Ago 22, 2019 07:49 UTC

ParsToday – Queridos amigos, estamos a su servicio con la cuarta parte del espacio “Irán, eje histórico de la diplomacia de la Ruta de la Seda”, en la que les vamos a hablar de los proyectos de Rusia, la Unión Europea y Turquía para reactivar la histórica Ruta de la Seda.

 Les invitamos a acompañarnos hasta el fin del programa.
 
La Unión Económica Euroasiática (UEE), que se conoce como un serio rival frente al proyecto chino de la Ruta de la Seda, fue fundada el primero de enero de 2015 con el fin de impulsar la cooperación económica y comercial.  Está compuesta por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia. El bloque disfruta de distintas capacidades. Cuenta con una superficie de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale al 15 % de la Tierra, y con una población que supera los 182 millones de habitantes. En términos de la producción de la energía, la UEE produce más de 7.20 por ciento del gas natural y más del 9 % de la electricidad del mundo, además de poseer más del 9.5 % de las reservas de carbón del planeta.
 
 
Amén de las ventajas antes mencionadas, la UEE enfrenta también algunos desafíos y sufre puntos débiles que influyen en su actuación. Uno de los más importantes de los mismos es que no cubre toda la geografía de Eurasia. Si bien el espacio geográfico de Eurasia incluye las 15 repúblicas exsoviéticas, de la UEE forman parte solo Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Armenia. Entre otros puntos débiles destacan: la gran diferencia de desarrollo económico de los países miembros; diferencias de opiniones de los miembros con Rusia; el bajo nivel del comercio interregional; la debilidad de las infraestructuras de transporte y los obstáculos aduaneros. En caso de que esta Unión no pueda vencer estos problemas, parece difícil lograr una adecuada posición de tránsito que pueda rivalizar con el proyecto chino para reactivar la Ruta de la Seda.
 
La República Islámica de Irán es uno de los países que por su ubicación geopolítica y relaciones cercanas con Rusia, ha configurado numerosas cooperaciones con la UEE. En este sentido, los delegados de este bloque y de Irán firmaron el 17 de mayo de 2018 un acuerdo temporal de creación de zona de comercio libre en Astaná, capital de Kazajistán. El presidente de la Comisión Económica Euroasiática (CEE), Tigran Sarkisyan, sostiene al respecto que con la implementación de este tratado, los aranceles aduaneros sobre algunas mercancías se reducirán o se eliminarán. Cabe destacar que en la cumbre de los primeros ministros de la UEE, celebrada en marzo de 2017 en Biskek, capital de Kirguistán, fue aprobada la creación de la zona de comercio libre entre la UEE e Irán.
 
 
Otro rival del proyecto chino de la Ruta de la Seda, es el proyecto de tránsito de la Unión Europea, que critica esta iniciativa del gigante asiático, lo que se inscribe principalmente en el marco de los macro-litigios comerciales del Occidente con la creciente economía de China. Con distintos métodos como imposición de fuertes aranceles a importaciones y de fuertes restricciones a la actividad de las empresas occidentales en China, Pekín les dificulta operar en ese país. Al respecto, los grandes países del mundo piden la apertura de las puertas de la economía china a otras naciones. En las últimas tres décadas, la Unión Europea ha puesto en marcha proyectos económicos bilaterales y multilaterales en Asia Central, en el marco de los cuales ha procedido a diseñar e implementar múltiples planes económicos y de tránsito, entre los cuales destaca la Iniciativa de la Ruta de la Seda de Europa, cuyo memorándum fue suscrito en noviembre de 2012 en Izmir, Turquía.
 
Kazajistán, Georgia, Turquía y la República de Azerbaiyán figuran entre los países que participan en el mencionado proyecto de la Unión Europea, destinado principalmente a crear una ruta de tránsito entre los países europeos, centroasiáticos y caucásicos; proyecto que en opinión de los expertos no será un éxito sin la participación de Irán, ya que posibilita la conexión terrestre del Cáucaso con Asia Central. Otro aspecto de la actividad de la Unión Europea en relación con la Ruta de la Seda es de índole cultural-social y se refiere al legado histórico común entre Asia y Europa. En este sentido, la UE firmó un acuerdo de cooperación con la UNESCO en septiembre de 2018, por el que destinó 5 millones de dólares a las actividades que promuevan el legado cultural de la Ruta de la Seda en Irán, Afganistán y Asia Central. El citado programa incluye también impulsar la protección de los establecimientos al lado de la Ruta de la Seda, como los caravanserais y posadas tradicionales, de los que hay muchos en Irán.
 
Otro rival del proyecto chino de la Ruta de la Seda es el Proyecto de la Ruta de la Seda de Turquía, planteado por el gobierno turco en 2008 durante una conferencia en Antalya, donde en la declaración final se mencionaron los principales objetivos de dicho proyecto que consisten en: facilitar y unificar la legislación aduanera y reconstruir la histórica Ruta de la Seda como vía de comunicación entre los mercados asiáticos y europeos. Los países que participan en este proyecto turco son Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, Georgia, República de Azerbaiyán, Irán, Turquía, Irak, Siria, Rusia, La India, Paquistán, Afganistán, China y Corea del Sur.
 
La segunda cumbre sobre el proyecto turco en cuestión tuvo lugar en 2009 en Bakú, la tercera en 2010 en Teherán, la cuarta en 2011 en Batumi, Georgia y la quinta en 2012 en Ankara. En estos eventos se firmaron importantes acuerdos especialmente en el marco de los programas de la Organización de Cooperación Económica (ECO) y el Corredor de Transporte Europa-Cáucaso-Asia (TRACECA, siglas en inglés). Muchos de los países que participan en el proyecto turco de la Ruta de la Seda, incluida la propia Turquía, mantienen amplios lazos económicos y culturales con Irán, por lo que se puede decir que la nación persa se considera uno de los miembros claves de la iniciativa turca.
 
Los proyectos vinculados a la reactivación de la histórica Ruta de la Seda tienen algunos puntos de vista en común y al mismo tiempo algunas diferencias. El proyecto chino, al igual que el turco, desde el punto de vista de cobertura y extensión geográficas, incluye a todos los países ubicados en la histórica Ruta de la Seda y, en este aspecto y hasta gran medida está en línea con los objetivos e intereses de los países de la región, incluido Irán. Pero el plan de la Nueva Ruta de la Seda que promueve Estados Unidos, ignora a países como Irán, Rusia y China por consideraciones políticas.
 
En una comparación entre el proyecto turco de la Ruta de la Seda y el proyecto estadounidense de la Nueva Ruta de la Seda, destacan algunos puntos considerables: los países participantes en la iniciativa norteamericana se elevan a 9, mientras que en el plan turco son 16, lo que demuestra bien la extensión y la diversidad geográficas del proyecto turco. Dicho de otra forma, la mayoría de los Estados situados en la histórica Ruta de la Seda están incluidos en la iniciativa turca. Además, el plan de Turquía se ha configurado con una estructura operacional mucho más transparente y desde 2008 ha actuado con éxito. Otro punto que llama la atención es el énfasis que pone el proyecto turco en acelerar, reformar, estandarizar y unificar las leyes aduaneras entre las naciones presentes en el plan de la Ruta de la Seda.
 
Asimismo, el proyecto de la Unión Económica Euroasiática disfruta de una baja extensión y diversidad geográfica y ambiental con respecto a los planes de la Ruta de la Seda que impulsan China y Turquía. Pero lo cierto es que dada la posición inigualable de Irán en la conexión de tránsito de Asia Central y el Cáucaso con Europa y el Golfo Pérsico, ninguno de los citados proyectos puede ser un éxito económico sin tomar en cuenta el destacado papel del país persa.
 
La próxima semana les hablaremos de la posición de distintos países y regiones incluyendo Irán en el proyecto chino de la Ruta de la Seda.
 
 
P/FE/RH