justo tras la llegada al poder, el régimen de Macri inmediatamente cortó los servicios sociales para los trabajadores y las clases media y baja.

Redujo su nivel de vida y miles de trabajadores perdieron su empleo.

El entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, miraba a Macri como un salvador de su patrimonio y a la Argentina como el nuevo centro del poderío de EE.UU en América Latina.

En Brasil, el Partido de los trabajadores, el PT, un partico de centro-izquierda se enfrentó a los duros ataques de los partidos radicales de la derecha contra su base de poderío. En Brasil, la nacionalización de la empresa petrolera Petrobras redujo el acceso de los derechistas a las fuentes de hidrocarburos.

A nivel regional, Brasil se convirtió en el eje principal del Mercosur, las políticas fueron basadas en la oposición al plan de libre comercio del continente de América, asunto que les preocupó a los responsables de la Casa Blanca.

Incluso, Argentina y Brasil, con la firma de un acuerdo, intentaron reemplazar una moneda común con el dólar en sus intercambios y eliminar el dólar, asunto que provocaba un serio reto para la hegemonía del dólar estadounidense.

 A nivel internacional, las posiciones de Brasil provocaron también la preocupación de los funcionarios estadounidenses; apoyo de Brasil al programa nuclear de Irán, la proximidad a Rusia y la formación del Grupo BRICS (Brasil, Rusia, La India, China y Sudáfrica) y, lo más importante, la postura de Brasil respecto a la cuestión palestina.

Brasil se opone firmemente a la construcción de colonias israelíes en los territorios ocupados palestinos, e incluso rechazó confirmar las cartas credenciales ofrecidas por Dani Dayan, un judío radical y jefe del movimiento de construcción de asentamientos judíos. Estos casos, aumentaron la oposición de los derechistas interesados en EE.UU respecto a Rousseff y su partido.

 

Los escándalos de corrupción sacudieron a toda la clase gobernante, pero el Partido de los Trabajadores estuvo muy involucrado en el fraude masivo relacionado con la importante compañía petrolera Petrobras. Los problemas del régimen de este Partido de centro-izquierda se agravan aún más cuando el país entra en una recesión debido a la reducción de la demanda a las exportaciones de minerales y de la agricultura.

Los derechistas brasileños movilizaron a toda la fuerza de élite, como los tribunales, los jueces, la policía y las agencias de espionaje para derrocar al Partido de los Trabajadores.

Las poderosas e influyentes élites económicas se hicieron más poderosas en la minería, la agricultura, el sistema bancario, la inversión y las corporaciones multinacionales. La centro-izquierda proporcionó algunos privilegios patriarcales a los grupos de bajos ingresos de la sociedad, paralelamente, aumentó el salario de los trabajadores y los agricultores. Los derechistas buscaban la eliminación de hasta las más simples reformas.

En Brasil, los medios controlados por las élites, los tribunales y los políticos estaban actuando contra el gobierno de centro-izquierda. Rousseff, que es la primera presidenta en Brasil, escribió en un artículo en el periódico de Sao Paulo que nos enfrentamos a la amenaza de un golpe sin armas que aplica el fraude y la mentira para erradicar un estado legítimo y electo.

Algunos describen la destitución  de Rousseff  con términos como "golpe blanco", "golpe parlamentario" o "golpe suave". Los principales ejecutivos de este tipo de golpe son los medios de comunicación, apoyados por las corrientes derechistas pro-estadounidenses y pro- de la derecha de Brasil.

Es evidente la complicidad de Estados Unidos y el régimen israelí con los opositores de Dilma Rousseff y el movimiento izquierdista en Brasil. Existen signos de un golpe de estado en ese país, con la ayuda de gigantes mediáticos en este país.

 

El 31 de marzo de 1964, EE.UU con la ayuda del Ejército brasileño, los conservadores y los principales capitalistas, destituyó a João Goulart, el entonces presidente izquierdista de este país a través de un golpe militar.

No se debe olvidar el papel de los gigantes mediáticos de Brasil, monopolizados por los derechistas del país.

En Bolivia, los medios de comunicación dependientes a los opositores derechistas fueron apoyados por los grupos extranjeros para crear inestabilidad y debilitar el gobierno izquierdista.

 

El ministro de la presidencia de Bolivia, Juan Ramón Quintana, ofreció documentos que mostraban que algunos institutos como el foro nacional para la democracia, financiaban a los medios de comunicación patrocinadores de la oposición para crear inestabilidad y desencadenar una guerra psicológica en Bolivia.

Según estos documentos, este foro ofrecía ayuda financiera a los medios de comunicación y reporteros sin fronteras y ha otorgado 354 millones de dólares a la Asociación Nacional de Medios de Comunicación, compuesta por los medios de prensa que se oponen al gobierno, a fin de desprestigiar el gobierno democrático y electo del pueblo boliviano.

El ministro de la presidencia de Bolivia ha dicho que tenemos que llegar a un concepto verdadero y adecuado para la oposición. Yo siento que los partidos de la oposición no prestan importancia a su responsabilidad ciudadanía y política en el país y actualmente han llegado a la etapa de autodestrucción ética.

El cree que los saqueadores del Tesorero nacional, como Samuel Doria Medina, el líder del frente de la unión nacional de Bolivia, financian a estos medios de comunicación.

 

Según Quintana, tales personalidades se consideran como héroes de la privatización en el país que no quieren recordar que durante su presencia en el poder, no hicieron nada para la construcción del país y ahora buscan el cambio de la situación política en este país.

Enfatiza que cualquier Gobierno que persiga una política anti hegemónica, antiestadounidense, antiimperialista y anticapitalista, sin duda se convertirá en un poderoso enemigo del imperialismo.

Los imperialistas buscan controlar los medios de comunicación y la prensa para poder encontrar la oportunidad para la caída de los gobiernos populares.