Sep 09, 2019 09:21 UTC

ParsToday - Queridos amigos, en la segunda parte del espacio “Posición de la mujer en el Occidente”, les vamos a hablar del colapso de la institución familiar como una de las consecuencias de la libertad de la mujer al modelo, según la versión de los movimientos feministas.

Tras la Revolución Industrial, particularmente, durante la Segunda Guerra Mundial y la muerte de millones de hombres de la sociedad europea, la escasez de la fuerza laboral y los sueldos muy altos de los hombres que trabajaban en las fábricas, plantearon el lema de la libertad de la mujer y sus derechos. En esa época, las fábricas se llenaron de mujeres que cobraban 50 % menos que los hombres.  En apariencia, se redujo la dependencia de la mujer occidental de su marido; ella tenía su propio ingreso que le aseguraba el futuro en términos financieros. Pero la verdad era que así sacaron a la mujer —fundamento de calma y de la familia— de la casa y la sometieron a una explotación silenciosa. Will Durant, historiador y filósofo estadounidense, menciona esta realidad en su libro “Placeres de la filosofía” y dice: “La libertad de la mujer es uno de los efectos de la Revolución Industrial”.  Esta libertad, que coincidió con el surgimiento del movimiento feminista, separó a la mujer de la familia preparando el terreno para el desplome de esta importante institución en el mundo occidental.
 
La institución familiar es una de las más nobles y antiguas instituciones en las sociedades humanas y cubre una de las necesidades más naturales y sostenibles del ser humano. La tranquilidad es una de las necesidades más importantes del hombre que Dios, el Altísimo, ha cubierto con la creación de parejas y, para regularizar la satisfacción de esta necesidad, ha autorizado una fórmula: la formación de la familia. La institución familiar es el primer eslabón de la creación de una sociedad humana y el primer centro de formación y educación de la próxima generación. La madre es el principal eje de esta institución en la que la próxima generación aprende sus acciones y lecciones sociales.
 
En las últimas décadas, la penetración de pensamientos feministas entre las mujeres occidentales y su presencia en papeles disconformes con su naturaleza femenina, ha provocado que se menoscabe la importancia de la familia en el Occidente y se socave el papel maternal de la mujer, de ahí que hayan aumentado los  matrimonios extraoficiales e ilegítimos, frecuentes divorcios y nacimiento de hijos ilegítimos ,la formación de familias monoparentales, asimismo, abonó el terreno para el surgimiento de una generación vulnerable y con tendencia hacia a la violencia. Las cifras publicadas al respecto apuntan a esta realidad.
 
Según los resultados de una investigación realizada en 2015, en Estados Unidos, como promedio, cada 6 segundos una persona ha intentado divorciarse; y la tasa de divorcio en ese país ha sido del 53 %. En Francia, conocida como el paraíso de los amantes y donde cada quien sueña con caminar con su pareja por la calle Champs Elysees, el índice de divorcio es del 55 %. En Inglaterra también la tasa del primer matrimonio ha llegado a su nivel más bajo desde 1889, mientras que la tasa de divorcio se ha multiplicado por seis.  Los divorcios para la sociedad británica cuestan 4 mil millones de esterlinas al año. En un informe publicado por el World Atlas, relaciona el estilo de la vida de las personas con la subida de la tasa de separaciones, y señala que la reducción de las características humanas, la deshonestidad, la falta compromiso con la ética y la pérdida de la confianza han tenido un considerable papel en el incremento de las separaciones.
 
Entre las repercusiones de los pensamientos feministas y la aparente libertad de la mujer en el Occidente destaca la inclinación de la mujer hacia la convivencia sin matrimonio, práctica que ahora es común en la mayoría de los países europeos y Estados Unidos. El Dr. James Dunstan dice sobre la crisis familiar en EE.UU.: “Las familias que se manejan con parejas no casadas, han crecido un 72 % y, al revés, las familias tradicionales se han reducido a menos del 25 % de todas las familias”. De acuerdo con la información divulgada, al principio del siglo XXI, de cada dos niños estadounidenses uno pertenece a parejas no casadas.
 
En opinión de los psicólogos, las relaciones sin casarse se establecen para satisfacer las necesidades sexuales y psicológicas, lo que puede ser positivo para los hombres en algunos aspectos, pero deja de un impacto destructivo en la mujer, porque cuando la juventud abandana a la fémina reduciendo con el tiempo, es posible que baje el interés del hombre en convivir con ella y se incline hacia otra mujer, lo que infligiría considerables daños espirituales a ella. Embarazos indeseados y las complicaciones sanitarias derivadas del aborto, destacan entre otras malas repercusiones de semejante relación. Asimismo, los hijos nacidos de tal relación sufren el mayor daño.
 
 El incremento de divorcios en las sociedades occidentales, por un lado, y la convivencia, por el otro, han aumentado el número de las familias monoparentales. Hoy en día, 13,8 millones de adolescentes menores de 15 años estadounidenses, lo que equivale al 23 por ciento de todos los hijos en EE.UU., viven con sus madres, y 2,7 millones con sus padres. En Francia también las familias monoparentales van aumentando con un crecimiento del 50 %. En el Reino Unido, las familias monoparentales forman un 25 por ciento de todas las familias, lo que es producto del gran aumento de las madres nunca casadas. En Alemania en las últimas dos décadas, las familias de este tipo se han duplicado y casi todas ellas son manejadas bajo la tutela de las madres. También en Australia, de cada 4 niños australianos, uno vive solo con su padre o madre. Asimismo, según un estudio, en los próximos 25 años el número de este tipo de familias crecerá entre el 30 y el 66 por ciento.
 
Semejante proceso preocupa hogaño a muchos expertos, incluido el autor y periodista estadounidense Joyce Bruce quien dice: “La reducción de las familias en las que están presentes tanto el padre como la madre, tendrá como consecuencia el declive de la sociedad norteamericana”. Otros expertos occidentales también tratan de buscar una solución básica para rebajar las implicaciones negativas de este tipo de familias y en general el colapso de la familia en el Occidente.  El investigador de asuntos sociales en Estado Unidos Adam Bursua sostiene que deberían establecerse familias tradicionales y sólidas que perduren durante la vida de los hijos. Desde luego tales planes serán viables siempre y cuando las mujeres occidentales comprendan su posición y su valor verdaderos y su condición de madre.
 
El retorno de la mujer al hogar y a la familia es la única solución que el Occidente debería tomar en cuenta para manejar las condiciones actuales de su sociedad. Tal vez este poema del poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow sea la mejor solución para la familia afectada por la crisis en el Occidente: “Quédate en casa corazón mío y descansa; los corazones protectores de la familia son los más felices”.
 
P/FE/NL