Dic 18, 2017 07:52 UTC

En los programas anteriores, nos centramos en factores regionales que afectan la decadencia de los gobiernos izquierdistas en el sur de las Américas.

En el programa de hoy, revisamos el papel de las preocupaciones de los Estados Unidos sobre la presencia de sus rivales, Irán, Rusia y China en esta región, como uno de los factores internacionales en la transformación de los gobiernos de izquierda en América Latina.

Las principales transformaciones políticas de la última década en muchos países de América Latina, especialmente en los países con gobiernos izquierdistas, han atraído la atención de los principales polos políticos y económicos del mundo, como China, la Unión Europea y Rusia hacia esta zona que durante un periodo se consideraba como el patio trasero de los Estados Unidos.

Las potencias mundiales, desde su propio punto de vista, se dedican a profundizar sus relaciones con los países latinoamericanos por diferentes objetivos, pero las diversas atracciones económicas de esta parte del continente de América  son el aspecto común del interés de las potencias mundiales a esta región. América Latina se considera un mercado rentable en términos de inversión. La región es rica en energía, petróleo, gas y uranio.

Junto a la atracción económica de la región de América Latina, las razones políticas han atraído la atención de las grandes potencias a esta parte del continente. En esta zona, en los últimos años, el poderío de los grupos y los partidos populares e izquierdistas opuestos a las políticas dominantes de los Estados Unidos, ha atraído la atención de los rivales de EEUU en todo el mundo.

En reacción a la atención de los rivales de Washington a América Latina, Bush presentó un proyecto conocido  como ´´ el proyecto de siglo de los americanos ´´.El ex presidente estadounidense ha intentó eliminar de esta manera la influencia de otras potencias en la región, además de mostrar al mismo tiempo el compromiso de la Casa Blanca con la región de América Latina. Para lograr este objetivo, George W. Bush consideró importantes tres estrategias.

 

Una de las estrategias aplicadas por Bush para evitar la influencia de los rivales de EEUU en América Latina fue la ampliación de sus relaciones con principales Estados de la región, especialmente México, más allá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

México ha tenido una antigua rivalidad con los países europeos, especialmente Gran Bretaña, para expandir las relaciones con los Estados Unidos. Por lo tanto, el deseo de Washington para ampliar los lazos con México podría ser considerado como un signo del aprecio de Estados Unidos hacia su vecino. Otra estrategia utilizada por Bush para evitar la penetración de los rivales de Washington en América Latina fue la extensión del modelo del ´´ Consenso de Washington´´ con sus específicos indicadores liberales en todos los países suramericanos.

El Consenso de Washington es un acuerdo sobre la liberalización de los mercados, la privatización de las empresas estatales, así como políticas que animen la inversión extranjera, incluida la disminución oficial del valor de la moneda y la desregulación.

Desde la década de 1980, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos presentaron un conjunto de propuestas aceptadas por algunos de los países menos desarrollados del mundo, incluidos algunos países de América Latina. De hecho, estos países para recibir préstamo o asistencia técnica, adoptaron conscientemente o inconscientemente una medida que se puede llamarla como "movimiento hacia la disminución del gobierno". El principal objetivo de Washington por adoptar dicha actitud, además de ampliar su influencia, era mantener la integridad de la región frente a sus rivales y los planes alternativos que estos rivales ofrecían a la región de América Latina.

 

La tercera estrategia adoptada por Bush para detener la influencia de los rivales de Washington en América Latina fue la negociación y adoptar una diplomacia activa que hiciera que los países latinoamericanos sean coherentes  con la política exterior de Estados Unidos y caminen hacia los objetivos de Washington.

 

 La administración de Bush presentó este plan después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001, pero no consiguió actuar en el sur de América conforme a su enfoque. Como resultado, hasta el final de la presidencia de Bush, América Latina se convirtió en un área marginal en la política de la Casa Blanca. Esta negligencia ha tenido importantes consecuencias, entre ellas la influencia de los grupos izquierdistas en las políticas de los países latinoamericanos, que muchos consideran como un punto de partida para Hugo Chávez en Venezuela y desarrollo de la literatura antiestadounidense  en la región por él. La intensificación del proceso de convergencia y el fortalecimiento de las cooperaciones interregionales figuran entre otras consecuencias de la falta de actuación de Washington en América Latina. Además, la disminución de la carga de la diplomacia de Washington en el sur del continente ha intensificado la cooperación transnacional entre los países de América Latina.

 

Como resultado de la negligencia de los Estados Unidos  en su política exterior respecto a América Latina, se formaron las redes comerciales y profesionales así como la cooperación pragmática en la región del Pacífico entre los países latinoamericanos con países como China, India, Irán y Rusia.

 

Además, la expansión y el fortalecimiento de la cooperación de América Latina con la Unión Europea y los miembros de la Cumbre de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico es otra consecuencia del vacío que provocó los Estados Unidos en su política exterior a  través de la disminución de su atención a sur del continente de América. El expresidente estadounidense, Barack Obama, enfrenta el conjunto de estos desafíos en la regulación de las relaciones con el llamado "patio trasero" de Estados Unidos.

Este tema posteriormente enfrentó nuevas dimensiones. Por un lado, aumentó el dominio de los gobiernos izquierdistas con la naturaleza antiestadounidense del aumento del poder económico de los países como Brasil, México y Argentina. Por otro lado, la influencia de los países rivales de EEUU en la zona aumentaba diariamente.

 

Por esta razón, Obama, al comienzo su presidencia, realizó varios viajes para tomar iniciativas. Trató, entre otras cosas, atraer la confianza de determinados países latinoamericanos y la comunidad internacional en general sobre el final de la crisis económica. Obama también se esforzó por evitar la divergencia de las instituciones regionales. Otra parte de las iniciativas de Obama en la política exterior en el sur del continente de América fue la continuación de las cooperaciones con los países de la región para resolver cuestiones importantes como la restauración de las instituciones financieras, los flujos del crédito y la inversión, abordar los problemas energéticos y suministrar la seguridad de los ciudadanos.

 

 

Dejando de lado si estas iniciativas tuvieron éxito o no, al parecer la mayor preocupación de Washington en el comienzo de la segunda década del nuevo milenio fue más allá de los desafíos indígenas e intrarregionales, como el crecimiento de las nuevas economías y la expansión de la ola de los regímenes izquierdistas. En otras palabras, la principal preocupación de Washington es la influencia de países rivales como Rusia y China, así como Irán en su esfera de influencia.

 

La perpetración de cualquier actitud y la consideración de cualquier medida adoptada por los funcionarios de EEUU respecto a los asuntos latinoamericanos tuvieron como objetivo lograr diferentes objetivos. Estas medidas de la Casa Blanca, por un lado, preparaba el terreno para explotar las capacidades de la región latinoamericana. Las mencionadas medidas también incluyeron opciones que podrían eliminar el espacio necesario para la influencia de países como Irán, China y Rusia.

 

 

El papel de los rivales políticos, económicos y de seguridad de Estados Unidos en América Latina y el surgimiento de gobiernos de izquierda en la región ha convertido a América Latina en la escena de la rivalidad entre las potencias en competencia con EEUU como Rusia y China. En los países de América Latina, dominados durante mucho tiempo por los Estados Unidos, los movimientos populares y socialistas ganaron poder y llegaban al poder con consignas antiestadounidenses. Los gobiernos de izquierda en la región gradualmente descubrieron que el clave de su permanencia es la coalición y la alianza con rivales de EEUU.

 

 

Por el contrario, China y Rusia, que enfrentaban los retos de los Estados Unidos en sus áreas de penetración, intentaron desafiar la hegemonía regional de Washington con su presencia masiva en el patio trasero de Estados Unidos. No obstante, tanto Rusia como China recurrieron a los componentes de poder blando y utilizaron los medios comerciales y diplomáticos para lograr este objetivo. El conjunto de estas condiciones había preocupado a los funcionarios estadounidenses, de tal modo que empezaron el guion del derrocamiento de los gobiernos izquierdistas para cerrar las puertas de América Latina hacia sus rivales.