Mar 13, 2019 07:51 UTC

ParsToday-En este programa nos dedicamos a analizar las opiniones de Ervand Abrahamian sobre la Revolución Islámica de Irán.

Una de las personas más importantes que ha revisado específicamente la Revolución Islámica de Irán es Ervand Abrahamian. Él nació en Teherán, pero se trasladó al Reino Unido a los 10 años de edad hasta que obtuvo una maestría en ese país europeo y luego se trasladó a EEUU, donde recibió su doctorado de la Universidad de Columbia y fue profesor de las universidades de Princeton y Oxford. Actualmente es profesor de la Universidad de Nueva York. La obra más importante de Abrahamian se titula “Irán entre dos revoluciones”, la que examina los eventos de los años setenta en Irán, del periodo entre la Revolución Constitucional de 1285 y la Revolución Islámica de Irán.

La Revolución Islámica de Irán ha tenido un gran impacto sobre las teorías de Abrahamian. Antes de la Revolución Islámica, este teórico iraní estaba examinando cómo creció y se expandió el Partido Tudeh (Partido de las Masas de Irán) en una sociedad religiosa como el país persa. Sin embargo, el surgimiento de la Revolución Islámica en Irán cambió la base de la investigación de Ervand y se dedicó a estudiar el papel de la religión en el allanamiento del terreno para la victoria de la Revolución Islámica de Irán.

En su libro “Irán entre dos revoluciones”, Abrahamian expresa la diferencia entre la Revolución Constitucional y la Revolución Islámica. Al respecto, afirma: “En el siglo XX, tuvieron lugar dos revoluciones importantes en Irán, la Revolución Constitucional y Revolución Islámica. La primera revolución atestiguó, por un corto plazo, el triunfo de los intelectuales modernos, eran intelectuales que, inspirados en las ideologías occidentales del nacionalismo, el liberalismo y el socialismo, habían redactado una constitución totalmente secular y esperaban la modernización de sus sociedades de acuerdo con las sociedades europeas contemporáneas.

No obstante, con el estallido de esta revolución, los ulemas entraron en el campo, ulemas inspirados en la "edad de oro" del Islam que garantizaron su victoria a través del diseño de una Constitución completamente religiosa, reemplazando las cortes de la sharia por los tribunales existentes y que consideraban los conceptos occidentales como la democracia como conceptos ateos y los criticaron.

Abrahamian enfatiza: “De hecho, en la historia contemporánea del mundo, la Revolución Islámica es un fenómeno sin parangón, porque no otorgó poder a un nuevo grupo social equipado con partidos islámicos e ideologías no religiosas, sino a los clérigos tradicionales, equipados con la tribuna, reclamando el derecho divino de monitorear el desempeño de todos los oficiales no religiosos, incluso la más alta entidad compuesta por representantes electos del pueblo”.

Abrahamian plantea causas importantes para la victoria de la Revolución Islámica, pero considera que el primer factor fue el "desarrollo dispar" del régimen de Pahlavi. Abrahamian, en el libro “Irán entre dos revoluciones”, traducido también en persa, subraya que hay dos interpretaciones diferentes sobre las causas del surgimiento de la Revolución Islámica de Irán, que fueron presentadas por los partidarios y los opositores al régimen de Pahlavi.

Los partidarios del régimen de Pahlavi creen que la Revolución Islámica es consecuencia del proceso de modernización del shah, el cual fue demasiado amplio para el pueblo iraní que era tradicional. Los opositores al régimen de Pahlavi también creían que la modernización inadecuada del shah y su papel de títere de la CIA en la era del nacionalismo, además de la neutralidad y el republicanismo fueron los factores primordiales que hicieron estallar la Revolución Islámica de Irán.

No obstante, Abrahamian presenta otro comentario. Afirma que el shah se dedicó a modernizar el ámbito económico-social y, como resultado, expandió la nueva clase media y la clase obrera industrial, pero no modernizó el ámbito político, y este desbalance cerró los vínculos entre el sistema político y la gente, aumentó la brecha entre los grupos gobernantes y las fuerzas sociales modernas y, lo más importante, destruyó el pequeño puente que unía en el pasado a la entidad política con las fuerzas sociales tradicionales, especialmente las del mercado y las autoridades religiosas.

 Así, en 1978, la brecha entre el sistema socioeconómico desarrollado y el sistema político subdesarrollado estaba tan extendida que solo una sola crisis económica podría interrumpir todo el régimen. Por lo tanto, la revolución no ocurrió ni por el desarrollo excesivo, ni por la falta de desarrollo, sino por el desarrollo dispar.

Ervand Abrahamian también describió las políticas del régimen antirreligioso de Pahlavi como otro factor importante en el surgimiento de la Revolución Islámica. Abrahamian considera el establecimiento del Partido Rastajiz (Resurgimiento) como un hito en las políticas antirreligiosas del régimen de Pahlavi. En este sentido, sobre la influencia de la religión en la formación de la Revolución Islámica escribe: “El régimen lanzó una incursión masiva y simultánea contra la religión. El Partido Rastajiz presentó al shah como un líder político y espiritual, y llamó a los ulemas ‘reaccionarios medievales’ y además de alegar que Irán se estaba moviendo hacia una gran civilización, utilizó el nuevo calendario imperial de 2535 años para reemplazar el calendario islámico. De esta manera, Irán saltó, en un día, del año 1355 de la hégira solar al año 2535 del calendario imperial”.

El Partido Rastajiz alentó a las mujeres a no usar el chador (vestimenta islámica) en las universidades y envió inspectores especiales para estudiar las publicaciones religiosas, declarando que solo la oficina de publicaciones estaba autorizada de divulgar libros religiosos, además, alentó a la Escuela de Teología de la Universidad de Teherán para que expandiera el recién establecido Cuerpo de Religión y enviara a más personas a las aldeas y los campesinos para enseñar el verdadero Islam”. De hecho, esto fue solo una parte de la política antirreligiosa del régimen de Pahlavi a la que se refiere Abrahamian en su libro y la cual considera un factor importante en el surgimiento de la Revolución Islámica.

En una parte del libro “Irán entre dos revoluciones”, sobre el papel del Islam en la Revolución Islámica, Abrahamian hace hincapié en “el importante papel que desempeñó el Islam en la Revolución de 1979, pues no solo es un punto de inflexión en la historia iraní, sino, a primera vista, esta teoría común determina que la modernización conduce a la secularización, y la expansión de la urbanización lleva al fortalecimiento de nuevas clases y al debilitamiento de las clases tradicionales.

Ervand Abrahamian, que antes de la Revolución Islámica, su tendencia ideológica se dirigía marcadamente hacia el marxismo, además de considerar las políticas antirreligiosas del régimen Pahlavi como un factor importante en la aparición de la Revolución Islámica, presta atención al liderazgo del Imam Jomeini como un factor influyente en la Revolución Islámica.

Para describir la personalidad del Imam Jomeini y la influencia de esta figura sobre el surgimiento de la Revolución Islámica, Abrahamian indica un punto importante. Compara el papel del Imam Jomeini en el estallido de la Revolución Islámica de Irán con el papel de varios líderes, como el de Lenin en la Revolución Bolchevique de la antigua Unión Soviética, el de Mao en la Revolución China y el de Castro en la Revolución Cubana. Sobre esta opinión, matiza: “Dos factores pueden aclarar el papel decisivo y la amplia popularidad del ayatolá Jomeini. El primer factor es la personalidad, especialmente la simple vida del ayatolá Jomeini y su negativa a reconciliarse con el shah. En un país donde la mayoría de sus políticos se encontraban en paz y tranquilidad, el ayatolá Jomeini tuvo una vida modesta como los sufís y como las masas no gozaba de tanto bienestar material.

En una sociedad en la que sus líderes políticos tenían miles de rostros, servían como enchufe a favor de sus familiares, el ayatolá Jomeini rechazó ferozmente cualquier reconciliación, incluso cuando era necesario. Él decía que ejecutaría a sus hijos si merecieran tal castigo, en realidad, actuaba como un ‘hombres de Dios’ en busca de la autoridad espiritual. Además, en una década conocido por tener políticos corruptos, pesimistas e incompetentes, el ayatolá Jomeini entró en el campo como un político justo, escéptico, dinámico, firme y, lo más importante, contra la corrupción.

Ervand Abrahamian describe a Imam Jomeini como un "líder inteligente" que pudo aprovecharse del descontento popular contra el régimen del shah para crear la Revolución Islámica. Además, escribió: “El segundo factor que explica la distinguida posición del ayatolá Jomeini es su vigilancia, especialmente al dirigir una amplia gama de fuerzas políticas y sociales. A lo largo de los 15 años en el exilio, rechazó con cautela dar comentarios públicos, en particular, la emisión de declaraciones sobre temas que podrían haber contribuido al resentimiento de los diversos estratos de la oposición. Temas como la reforma agraria, el papel de los clérigos, la igualdad de género. Por lo tanto, criticó al régimen por cuestiones que fueron la causa de la insatisfacción de todas las facciones opositoras, como el vínculo secreto con Israel o la brecha creciente entre los pobres y los ricos. El ayatolá Jomeini, al defender el descontento público, atrajo a varios grupos sociales, que lo consideraron “el salvador que esperaban desde muchos años”.

 

 

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