Estados Unidos en la semana que pasó
Estamos con Uds. con un programa más de la serie Estados Unidos en la semana que pasó y, al igual que en los programas anteriores, revisaremos los importantes cambios políticos, económicos y sociales del país norteamericano.
La semana pasada, la intensificación de los ataques verbales entre algunos senadores republicanos de EE.UU. y el presidente Donald Trump, fue en foco de atención en el país norteño. El discurso del senador Jeff Flacke en la Cámara Alta en el que consideró a Trump una amenaza para la democracia estadounidense, mostró cuán preocupante es la situación actual en el país norteamericano.
Al mismo tiempo, la cadena televisiva Fox News informó que la popularidad de Trump estaba disminuyendo desde hace nueve meses cuando inicio su mandato. Asimismo, se confirmó la primera acusación formal de una persona en el denominado “Rusiatrump”, caso sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU., en el que también estaba acusado Trump. El nombre del acusado aún no se ha anunciado, sin embargo, esta imputación se considera un hito en el proceso de manejo de la colusión de la campaña electoral del magnate republicano con los rusos.
La semana pasada, después de más de medio siglo de espera, se revelaron archivos sobre el asesinato de John F. Kennedy, trigésimo quinto presidente de Estados Unidos, no obstante, buena parte de esos documentos permanece en secreto. Además, la extensión de la emergencia nacional para combatir el problema de las drogas en el país, la amenaza que representa Trump para las compañías estadounidenses que tienen la intención de trasladar sus negocios fuera del país, son otras noticas resaltantes de la semana pasada.
En política exterior, destacó la visita del secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, a Asia occidental y Oriente Medio y la aprobación por parte del Congreso de EE.UU. de sanciones contra el Movimiento de Resistencia Islámica de EL Líbano (Hezbolá) y una resolución contra el programa misilístico de Irán.
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El discurso del senador del gobernante Partido Republicano Jeff Flake quien fustigó al presidente Donald Trump se reflejó ampliamente la semana pasada en los medios. “Es necesario que diga lo que siento mucho hoy”, así inició su discurso en la Cámara Alta el congresista por el estado de Arizona.
“Lo que ocurre en nuestro país, desafortunadamente se debe a la falta de unidad y acuerdo. Es una pena que nosotros mismos estamos destruyendo nuestra política. Lamento la indecisión en nuestro discurso. Lamento, con gran pena, la insolencia de nuestro presidente. (…) Cuando este comportamiento proviene de la parte superior de nuestro gobierno, esto es otro asunto. Es peligroso para la democracia”. El político estadounidense consideró la indiferencia del presidente Trump a sus obligaciones una amenaza grave para la posición de Estados Unidos en el mundo y aseveró que la efectividad del gobierno estadounidense en el mundo ahora está siendo cuestionada.
“Después del final de la Segunda Guerra Mundial, la mitad de la actividad económica mundial estaba a disposición de los Estados Unidos. En ese momento, mantener nuestra soberanía sobre los países que fueron derrotados fue fácil, pero ahora hay personas que tratan de detener esto. La complejidad y las consecuencias de esta acción son enormes y los ganadores son los enemigos ideológicos de nuestros valores”, explicó el senador para finalmente espetar: “Señor presidente, no puedo quedarme en silencio”.
Estas observaciones han revelado una nueva etapa en el conflicto entre la Casa Blanca y el Congreso, y entre Trump y algunos líderes de su propia bancada, es decir los republicanos. Se espera que estas hostilidades aumentan a medida que la campaña electoral comience a cerrarse para las elecciones de mitad de mandato de 2018. Según una encuesta de Fox News, la popularidad de Trump cayó del 42 por ciento en septiembre al 38 por ciento este mes (octubre).
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En otro tema, la semana pasada, se revelaron documentos del asesinato de John F. Kennedy, el trigésimo quinto presidente de Estados Unidos. Por supuesto, de los 60.000 documentos, un total de cuatro millones de páginas, sobre los registros del asesinato de John F. Kenny que se conservan en los Archivos Nacionales de EE. UU., solo se han divulgado 2800 documentos, y aún no se ha tomado una decisión sobre la divulgación del resto de la información.
Después de medio siglo, la opinión pública dentro y fuera de Estados Unidos está muy interesada en resolver esta pregunta: “¿Quién planeó el asesinato de John F. Kennedy?” En este momento, hay varios individuos y grupos en la lista de personas sospechosas que podrían aclarar el lado oscuro de la política y el gobierno de Estados Unidos.
La narración oficial del entonces gobierno de EE.UU. fue que el presidente fue asesinado por Lee Harvey Oswald, quien cuando era trasladado hacia el tribunal, fue tiroteado mortalmente por Jack Roby. No obstante, investigaciones adicionales del Congreso de EE. UU. crearon ambigüedades.
Por ejemplo, el Congreso en 1992, en un proceso no tan serio, pospuso la revelación de los documentos estatales de Kennedy a 25 años más tarde, a 2017, mientras que, de acuerdo con la ley, otros documentos del gobierno de EE. UU. se divulgan después de 30 años.
Ahora, después del plazo establecido por el Congreso, solo una fracción de los documentos terroristas, no todos, se han puesto a disposición del público en general. Alguna evidencia sugiere que el organismo gobernante en Estados Unidos aún se resiste a aclarar los secretos del asesinato de Kennedy, que se considera uno de los hechos más trágicos de la historia EE.UU.
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La semana pasada, Donald Trump, en un discurso de la Casa Blanca, describió la crisis de las drogas en Estados Unidos como un problema de salud inmediato y una terrible miseria para el país. El presidente dijo que la adicción ha sido un problema del que no es inmune ninguna clase de la sociedad estadounidense. También afirmó que el gobierno actual salvará a la nación estadounidense de la terrible miseria de los narcóticos. De hecho, expresidentes estadounidenses también se mostraron comprometidos en una lucha contra las drogas. Incluso Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, en la década de 1970, declaró una “guerra contra las drogas”, y ordenó a los agentes de policía que lucharan contra la mafia de drogas y los distribuidores de opiáceos.
Sin embargo, ninguno de los programas ejecutados por los expresidentes no ha causado que este país cambie su lugar como el primer mercado de las drogas en el mundo. Por supuesto, se han realizado esfuerzos en los últimos 40 años, pero la cantidad de estos hechos no ha sido suficiente en comparación con la alta velocidad del crecimiento del narcotráfico en Estados Unidos. Las estadísticas muestran que 100 personas por día, en ete país mueren por consumo de drogas. Ahora le toca a Trump ofrecer una solución para el complejo problema de las drogas en Estados Unidos.
Sin embargo, no parece que haya un punto de inflexión en la visión actual del gobierno de EE. UU sobre los programas de asistencia social y la protección social contra la pobreza y las drogas.
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La semana pasada también el secretario de Estado Rex Tillerson viajó a Asia Occidental y la región del Golfo Pérsico y trató de presentar el nuevo enfoque del país norteño sobre el desarrollo en estas regiones. Con un lema que refuerza la cooperación árabe, se dirigió a Riad (capital de Arabia Saudí) para organizar una reunión entre el primer ministro iraquí y el rey saudí. Después, Tillerson se dirigió a Irak con el objetivo de tratar de alejar al Gobierno iraquí de Irán. Sin embargo, el viaje del primer ministro iraquí Haidar al-Abadi a Teherán inmediatamente después de que Tillerson abandonase Bagdad, demostró que las relaciones entre Irán e Irak son más profundas e importantes de lo que consideran las autoridades estadounidenses.
Al mismo tiempo y en línea con los esfuerzos del Gobierno de Estados Unidos para enfrentar el eje de Resistencia en la región de Asia occidental, el Congreso se ha sumado a sus acciones la semana pasada. En un día, la Cámara de Representantes aprobó tres leyes de sanciones contra el movimiento libanés Hezbolá y adoptó un proyecto de ley contra los programas de misiles de Irán al día siguiente. Las autoridades estadounidenses están planeando cortar los fondos de Hezbolá y eliminar la influencia de Irán en los desarrollos en Irak y Siria. Si bien la mayor parte de las fuerzas activas en la guerra contra Daesh, grupo terrorista que fue formado por la alianza árabe-occidental, está formada por jóvenes iraquíes y sirios que no han permitido que su país se convierta a un lugar permanente de terroristas, la presión ejercida por la Casa Blanca y el Congreso de EE. UU mediante la promulgación y aplicación de leyes anti-Irán y sanciones de Hezbolá, no puede afectar al curso del cambio de la región.