Ago 15, 2019 08:13 UTC
  • Irán, eje histórico de la diplomacia de la Ruta de la Seda (3)

ParsToday – Queridos amigos, estamos a su servicio con la tercera parte del espacio “Irán, eje histórico de la diplomacia de la Ruta de la Seda”, en la que les vamos a hablar del esfuerzo de EE.UU. para eliminar a Irán, China y Rusia en la reactivación de la histórica Ruta de la Sed. Les invitamos a acompañarnos hasta el fin del programa.

Además de los esfuerzos de China para reactivar la histórica Ruta de la Seda que analizamos en los programas anteriores, también otros actores han ofrecido ideas para el mismo objetivo tras la desintegración de la Unión Soviética entre las cuales destacan el proyecto de New Silk Road (Nueva Ruta de la Seda,); el proyecto de Greater Central Asia (Gran Asia Central); el proyecto de Eurasian Economic Union (Unión Económica de Eurasia); el Turkey’s Silk Road Project (Proyecto de Ruta de la Seda de Turquía); y la EU’S Silk Wind Initiative (Iniciativa de la Ruta de Seda de Europa). En el programa de hoy vamos a explicar las dimensiones de dos proyectos estadounidenses.
 
 
 
EE.UU., como un actor transregional, en el marco de sus objetivos geopolíticos y geoeconómicos, desde finales de los años 90 del siglo pasado, procedió a diseñar y ejecutar distintos proyectos bajo el nombre de la estrategia de la nueva Ruta de la Seda. Este proyecto de Washington, además de fortalecer la influencia económica y comercial de Estados Unidos en Asia Central y las zonas colindantes, tenía en su agenda eliminar o al menos socavar el papel y la posición de las tres potencias rivales, es decir la Federación Rusa, China e Irán.
 
La Ruta de la Seda, como uno de los símbolos históricos de Irán, China y Asia Central, acaparó la atención de los políticos norteamericanos por primera vez durante la Presidencia de Bill Clinton 1993-2001 a lo que se dio seguimiento en los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama con ciertas modificaciones, debido a la adopción de distintos enfoques y políticas por parte de los gobiernos demócratas y republicanos, así como por las circunstancias y acontecimientos de la región de Asia Central. La Administración Clinton redactó en 1999 el Acta de la Estrategia de la Ruta de la Seda, la cual fue aprobada también en el Congreso.
 
Dicha acta estaba enfocada en reforzar la ruta oriental-occidental del transporte de la energía y mercancías, es decir la Ruta de Asia Central- mar Caspio- Cáucaso, y eliminar a los dos principales rivales de Estados Unidos: Rusia e Irán, en los proyectos económicos de Asia Central y Cáucaso. Pero puesto que la citada norma fue aprobada a finales de la Administración Clinton, no hubo oportunidad suficiente para el incumplimiento de sus objetivos, además de que la subida en el poder de los republicanos, encabezados por George W. Bush, en 2011 y el cambio de enfoque en las relaciones exteriores de Washington tras los atentados del 11-S provocaron que muchas de las metas del “Acta de la Estrategia de la Ruta de la Seda 1999” fueran ensombrecidas por esos acontecimientos.
 
En el segundo gobierno de George W. Bush, el Acta de la Estrategia de Ruta de la Seda 1999” sufrió algunos cambios en mayo de 2006, considerando las realidades militares de la región, particularmente Afganistán. Tras ello, el Congreso adoptó en 2006 el “Acta de LA Estrategia de la Ruta de Seda”, con especial énfasis en el papel de Kazajistán, Kirguistán y la República de Azerbaiyán, ignorando el papel de Irán como un actor clave en los asuntos del mar Caspio y sus alrededores. Tras la llegada al poder de Barack Obama en 2009, dado el cambio producido en el macro-enfoque de EE.UU. ante Afganistán y Asia Central, mayor atención se prestó a la estrategia de la Ruta de la Seda, toda vez que esa estrategia podía concretar las metas de la política exterior de Obama en la transición de condiciones militares y de seguridad a las económicas y sociales.
 
Sin embargo, contrariamente a la época de Clinton y Bush, en la Administración Obama no fue aprobada ninguna estrategia concreta en el Congreso. Pero en la práctica, lo que sucedió, fue bajo nombre de la Nueva Estrategia de la Ruta de la Seda y, a veces bajo títulos tales como el Proyecto de la Nueva Ruta de la Seda y la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda.
 
La Nueva Estrategia de la Ruta de la Seda de Estados Unidos sigue 4 objetivos importantes:
 
1.- Los políticos estadounidenses, especialmente los demócratas, siguen un objetivo especial en esta estrategia: intentan enviar a los gobiernos de la región el mensaje de que Estados Unidos no busca solo garantizar intereses militares y de seguridad como la lucha contra el terrorismo, sino también la interacción cultural y social, en paralelo al crecimiento y el florecimiento económicos entre los países de Asia Central y Asia Meridional.
 
2) Completar el proyecto de la Gran Asia Central, que busca la integración geográfica y geopolítica entre las regiones de Asia Central, Asia Meridional y Afganistán.
 
3) El tercer objetivo del proyecto de la Estrategia de la Nueva Ruta de la Seda se refiere a la intensificación de la intervención de Estados Unidos en los asuntos de Afganistán. De hecho, con la ejecución de estos proyectos, Washington busca reforzar los lazos comerciales económicos de Afganistán, especialmente en los dos sectores de transporte de bienes y transporte de energía, con los países centroasiáticos, por un lado, y de Asia Meridional por el otro. La Casa Blanca trata, de esta manera, de utilizar la ubicación de Afganistán como una palanca de presión para intervenir en los países de la región. Bajo excusas comerciales, EE.UU. busca continuar con su injerencia en Afganistán e impedir las actividades de sus rivales tales como Irán, China y Rusia, en Asia Central y Asia Meridional.
 
4) Debilitar el papel y la posición tradicionales de países tales como Irán, Rusia y China en Asia Central, Asia Meridional y Afganistán. Los líderes de los países centroasiáticos, debido a que sus naciones no tienen salida al mar, sostienen que para tener acceso a las aguas libres y tener presencia en las rutas de tránsito internacionales y las líneas de transporte de energía, deben utilizar las tres rutas norteñas (a través de Rusia), oriental (vía China) y occidental (mediante Irán). Si bien a lado de las tres mencionadas rutas, también la ruta norteño-sureña (que incluía a Afganistán y Paquistán) hubiera podido ser utilizada por los países del área, en las últimas tres décadas debido a la falta de adecuadas infraestructuras económicas, particularmente las vías de comunicación, así como por la amplia inestabilidad e inseguridad, en la práctica no pudo concretarse. Por tal razón, Estados Unidos busca implementar el proyecto de la Gran Asia Central y de la Estrategia de la Nueva Ruta de la Seda, para así reactivar y fortalecer la ruta norteño-sureña.
 
A su vez, la Administración Donald Trump busca eliminar a Irán, Rusia y China de las rutas de transporte de energía y mercancías dando seguimiento a la implementación de los dos proyectos de la Gran Asia Central y la Estrategia de la Nueva Ruta de la Seda, y en el marco de sus objetivos políticos expansionistas. Con la estrategia de “todo sin Irán, Rusia y China”, Washington está tratando de debilitar la posición tradicional de estos tres países en el desarrollo de los acontecimientos económicos y comerciales de Asia Central, Asia Meridional y Afganistán. Pero las experiencias de los años después de la desintegración de la Unión Soviética y el fracaso de los proyectos de Estados Unidos en la zona, como por ejemplo en los ámbitos de tránsito o el transporte de la energía (como el proyecto del Gasoducto Trans Caspio), han demostrado que Washington no puede imponer sus intenciones políticas a las realidades geopolíticas de Irán y la región.